Entendemos que todo ser humano vive su vida desde diferentes niveles de conciencia y en diferentes ámbitos o dinámicas. En este artículo desarrollaremos el primer nivel de conciencia, el cual hemos dado en llamar “de Necesidad y Supervivencia” en el plano personal y “de Trabajo y Supervivencia” en el plano organizacional, declara el Dr Fabián Sorrentino en su entrenamiento para Mentores.

Lo que motiva al ser humano a la acción es su deseo de sobrevivir. Claro que cada uno de nosotros buscamos sobrevivir en diferentes estándares económicos, socio-culturales, ambientales. En esta primera fase consideramos a las personas que, sin presentar patologías, las cuales corresponden tratar desde el campo de la psicología, pueden observarse a sí mismas donde están y a donde pretenden llegar y declarar compromisos asumiendo la responsabilidad inherente a los mismos.

Por ejemplo, podemos considerar el sobrevivir en un Nivel 1, a una persona cuyos intereses principales pasan por tener una suma asegurada de dinero por mes, cubrir sus gastos alimenticios y de vestimenta y pagar la renta. En su lenguaje cotidiano podemos distinguir verbos tales como pagar, preocupación, tener, querer, intentar, entre otros de una lista de más de 50 verbos propios de manifestarnos en este nivel de conciencia.

Desde la mirada de la ontología del lenguaje sostenemos en palabras de Rafael Echeverría, que “el lenguaje es acción”, y lo que imprime acción al lenguaje son los verbos que utilizamos. Una persona que aún no ha entrado a la fase del compromiso hablará de “tener que pagar”, o “querer emprender”, pero es muy probable que nunca diga “me comprometo a”, hoy voy a”, “elijo pagar por”. Esta escasez de compromiso, sólo manifestará escasez en los resultados, y nos guiará a mantenernos en un nivel básico de conciencia en el cual no podremos incluir a una pareja sin el sentimiento de frustración y depresión que conlleva la incapacidad de incluir a otro en nuestro mundo. Prácticamente en este nivel se nos dificulta hacernos cargo incluso de nosotros mismos.

El fenómeno de las dinámicas en los cuales nos desarrollamos y dado a las experiencias y educación de las cuales nos hemos nutrido, permite que podamos vivir desde la necesidad y supervivencia en el ámbito laboral, y desde otra conciencia en otro dominio, por ejemplo, desde la autorrealización a nivel salud. El entrenamiento que proponemos en este capítulo consiste en lograr observar de qué manera nos relacionamos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea, desarrollando nuestro nivel de conciencia para vivir en estado de completitud y superación
constantes en todas las dinámicas que elijamos.

Ahora observemos la mirada que nos propone Jorge Pinotti. El sostiene que la supervivencia existe en tres niveles (Cuerpo, Emociones e Intelecto) y que desde el momento que nacemos nuestro compromiso es a sobrevivir.

¿Cómo enmarcaríamos la muerte emocional?
No queremos que nos lastimen, no nos gusta que nos rechacen, no queremos ser avergonzados. Hacemos lo que sea por evitar esto, incluso, somos capaces de lastimar, rechazar y avergonzar a otros para armarnos de un escudo o coraza que nos proteja de la misma amenaza que nosotros mismos estamos siendo.

1 – ¿Con qué relaciones te observas comportándote de esta forma? Menciónalas y describe el comportamiento de ambos respecto de este punto.

Y por otra parte, la muerte intelectual sería estar equivocados, perder el control. Y nuestro mecanismo de defensa o supervivencia es luchar por tener razón.

2 – ¿Con quiénes te encuentras más a menudo luchando por la razón?

3 – ¿Qué buscabas defender? ¿Qué no estabas dispuesto a soltar?

A medida que vayamos avanzando en este desarrollo observarás conexión entre todos estas preguntas y comprenderás por qué en este nivel estudiamos el modelo mental de “el mundo como un espacio de Necesidad”.

Esta defensa que realizamos de la razón, el control existencial desde el cual actuamos y las corazas de las que nos fuimos armando en nuestra vida, es lo primero que te desafiamos a soltar.

En el Nivel 1 del Modelo MƐT®, la clave es asumir compromisos y hacernos cargo de los mismos, sin buscar excusas o culpables en caso de que no los concretemos. En este nivel, dejamos de culpar e incluso de culparnos. La culpa la reemplazamos por la responsabilidad. La culpa es una carga que llevamos en nuestra mochila de la vida y con la cual no podemos hacer nada productivo, nos cierra posibilidades de acción. En cambio elegimos hablar de responsabilidad dado a que es una competencia que podemos entrenar y desarrollar, la cual nos abre posibilidades de acción y alimenta nuestro poder personal.

4 – ¿Normalmente culpas a otros? ¿A quiénes?

5 – ¿De qué los culpas?

6 – ¿Te culpas a ti mismo? ¿de qué?

7 – ¿Qué podrías hacer para pasar a una posición de responsabilidad?
Diseña las acciones:

Te pondré un ejemplo simple para marcar la diferencia. En una oficina con 5 personas, una tira o se le cae (es lo mismo para el caso) un papel al suelo. Entonces puedo irme y dejarlo tirado, porque la culpa es del otro. O puedo comprender que la responsabilidad de que el papel siga ahí es de todos los presentes (incluyéndome) y levantarlo. Elegir hacerme cargo. Si puedo hacer algo al respecto, si tengo el poder (capacidad de acción) para intervenir sobre el hecho, también tengo la responsabilidad.

