Desde la perspectiva bíblica, la pobreza se comprende en dos niveles: el material y el espiritual. No se trata únicamente de la carencia de bienes o recursos, sino también de una actitud del corazón que, en algunos casos, se reconoce como una virtud de humildad y dependencia hacia Dios. La Escritura invita a ver la pobreza no sólo como una circunstancia a superar, sino como una llamada a la solidaridad, a la justicia social y a la transformación interna.

Pobreza Material y Justicia Social en el Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento subraya la responsabilidad de cuidar al prójimo y especialmente a los más vulnerables. En estos dos versículos puede verse con claridad:

Deuteronomio 15:7-8: «Si hay en medio de ti alguno de tus hermanos, pobre, en cualquiera de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre; antes bien, le abrirás tu mano y le prestarás lo que necesite.»

Este pasaje pone de relieve la obligación ética de la generosidad y el apoyo comunitario para responder a las necesidades del prójimo.

  • Obligación de la generosidad:
    El pasaje manda a los creyentes a no endurecer el corazón ni cerrar la mano al necesitado. Para los adventistas, esto implica que toda posesión y recurso es un don de Dios y, por tanto, debe administrarse para el beneficio común. Se entiende que compartir lo que se tiene es parte del llamado a vivir conforme a los principios del amor y la justicia revelados en las Escrituras.
  • Responsabilidad comunitaria:
    La instrucción no es únicamente un mandato individual, sino que apunta a la formación de una comunidad solidaria. Los adventistas ponen énfasis en que la iglesia y sus instituciones deben ser reflejo de la familia de Dios, donde cada miembro contribuye al bienestar del otro, especialmente de aquellos que se encuentran en situaciones de carencia. Esta visión se plasma en el énfasis adventista en la misión social, el establecimiento de centros de salud, educación y proyectos de acción comunitaria.
  • Prefiguración del Nuevo Testamento:
    Aunque este pasaje pertenece al contexto de la ley mosaica, los adventistas lo valoran como un principio eterno que se cumple y se intensifica en el mensaje de Jesús. La generosidad y el servir a los necesitados se reafirman en el Nuevo Testamento, especialmente en las enseñanzas de Cristo, quien identificó en cada acto de bondad hacia el pobre una manifestación directa del amor a Dios. Esta continuidad resalta la importancia de una vida de servicio y entrega desinteresada.
  • Administración responsable de los recursos:
    La responsabilidad de «abrir la mano» se ve también como una manera de practicar una administración correcta de las bendiciones recibidas. Los adventistas entienden que la prosperidad no es un fin en sí misma, sino una herramienta para impulsar el servicio a la comunidad y contribuir a la transformación social. De esta forma, se rechaza una mentalidad egoísta y se promueve una cultura de ayuda mutua que refleje el carácter del Reino de Dios.

En resumen, este versículo enfatiza que el amor práctico hacia el prójimo es inseparable de la fe. Seguir este mandato es reconocer que la generosidad, fundamentada en la confianza en la provisión divina, no solo alivia la pobreza material, sino que también fortalece la dimensión espiritual y comunitaria del creyente, cumpliendo así un aspecto esencial del llamado cristiano.

Isaías 58:6-7: «¿No es éste el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de impiedad, soltar las ataduras de la servidumbre, dejar ir libres a los quebrantados, y que rompas todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa…»

Isaías 58:6-7 se entiende como un llamado a una vivencia auténtica de la fe, en la que el ayuno trasciende la mera abstinencia de alimentos para convertirse en una práctica de justicia, compasión y transformación social. A continuación, se puntualizan los aspectos claves de esta interpretación:

  • Ayuno Activo y Transformador:
    El versículo muestra que el verdadero ayuno no consiste únicamente en privarse de comida, sino en «desatar las ligaduras de impiedad» y «soltar las ataduras de la servidumbre». Esto enfatiza que la disciplina espiritual debe producir un cambio activo en la sociedad; es decir, los creyentes deben utilizar ese tiempo de entrega para liberar a quienes sufren opresión, tanto en lo material como en lo espiritual.
  • Acción en Favor de los Necesitados:
    Al invitar a «partir tu pan con el hambriento» y a «albergar en casa a los pobres errantes», el pasaje invita a integrar la fe con acciones concretas. En la teología adventista, el servicio al prójimo y la ayuda a los vulnerables son expresiones esenciales del amor de Dios. Este llamado a compartir y acoger es una manifestación práctica de que la adoración a Dios debe ir acompañada de una preocupación sincera por la justicia social y la dignidad humana.
  • Unidad de la Vida Interior y Exterior:
    Los adventistas destacan la noción de que la verdadera piedad no se limita a rituales o prácticas privadas, sino que requiere que la transformación espiritual se refleje en la conducta diaria. El ayuno descrito en Isaías 58:6-7 se convierte en un mecanismo para limpiar el corazón y, al mismo tiempo, motivar a actuar para desmantelar las injusticias, logrando una coherencia entre la vida interior del creyente y sus acciones en la comunidad.
  • Visión Integral del Reino de Dios:
    La interpretación adventista resalta que este tipo de ayuno anticipa la llegada del Reino de Dios, donde la equidad, la compasión y la verdadera libertad son realidades. Al romper «todo yugo», se señala la expectativa de que las estructuras de opresión y desigualdad sean transformadas por un orden basado en el amor y la justicia divina.

