Del latín “vivere” que significa poseer existencia o vida, aludiendo a las experiencias de vida personales, podemos decir que vivencia, es lo que cada uno experimenta, en su cotidianeidad, simplemente por existir, siendo estas experiencias transformadoras de su esencia, y a su vez reconociendo que cada hecho vivenciado lo es un modo particular por el que lo vive o experimenta, lo que hace que el propio sujeto lo modifique en su percepción.

Por medio de las vivencias el sujeto aprende conceptos y habilidades, conoce el mundo que lo rodea, siente su influencia, lo analiza y cuestiona, y forma parte de la red de la vida.

La muerte de un padre, el nacimiento de un hijo, una fiesta de cumpleaños, recibirse, enfermarse, son experiencias cotidianas, que son vivenciadas por cada uno de diferente modo. Un mismo hecho, por ejemplo un cumpleaños, alguien puede vivenciarlo como algo hermoso, emotivo y gratificante, y ser para otro, motivo de angustia al percibir a través de ese hecho, el paso irremediable del tiempo. Por lo tanto, una misma vivencia puede ser interpretada como positiva o negativa, placentera o traumática, de acuerdo al carácter, personalidad, historia personal, contexto económico, político o social, etcétera.

Tiene por lo tanto que ver la vivencia no solo con lo que se vive o experimenta, sino en cómo se lo vive, de acuerdo a la visión particular de cada individuo, que puede ser conciente o inconciente, y comienza en la vida intrauterina, donde se vivencian emociones y conductas que marcarán al futuro ser, en cuanto a su peculiaridad.