La honestidad, del término latino honestĭtas, es la cualidad de honesto. Por lo tanto, la palabra hace referencia a aquel que es decente, decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, probo, recto u honrado, según detalla el diccionario de la Real Academia Española (RAE).

Honestidad

En otras palabras, la honestidad constituye una cualidad humana que consiste en comportarse y expresarse con sinceridad y coherencia, respetando los valores de la justicia y la verdad.

La honestidad no puede basarse en los propios deseos de las personas. Actuar en forma honesta requiere de un apego a la verdad que va más allá de las intenciones. Un hombre no puede actuar de acuerdo a sus propios intereses, por ejemplo obviando información, y ser considerado honesto.

En concreto podemos determinar que la honestidad es un valor humano que significa que una persona que la tenga no sólo se respeta a sí misma sino también al resto de sus semejantes. Sin olvidar tampoco otras características fundamentales como serían la franqueza y, por supuesto, la verdad.

Todo ello da lugar a que se establezca que poseer dicha honestidad es algo imprescindible en la naturaleza del ser humano pues se convierte en pieza clave en todo tipo de relaciones. Así, es eje en la amistad, en el seno de la familia, en la relación amorosa y de igual manera en cualquier tipo de relación social.

Para que cualquiera de aquellas funcione debe existir en honestidad y no falsedad, injusticia o fingimiento. Y es que aquel valor que nos ocupa lo que hace es aportar a las mismas cariño, confianza, amor y sinceridad absoluta.

El filósofo chino Confucio (551 A.C.–479 A.C.) ha distinguido entre tres niveles de honestidad. En un nivel más superficial (denominado Li), incluye a las acciones que una persona realiza con el objetivo de cumplir sus propios deseos, tanto en el corto como en el largo plazo, pero demostrando sinceridad.

Un nivel más profundo es el Yi, donde el actuante no busca su propio interés sino el principio moral de la justicia, basándose en la reciprocidad.

Por último, el nivel más profundo de la honestidad es el Ren, que requiere de autocomprensión previa para comprender a los demás. Este nivel implica que un hombre debe tratar a quienes se encuentran en un nivel inferior de la escala social de la misma forma que le gustaría que los superiores lo traten a él.

Entre los libros más interesantes que existen actualmente en el mercado para estudiar más a fondo el citado valor o cualidad que nos ocupa se encuentra el titulado “Honestidad radical. Transforma tu vida diciendo la verdad”. En el año 2008 fue cuando el psicólogo Brad Blanton publicó dicho trabajo en el que intenta mostrar al lector como la situación de estrés a la que puede llegar en determinados momentos es por culpa de las mentiras que dice a su jefe, a sus amigos o a su familia.

Por eso, le recomienda que la manera para acabar con aquel es apostar por la honestidad, por ser sincero y decir lo que se piensa y también lo que se siente.

Para Wikipedia es la virtud que consiste en decir la verdad, ser decente, recatado, razonable y justo. Desde un punto de vista filosófico, es una cualidad humana que consiste en actuar de acuerdo como se piensa y se siente (coherencia). Se refiere a la cualidad con la cual se designa a aquella persona que se muestra, tanto en su obrar como en su manera de pensar, como justa, recta e íntegra. Quien obra con honradez se caracterizará por la rectitud de ánimo, integridad con la cual procede en todo en lo que actúa, respetando por sobre todas las cosas las normas que se consideran como correctas y adecuadas en la comunidad en la cual vive.

En su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el mundo exterior, los hechos y las personas; en otros sentidos la honestidad también implica la relación entre el sujeto y los demás, y del sujeto consigo mismo.

Honestidad y honradez, términos originariamente distintos, se han aproximado con el lapso del tiempo y la influencia del idioma inglés; de tal modo que se está produciendo una suerte de refundición de ambos para aludir a la definición de honradez, siendo ésta sólo una de las acepciones del vocablo «honestidad».

