A todos nos ha pasado que en cuanto nos despedimos de alguien, salimos de una reunión o nos levantamos de una entrevista, pensamos “caramba, ¿por qué dije eso?”, “¿por qué hice eso?” o, lo que es peor (en las discusiones sentimentales): “¿por qué no le dije tal cosa?”

Hoy vamos a reflexionar sobre el tema: Liberándonos de los prejuicios que nos hemos auto-impuestos… acorde a lo aprendido en las clases con el Dr Fabián Sorrentino y las enseñanzas de Silvia Ramírez de Coaching e Imágen.

Esas reacciones inconscientes, tanto por acción como por omisión, corresponden a la definición de “hábitos”. Sí: son formas de comportamiento o de respuesta que hemos automatizado luego de haberlas repetido muchas veces.

habito

Un hábito es un hábito porque lo hacemos de manera inconsciente porque lo vivimos en transparencia (sin pensar en eso); sin prestar atención ni gastar energía en la operación neuronal de fondo. Es un mecanismo que funciona solo y hemos adquirido desde la infancia.

El hábito más común que tenemos tiene que ver con la forma de vestirnos. Con la forma en cómo manifestamos  nuestra imágen. Detrás de ese hábito hay un conjunto de prejuicios «lo que se ve bien y lo que se ve mal» que diseñan y moldean una cantidad de hábitos posteriores, conformando nuestra conducta e inclusive nuestro carácter.

El desafío en esta etapa es revisar que te sirve de lo que has creado hasta ahora y en qué áreas nuevas puedes mejorar o transformar.

Si el ejercicio lo has llevado al límite y has observado profundamente en ti mismo a partir de las reacciones de los demás probablemente puedas producir un estiramiento y aportar algo nuevo a tu identidad. que quizá no sea de ropa, sino de actitud y estilo.

A continuación va una lista de conductas automatizadas que observo con frecuencia y estoy seguro no sirven, ni son afines a nuestro propósito:

–  Asentir todo el tiempo con la cabeza (que genera desconfianza en tu interlocutor; le hace perder el interés en esforzarse por convencerte).

–  Autocriticar o demeritar tus propios logros.

–  Aceptar cosas que no quieres o no puedes hacer (ser incapaz de decir “¡NO!”)

– No aceptar jamás un cumplido (siempre contestar con un argumento que lo “desmiente”) viviendo la crítica con un peso ineludible y fuerte resistencia.

– Vivir a la defensiva, sobre-reaccionando a opiniones o circunstancias con las que no estás de acuerdo.

– Burlarte, ignorar o ridiculizar lo que dicen o hacen los demás.

– Decir Mentiras para justificarte.

– Exagerar para tomar el control de la relación.

– Buscar comprarte al otro para reducir la pena…

A continuación, responde:
¿Cuáles de estas conductas eres conciente que tienes o has tenido?
1 – ¿Cómo y cuándo y con quién te justificaste o accionaste de esta manera? Si no has encontrado conductas como estas, ¿qué conductas has observado en ti? ¿qué te has observado hacer para salir ileso del ejercicio?

2 – ¿Qué fue lo que más te costó escuchar o la conducta de otro conocido o no que más te dolió?

La mayoría de nosotros se identifica con alguno (si no con varios) de los hábitos de la lista anterior o tiene los suyos propios. Una vez ubicada la costumbre, tienes que preguntarte cómo lo pudiste haber adquirido:

¿Te lo enseñaron en la infancia?, ¿te salvó una vez que estuviste en aprietos?, ¿estabas ahí cuando le funcionó a alguien más y lo acogiste como un modelo de reacción para ti?

Las últimas dos opciones explican gran parte de nuestros hábitos: cuando tenemos que presenciar escenas de enfrentamiento (de ideas, de personas, de niveles de fuerza, etc.) que nos causan una fuerte impresión, una parte de nuestro cerebro decide, en su criterio, qué extremo de la discusión salió victorioso, graba esa reacción “exitosa” y la guarda para que reaccionemos así ante un evento similar en el futuro.

La trampa de este mecanismo automático de reacción es que, como es automático, de entrada, no es inteligente (dijimos que lo automático es lo que se hace sin necesidad de pensar antes).

Segundo, aunque el mecanismo tiene el propósito noble de evitar ponernos en riesgo, sacarnos de un apuro o hasta hacernos quedar bien, tiene el efecto negativo de bloquear nuestro camino al éxito imponiéndonos siempre el mismo tipo de respuestas, anulando tu creatividad y tu capacidad de improvisación.

papa3 – ¿Qué te animas a transformar de ti a partir de este ejercicio? Te pido que busques entre las elecciones históricas que has hecho en tu vida en algún momento (quizá desde tu adolescencia) a partir del temor, de que algo no se vea o note más y te desafíes a soltar ese hábito desafiando aprendiendo a confiar en ti mismo/a

¿Por qué los automatismos te sacan del camino del éxito? porque a nadie le gusta tratar con una persona cuyas reacciones siempre corresponden a las de alguien mentiroso, impresionable, agresivo, burlón, exagerado o que no se respeta a sí mismo, de manera que quien tenga algún poder de decisión optará por otro que no seas tú para hacer ese negocio, para darle ese contrato, para aceptar salir en una cita, etcétera.