Si estás en tu trabajo y no realizas correctamente una tarea “porque no te la explicó bien tu supervisor” y eres despedido por tu jefe puedes comportarte básicamente de dos maneras: echarle la culpa a tu supervisor e irte enojado, sin aprender nada; o puedes hacerte cargo de que no le pediste las especificaciones necesarias a tu supervisor y aprender a chequear tu escucha.

ambiente-1Aprender a ser responsables a este nivel quizás te resulte algo molesto al principio, pero es un entrenamiento, al igual que cuando realizas gimnasia. Luego te será natural y la recompensa es la libertad personal que logras. Las culpas, los enojos y las frustraciones son cargas pesadas en la vida de todos nosotros y las llevan quienes viven desde el paradigma de la víctima. Quienes eligen ser protagonistas y asumir la responsabilidad por su propia vida viven más livianos, disfrutan y aprenden de sus errores.

La necesidad estimula la creatividad, el esfuerzo, la acción, la iniciativa, la fortaleza, la eficiencia, la solidaridad, el cambio. La comodidad, al contrario, produce idiocia, pereza, pasividad, conformismo, debilidad, incapacidad, egoísmo, inmovilismo. Parece que el ser humano es capaz, en ocasiones, de sacar a la luz sus mejores facetas cuando las cosas van peor. Así, en las situaciones extremas, sacamos a relucir nuestro auténtico yo. La vida, especialmente cuando no nos trata bien, nos pone a prueba, nos permite conocernos a nosotros mismos. En medio del horror de la guerra, en medio del infierno, el ser humano puede ser capaz de sentir compasión, de sacrificarse por los demás, cuando no es dominado por la locura de la situación que vive.

Así, la creatividad artística o científica, muchas veces, son hijas de la soledad, de la necesidad de comunicación insatisfecha, de la desesperación, de la incomprensión. Abundan en la historia los casos de grandes genios que tenían grandes problemas que ellos conseguían superar o sobrellevar a base de su genialidad. El sufrimiento puede inspirar.

Según Freud, la inspiración es producto de un conflicto psicológico no resuelto o de un trauma de la infancia. Las dificultades pueden estimular el afán de superación. La solidaridad puede emerger cuando la situación crítica lo requiere, cuando la necesidad se hace extrema. Esto podemos observarlo ante cualquier catástrofe natural. La eficiencia aumenta cuando la necesidad de gestionar mejor los recursos apremia, cuando la escasez es grande.

 

Una familia pobre gestiona mejor su economía que una familia rica. El despilfarro comienza cuando hay abundancia. El ser humano tiene tendencias contrapuestas que en función del entorno, del contexto, de las circunstancias, pueden amplificarse o atenuarse. El ser humano es capaz de lo peor y de lo mejor. Pero, extrañamente, muchas veces, saca lo peor de sí cuando todo le va bien, y lo mejor de sí cuando todo le va mal. La comodidad lo empeora y la necesidad lo mejora. Como decía Ortega y Gasset: En el dolor nos hacemos, y en el placer nos gastamos.

¿Qué ideas abandonar para dejar de sobrevivir?
Desde la mirada de la Bioneuroemoción: Línea Cuerpo y Mente

La creencia en la casualidad:
Nada en nuestra vida ocurre de forma aleatoria o es producto de una mala suerte. Toda causa tiene un efecto. Esto significa que nosotros como mentes observadoras somos la causa de que lo que nos encontremos en el mundo llamado efecto sea de una forma u otra. Es decir, todo lo que hay allá afuera habla de nosotros mismos, sin excepción. Esto implica por ejemplo, empezar a relacionar los repentinos saltos automáticos de la luz con los picos de tensión que yo tengo con las personas de mi entorno.

La creencia de que el cuerpo se puede poner enfermo:
Aplicado a otras enfermedades como una alergia, un cáncer o una simple acidez de estómago. Varios estudios dejan en evidencia que las emociones humanas alteran la forma que toman las estructuras moleculares del agua y que las células de nuestro cuerpo cambian dependiendo del carácter que estas toman. Llegamos a la conclusión entonces, de que nosotros mismos (fuentes de emociones) somos los responsables de hacer daño a nuestro cuerpo y que los pensamientos juegan un papel muy importante en este aspecto.

La creencia en el victimismo:
Dejar de culpar a los demás. Sin darnos cuenta y sin verbalizarlo tomamos la posición de víctimas proyectando toda la responsabilidad de nuestra situación hacia alguien externo a nosotros. Así, muchas veces, nos unimos a asociaciones o grupos de gente que pasan por lo mismo que nosotros para sentirnos identificados y comprendidos, retroalimentando el sentimiento de injusticia, culpa y victimismo. Es correcto encerrar al maltratador pero también lo es invitar a que la maltratada realice un cambio de actitud en su vida para que deje de ser sumisa y no repita su conflicto.

La creencia de que mente y cuerpo están separados:
Nuestra esencia es mente consciente que forma parte de un Todo. Por lo tanto, no puede haber separación entre nosotros porque todos somos uno y todos estamos interconectados. Al tener esto en cuenta ya no es necesaria la práctica del perdón puesto que comprendemos que aquél que nos hizo daño en su momento no es más que el gran Maestro que nos ha hecho de espejo para invitarnos a conocer mejor lo que hay en nuestro interior a través de la experiencia de sentirnos unidos a él.

Esta nota es un desarrollo del Dr Fabián Sorrentinoforma parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red.