La honestidad según Marco Tulio Cicerón

Para el filósofo romano Marco Tulio Cicerón la honestidad se realiza por el cumplimiento de las obligaciones que se encuentran presentes en todas las actividades de la vida humana. La honestidad se contrapone a lo útil, al placer y al dolor (en contra de los epicúreos) y representa el fin mismo al que debe aspirar el ser humano para ser recto.

Las obligaciones surgen de los cuatro principios (virtudes cardinales) que, de forma unida y mutuamente dependientes, conforman la honestidad:

1 – Prudencia (y sabiduría): de aquí la obligación de descubrir la verdad (distinguir los actos buenos de los malos y el conocimiento teórico en general)

2 – Justicia (y beneficencia): de aquí la obligación de mantener la unión y sociedad entre los hombres (tanto no dañar a los demás como servir a los demás)

3 – Fortaleza: de aquí la obligación de mantener la grandeza y excelencia del ánimo para realizar las acciones.

4 – Templanza: de aquí la obligación de mantener el orden, moderación y constancia de los actos.

La Honestidad según Confusio

Según Confucio, la honestidad es uno de los valores y componentes más importantes de una personalidad saludable con tu entorno y con los demás.

En su nivel más superficial, el Li, son todas aquellas acciones realizadas por una persona con objeto de construir la sociedad ideal, y destinadas a cumplir sus deseos, ya sea a corto plazo (malo) o a largo plazo (bien). Admitir que se busca la gratificación inmediata, con todo, puede contribuir a transformar un acto malo en uno peor, del mismo modo que ocultar las intenciones a largo plazo puede empeorar una buena acción. Un principio fundamental en esta teoría es la de que una buena persona debe mostrar sus sentimientos sinceramente en su rostro, de forma que facilite la coordinación de todos en la consecución de mejoras a largo plazo. Esta sinceridad, que abarca incluso a la propia expresión facial, ayuda a lograr la honestidad con uno mismo, y a que las actividades humanas resulten más predecibles, amigables y placenteras. En esta primera versión, la honestidad se logra buscando únicamente el propio beneficio.

En un nivel más profundo que el Li se encuentra el Yi, o la bondad. En este nivel no se persigue ya el propio interés, sino el principio moral de la justicia, basado en la reciprocidad. También aquí es importante el aspecto temporal de las acciones, pero en este caso como lapso de tiempo. Así, por ejemplo, dado que los padres dedican los tres primeros años de vida de sus hijos solo a cuidarlos, los hijos deben guardar luto los tres primeros años tras la muerte de los padres. En este nivel uno es honesto acerca de sus propias obligaciones y deberes, incluso cuando no hay nadie que los juzgue o que se vea inmediatamente afectado. Esta parte del código moral se relaciona con el culto a los antepasados, que Confucio hizo normativo.

El nivel más profundo de honestidad es el Ren, desde el cual surgen el Yi y por tanto también el Li. La moral de Confucio se basa en la empatía y la comprensión de los demás, lo que requiere una autocomprensión previa, de la que nacen las normas morales, más que de un código ético previo, otorgado por alguna divinidad. La versión confucionista del imperativo categórico consistía en tratar a los inferiores como te gustaría que tus superiores te tratasen a ti. La virtud se basa en la armonía con los demás, y en la aceptación de que en algún momento de nuestras vidas todos estamos a merced de otras personas. La honestidad consiste por lo tanto en ponerse en el lugar hipotético de la propia vida futura, y la de las generaciones pasadas y venideras, y elegir no hacer o decir nada que pueda mancillar el honor o la reputación de la familia.

En parte debido a una comprensión incompleta de estas nociones más profundas de honestidad en Occidente, es común en las civilizaciones orientales denominar «bárbaros» a aquellos que no las conocen y las cumplen, pese a que en ocasiones estas culturas asiáticas implican unos niveles de ambigüedad y paciencia.

Fuentes: Definiciones.DE. Wikipedia