Es el principio que contrapesa al principio de placer. Así como éste tiende a la satisfacción inmediata, el de realidad se apoya en la realidad externa y en la experiencia personal, buscando el equilibrio o la distensión por caminos distintos a la satisfacción inmediata. Así la sed puede exigir la satisfacción inmediata por medio de un vaso de cerveza fría, por ejemplo (principio de placer), pero la experiencia del individuo u otras normas por él aceptadas pueden exigir otro modo de hallar el equilibrio eliminando o al menos disminuyendo sustancialmente la tensión surgida. Así, en el ejemplo anterior, podrá contentarse con una bebida no alcohólica a temperatura ambiente, con una fruta, etc.

Más allá del principio de placer

Si bien Sigmund Freud postuló, en su momento, el imperio del principio de placer sobre los procesos psíquicos, el contraste que oponía su propia experiencia al mismo lo llevó a indicar un más allá de él, al que se refiere en su conocido artículo Más allá del principio de placer. No obstante, ya en publicaciones anteriores había puesto reparos a la postulación de la universalidad de este principio, por ejemplo en sus Tres ensayos de teoría sexual, donde se refiere al placer preliminar como uno cuyo mecanismo coincidiera con un aumento de tensión (en lugar de su disminución).

En Más allá allá del principio de placer menciona una serie de experiencias que se oponen al principio en cuestión. Entre ellas se incluye una observación realizada en un sujeto de edad infantil en el momento en que desarrollaba un juego con un carretel que era arrojado reiteradamente (movimiento acompañado con la pronunciación de «o-o-o»). Como se trataba de la escenificación de la partida de su propia madre (hecho que en sí le resultaba desagradable y no placentero) llamó la atención de Freud, quien supuso que allí tenía lugar una «ganancia de placer de otra índole» (distinta a la deducible a partir del principio de placer).

Otro hecho de la experiencia psicoanalítica (de la que puede suponerse que Freud extrae la conjetura de este ‘más allá’) que contradice el principio del placer es la llamada compulsión de repetición. Dice al respecto que esta compulsión devuelve, en la transferencia del análisis:

vivencias pasadas que no contienen posibilidad alguna de placer, que tampoco en aquel momento pudieron ser satisfacciones, ni siquiera las mociones pulsionales reprimidas desde entonces. Sigmund Freud

Asimismo, hace extensiva esta compulsión -que encuentra en las personas en psicoanálisis- a la vida de algunas personas no neuróticas:

Se conocen individuos en quienes toda relación humana lleva a idéntico descenlace: benefactores cuyos protegidos (…) se muestran ingratos pasado cierto tiempo, y entonces parecen destinados a apurar entera la amargura de la ingratitud; hombres en quienes toda amistad termina con la traición del amigo; otros que en su vida repiten incontables veces el acto de elevar a una persona a la condición de eminente autoridad para sí mismos o aun para el público, y tras el lapso señalado la destronan para sustituirla por una nueva; amantes cuya relación tierna con la mujer recorre siempre las mismas fases y desemboca en idéntico final, etc. Sigmund Freud.

¿Cómo puedo mejorar mi Factor de Realidad?

Para la cienciología, la realidad es «eso que aparenta ser así» y sin embargo es una construcción de nuestro observador. A continuación te comparto un video que puede asistirte en viaualizar la forma de ampliar tu horizonte de posibilidades.