4 – ¿Qué has sido capaz de conversar con las personas con las que te has relacionado, qué conversaciones inusuales han aparecido durante el ejercicio?

En resumen, revisa las actitudes que al día de hoy se han vuelto una “maña”, seguramente alguna vez te resultó de grandísima utilidad, pero ahora se te está volviendo un problema porque te impide acceder a cosas, actividades y personas más interesantes de las que ordinariamente frecuentas, realizas o tienes.

Si estuvieras libre totalmente de prejuicios sobre ti,
5 – ¿Con quién te animarías a relacionarte que hasta hoy no lo has hecho? ¿quién es ese Hombre, mujer, personalidad o prócer al que aún no te has acercado porque en el fondo de tu corazón no te ha alcanzado tu manera de ser?

6 – ¿Qué conversaciones te animas a sostener que hasta hoy no sostienes por enfocarte en cuestio-nes cotidianas que no hacen la diferencia? ¿Qué respuestas automáticas te animas a soltar?

La invitación es que a partir de hoy te vas a comprometer a no suponer nada negativo sobre ti. En mi propio decir: «este mundo le pertenece a los valientes que son capaces de permanecer serenos»

monjasNo supongas nada. No supongas que la persona que está en frente se va a sentir mejor si minimizas todos tus méritos; no supongas que tienes que hacer algo; no supongas que los demás se van a ofender o van a pensar que eres un engreído si no aceptas hacer algo que no quieres; no supongas que vas a lastimar a otro por no aceptar hacer cosas que te lastiman o que minan tu autoestima.

¿Qué consideras que caracteriza a las personas que han tomado consciencia y tienen dominio propio sobre su Sistema de Respuestas Automáticas?

Estas son algunas obervaciones de Silvia Ramirez de Coaching e Imágen:
A –  Son autoeficientes (confían en poder alcanzar resultados por sus propios medios), lo cual, generalmente, los lleva ser personas exitosas.
B – Son muy felices porque no sufren de ataques de culpa (los que vienen luego de haber reaccionado sin pensar).
C – Como tomaron conscientemente el nuevo hábito de pensar rápido, tienen respuestas más funcionales a los desafíos cotidianos.
D – Como se acostumbraron a pensar un segundo antes de entrar en acción, no son víctimas ni presas de emociones que sienten que no pueden controlar.

Y tú, desafiando tu compromiso con el maquillaje diario:
7 – ¿qué puedes ganar si erradicas tu obsoleto Sistema de Respuestas Automáticas que hacen al fondo de vos..?

No te bastará la vida para terminar de celebrarlo: ganarás poder personal. Obtendrás el dulce privilegio de la Autodeterminación.

mona¿Por qué nos vemos guapos en el espejo y feos en las fotos?
Si eres de los que se preguntan cómo es posible que hayas salido tan feo en esa foto que te han hecho (un poco a traición, reconozcámoslo, los posados-robados están a la orden del día) con lo guapo que te veías esta mañana en el espejo antes de salir de casa… bienvenido al club.

Si eres de los que creen firmemente que existe una conspiración entre tus ojos, tu mente, tu cámara y el espejo, encaminada a sabotear tu imagen pública… puede que te interese la explicación de este fenómeno.

Partimos de la base de que todo tiene como elemento esencial la captura de los fotones, bien tus ojos bien la óptica de una cámara. A través de los mismos se forma la imagen que contemplas. La principal diferencia es que la óptica de la cámara lo hace de una manera diferente a tus ojos, sin emociones ni prejuicios previos.

¿Qué porcentaje de lo que ves en el espejo eres tu mismo?
El espejo nos devuelve nuestra cara pero nos acostumbramos a verla con los rasgos invertidos, en una simetría opuesta a aquella por la que nos reconoce todo el mundo y que es la que queda reflejada en las fotografías. Todas las fotos nos muestran nuestra cara al revés de como estamos acostumbrados a verla cada mañana. Tenemos una autoimagen de nuestro rostro equivocada.

Cuando nos miramos en un espejo solemos hacerlo de cerca y desde un punto de vista elevado (coincidente de manera habitual con la altura de nuestros ojos) pero cualquier observador ajeno a nosotros tiene una perspectiva diferente, más alejado y desde una altura diferente. Ahí tenemos otra diferencia con la imagen que de nosotros queda en una cámara.

Finalmente hay que hablar de las limitaciones que presenta un espejo para devolvernos nuestra identidad (y que nosotros podamos verla solo a través de una imágen). Ya que en nuestro interior se mantiene un sentimiento de unicidad-integridad entre la imágen y todo lo que soy que en una fotografía otros no pueden captar.

Ahora para rematar Mira la campaña de Dove:
8 – ¿Qué tienes en común con esas personas y que dirías de ti?