Prejuicio. Actitud, creencia u opinión que no se basa en una información o experiencia suficiente como para alcanzar una conclusión rotunda. Literalmente se define como un «juicio previo».

Un prejuicio (del lat. praeiudicium, ‘juzgado de antemano’) es el proceso de formación de un concepto o juicio sobre alguna cosa de forma anticipada. En términos psicológicos, es una actividad mental inconsciente que distorsiona la percepción.

Definición
Gordon Allport, psicólogo de la Universidad de Harvard, quien dedicó gran parte de su trabajo al tema, en su libro The Nature of Prejudice publicado en 1954, definió al prejuicio como: «una actitud suspicaz u hostil hacia una persona que pertenece a un grupo, por el simple hecho de pertenecer a dicho grupo, y a la que, a partir de esta pertenencia, se le presumen las mismas cualidades negativas que se adscriben a todo el grupo» (Allport 1979 : 7).

En esta definición, se refiere principalmente a la etiquetación que hacemos de manera negativa, sobre la base de una forma de pensar que adoptamos desde pequeños. Esta forma de pensar surge como resultado de la necesidad que tiene el ser humano de tomar decisiones firmes y concretas de manera rápida, tomando información generalizada de la que se tiene hasta el momento para emitir juicios, y sin verificar su veracidad.

El prejuicio hace referencia a lo infundado del juicio y al tono afectivo. Allport señala que la frase “pensar mal de otras personas” debe entenderse como “una expresión elíptica, la cual incluye sentimientos de desprecio o desagrado, de miedo y aversión, así como varias formas de conducta hostil, tales como hablar en contra de ciertas personas, practicar algún tipo de discriminación contra ellas o atacarlas con violencia”. En las prácticas cotidianas de los sujetos, el prejuicio opera a partir de presupuestos valorativos basados en costumbres, tradiciones, mitos y demás aprendizajes adquiridos a lo largo de los procesos de conformación de las identidades. Allport no incluye la posibilidad de calificación positiva en su definición.

Su ensayo fue escrito con la finalidad de que sirviera como material didáctico para los estudiantes universitarios y público en general referente al tema de la discriminación étnica, particularmente la que sufrían los judíos y los negros americanos por lo cual es considerado un texto importante en la psicología social, debido a que plantea que el racismo es producido por “temores imaginarios”, lo que nos lleva a una visión positiva de que es posible erradicar el prejuicio para poder vivir en una sociedad más armónica.

Prejuicios en el ser humano – Origen
El prejuicio surge por una conveniencia, para discriminar, descartar o dominar a otras personas o aceptarlas preferentemente, sin tener remordimientos y sin reflexionar si eso es bueno o malo, o si es una opinión objetiva o subjetiva. Comúnmente es una actitud hostil o, menos frecuentemente, favorable hacia una persona que pertenece a determinado grupo (social, étnico, sexual, político, socioeconómico, ocupacional, religioso, deportivo, etario, de salud o de enfermedad o de cualquier índole, incluso territorial o geográfica) simplemente por el hecho de pertenecer (voluntaria o involuntariamente, consciente o inconscientemente) a ese grupo, en la presunción de que posee las cualidades negativas o positivas atribuidas por muchas personas al mismo. La opinión se produce primero respecto del grupo prejuiciado y después incorpora al individuo.

El prejuicio es una evaluación preconcebida de las personas, una idea preconcebida que se tiene sobre los otros.
El prejuicio consiste en tener una opinión o idea acerca de un miembro de un grupo sin realmente conocer al individuo. La antipatía suele basarse en información pasada y en la experiencia con un individuo en particular.
La extensión de las propias experiencias negativas al caso general se puede considerar como sesgo. Por ejemplo, una persona que ha tenido una serie de relaciones negativas con miembros del sexo opuesto puede desarrollar un prejuicio contra ese sexo, y asumir así que los factores que dañan las relaciones siempre están presentes en ese sexo, y adoptar el conjunto de prejuicios que se conoce como sexismo.

O, si una persona ha crecido con el concepto de que los miembros del grupo «X» tienen ciertas características, debido a un encuentro pasado amargo con un X, puede asumir que todos los miembros del grupo son X y tratar a todos los miembros de ese grupo en función de esa experiencia: racismo, prejuicios relacionados con la lengua (tratar ciertas variantes dialectales de un idioma como si no fueran idiomas, por ejemplo), intolerancia religiosa, homofobia o el rechazo de alguien porque su estirpe política es diferente de la propia.
En otros casos, está relacionado con el tribalismo. A los jóvenes de un grupo, en una educación temprana, se enseña que ciertas actitudes y valores son los «correctos». Se forman opiniones sin sopesar la evidencia en ambos lados del asunto considerado. Muchos comportamientos prejuiciosos se forman en la infancia al emular la forma de pensar y hablar de los mayores, sin intención maliciosa por parte del niño. El adulto prejuicioso puede incluso sorprenderse al oír una lista de improperios y de sus propias opiniones a medio cocinar sobre ciertos grupos de boca de sus hijos e hijas.


Bases neuroquímicas

Desde el punto de vista de la neurociencia social, disciplina recientemente desarrollada, sólo cuando anticipamos una interacción con una persona ajena a nuestro grupo la respuesta en la producción de cortisol en el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal a un evento así podrá predecir la manifestación (medida a través de un cuestionario de autoevaluación) de un prejuicio sutil o de uno intenso.

El prejuicio como mecanismo de defensa
Se ha sugerido que en determinadas situaciones donde se puede correr cierto riesgo o peligro los prejuicios nos protegerían de los mismos mediante un mecanismo de anticipación y una rápida respuesta sin necesidad de emitir un razonamiento. Por tanto podría ser una ventaja evolutiva.[cita requerida]

Tipos
Prejuicios excluyentes

Como en la persecución, la persona que actúa con una creencia prejuiciosa cree en la maldad o bondad del otro y en la justicia del razonamiento propio. En la mayor parte de los casos, se da por hecho que existe una inferioridad natural o genética en el grupo segregado, o bien una circunstancia cualquiera que establece la inferioridad de sus integrantes. También es común que se ponga un acento en las diferencias culturales, lo que explicaría la inferioridad o superioridad de los otros.

El hecho concreto es que, por medio de unas u otras excusas, siempre hay una evaluación genérica de la persona afectada. Por ejemplo, el prejuicio de que el pueblo español es «bruto e ignorante» tiene una clara raíz inglesa. La gran influencia cultural británica en las clases dominantes de España después de la Guerra de la Independencia instaló en España el mismo prejuicio. Tan fuerte fue esa prédica negativa que los propios españoles terminaron por creerla.

Tener una visión políticamente impopular no constituye en sí un prejuicio, y no todas las visiones políticamente populares están libres de prejuicio. Cuando se aplican a los grupos sociales, los prejuicios generalmente se refieren a los sesgos existentes hacia los miembros de esos grupos, con frecuencia basados en estereotipos, y en su forma más extrema se convierten en la negación injusta de los beneficios y derechos de esos grupos o, a la inversa, en el favorecimiento injusto de otros. Durante el siglo XIX y principios del siglo XX la mayor parte de los empresarios consideraban que sus obreros eran vagos, sucios, inmorales y sanguinarios, en lo cual se justificaba plenamente la oligarquía, para explotar a su subhumano proletariado sin remordimientos.