En resumen, desde esta visión Isaías 58:6-7 invita a los creyentes a un compromiso integral en el que su vida espiritual se manifieste en actos concretos de liberación y solidaridad con el prójimo. El verdadero ayuno es entonces una herramienta para derribar barreras de injusticia y mostrar, a través de la compasión y el servicio, la esperanza y la restauración que emanan del amor de Dios.

Pobreza Espiritual y el Reino de los Cielos en el Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento, por su parte, introduce una dimensión espiritual en el concepto de pobreza. Jesús utiliza la idea de ser «pobre en espíritu» para describir a aquellos que reconocen su necesidad de gracia y la supremacía de la ayuda divina:

Mateo 5:3: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.»

  • Humildad y Dependencia de Dios:
    En este pasaje se enfatiza que el reconocimiento de nuestra propia insuficiencia ante la grandeza divina es el primer paso para recibir la gracia de Dios. Los adventistas entienden que ser «pobre en espíritu» significa reconocer que sin la ayuda de Dios no somos nada, y que esta humildad es la base para una transformación espiritual genuina.
  • Camino hacia la Transformación Interior:
    La verdadera bendición, según este versículo, reside en la apertura del corazón a la acción salvadora divina. Esta actitud de rendición y dependencia se traduce en una vida de servicio, donde el creyente se compromete a cultivar virtudes como la compasión, la honestidad y la justicia, elementos fundamentales para experimentar el Reino de los Cielos en la tierra.

Lucas 4:18: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; a los que tienen quebrantado corazón, a sanar a los quebrantados de espíritu…»

  • Misión de Jesús como Modelo de Servicio Integral:
    Este versículo revela el propósito misional de Jesús: llevar esperanza, sanidad y liberación no solo de manera espiritual, sino también en su dimensión material. Para los adventistas, este mandato es una invitación a seguir el ejemplo del Mesías, extendiendo la compasión y la ayuda a aquellos que sufren en nuestra comunidad.
  • Acción Social y Transformación Comunitaria:
    La liberación “a los pobres” y la sanación “a los quebrantados de corazón” implican una acción vinculada tanto a la restauración espiritual como a la mejora de las condiciones de vida. En la enseñanza adventista, esta visión se materializa en obras concretas de servicio social, evidenciando que la fe auténtica se manifiesta en la atención a la necesidad y en la búsqueda de la justicia para los marginados.

Una Llamada a la Acción y a la Conversión Social

Los siguientes dos versículos complementan una visión dual:

  • Proverbios 14:31:
    «El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; pero el que tiene misericordia del necesitado honra a Dios.»
    Esta afirmación resalta que la forma en que se trata a los menos favorecidos tiene importantes implicaciones morales y espirituales.
  • Mateo 25:35-40 (resumen de las palabras de Jesús sobre la atención a los necesitados):
    «Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis…»
    En este pasaje, Jesús identifica el servicio a los pobres y marginados como un acto directo de amor hacia Él mismo, estableciendo un profundo vínculo entre la compasión y la fe.

Conclusión

La visión bíblica de la pobreza invita a una respuesta integral: mientras los textos del Antiguo Testamento subrayan la obligación de justicia social y de compartir los recursos para aliviar la carencia material, el Nuevo Testamento llama a reconocer una «pobreza en espíritu» que se contrapone al orgullo y la autosuficiencia. En conjunto, estos enfoques nos animan a actuar con amor, compasión y generosidad, promoviendo tanto el bienestar material como la transformación interior, fundamentos esenciales para construir una sociedad más justa y en armonía con la voluntad divina.

Esta visión desafía a comunidades y creyentes a integrar principios de justicia y misericordia en la vida cotidiana, lo que se traduce en acciones concretas de apoyo a los más vulnerables y en la búsqueda de un equilibrio entre lo material y lo espiritual. ¿Cómo podrían estas enseñanzas inspirar iniciativas actuales de desarrollo comunitario y políticas públicas orientadas a una redistribución más equitativa de los recursos? La reflexión sobre estos versículos abre la puerta a profundos debates sobre la ética, la economía y la responsabilidad social en nuestro tiempo.

Compilado por el Dr. Fabián Sorrentino.