La Conciencia Pasiva es un concepto que se sitúa en la intersección de la neurociencia, la ontología y la fenomenología de la conciencia. Este nivel de conciencia puede ser entendido como el estado en el cual un individuo es consciente de sus experiencias sensoriales y cognitivas, pero sin la intervención activa del yo para modificar o interactuar con estas experiencias. Es un estado de receptividad pura, donde las impresiones del mundo externo e interno son registradas sin juicio ni respuesta voluntaria.

Desde una perspectiva neurocientífica, la Conciencia Pasiva podría asociarse con la actividad de las regiones cerebrales que procesan la información sensorial sin que intervengan de manera significativa los circuitos de toma de decisiones o de planificación. Esto implica que hay una consciencia de los estímulos, pero no necesariamente una acción consciente en respuesta a ellos. En términos de la ontología de la conciencia, este nivel refleja una existencia donde el ser es más un testigo que un agente.

La Conciencia Pasiva es crucial porque establece la base para los niveles más complejos y activos de la conciencia. Actúa como un lienzo sobre el cual se pueden pintar las experiencias más ricas y autodirigidas. Sin embargo, no es un estado menor o menos valioso; por el contrario, es un recordatorio de nuestra capacidad para experimentar el mundo sin la constante necesidad de cambiarlo o controlarlo. En la práctica meditativa, por ejemplo, se busca a menudo este estado para observar los pensamientos y sensaciones sin apego ni aversión.

En la Conciencia Pasiva, uno puede encontrar una forma de paz y aceptación que es difícil de alcanzar cuando estamos constantemente tratando de imponer nuestra voluntad sobre nuestra experiencia. Es un recordatorio de que, aunque tenemos la capacidad de actuar y cambiar nuestro entorno, también tenemos la capacidad de simplemente ser.

Este nivel de conciencia también plantea preguntas interesantes sobre la naturaleza de la experiencia subjetiva y la relación entre el observador y lo observado. ¿Es posible una experiencia puramente pasiva, o siempre hay algún grado de actividad, incluso en la pasividad? ¿Cómo se relaciona la Conciencia Pasiva con el concepto de identidad y el sentido del yo?

A medida que avanzamos hacia niveles de conciencia más activos y reflexivos, como la Conciencia de Control y la Conciencia Reflexiva, la Conciencia Pasiva sirve como un recordatorio de nuestras raíces más fundamentales en la experiencia consciente. Nos proporciona un punto de referencia para entender cómo interactuamos con el mundo y cómo podríamos elegir interactuar de manera diferente.

En resumen, la Conciencia Pasiva es un estado de ser que nos permite observar y experimentar sin la necesidad de intervenir. Es un recordatorio de que, en el flujo constante de la experiencia, hay momentos en los que simplemente estar presentes es suficiente. Este nivel de conciencia es el fundamento sobre el cual se construyen los niveles más activos y participativos, permitiéndonos explorar la gama completa de nuestras capacidades cognitivas y emocionales.

Esta descripción de la conciencia cabe en lo que el equipo de Sonría denomina como el Nivel 0 del MET o Nivel Introductorio en el que el Ser humano reconoce que su vida necesita de un cambio y va en busca de un basta, para retornar de la angustia a un estado de vitalidad (como la que puede haber experimentado en el pasado o de niño) y experimentar lo que llamamos un estado de resiliencia operativa.

En este estado, las personas pueden experimentar una falta de iniciativa y una tendencia a evitar la toma de decisiones o la acción1. La psicología contempla este nivel de conciencia como uno donde predominan procesos cognitivos más automáticos y menos controlados, como la percepción y la atención2.

La mirada de Edmund Husserl

El padre de la fenomenología dedicó una parte significativa de su obra al estudio de la conciencia pasiva. Para Husserl, la conciencia pasiva es fundamental para entender la estructura de la conciencia en su totalidadEn su análisis, distingue entre la intencionalidad activa, donde el sujeto dirige su atención y ejerce un acto de voluntad hacia los objetos, y la intencionalidad pasiva, que ocurre sin un esfuerzo consciente18.

En la intencionalidad pasiva, los objetos se presentan a la conciencia sin que el sujeto tenga que hacer nada para alcanzarlos. Es un proceso automático y espontáneo que subyace a la experiencia conscienteHusserl también explora cómo la conciencia pasiva está relacionada con la temporalidad y la memoria, y cómo los fenómenos pasivos pueden eventualmente convertirse en activos a través de la atención y la reflexión.

La fenomenología busca comprender cómo estos procesos pasivos contribuyen a la formación del sentido y la constitución del mundo vivido desde la experiencia directa y no mediada de la conciencia, los fenómenos que son absorbidos por la conciencia sin una participación activa del yo. La conciencia pasiva es vista como la base sobre la cual se construyen las capas más complejas de la experiencia, como la reflexión y la deliberación18.

Revisemos como la conciencia pasiva se relaciona con las ideas de Husserl sobre el tiempo:

  1. Conciencia Activa vs. Conciencia Pasiva:
    • La conciencia activa se refiere a nuestra atención consciente y deliberada hacia objetos o eventos. Es cuando estamos plenamente involucrados en la experiencia.
    • La conciencia pasiva, por otro lado, es más receptiva. No requiere un esfuerzo activo y puede ser una especie de “fondo” de nuestra experiencia.
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  2. Temporalidad y Conciencia Pasiva:
    • Husserl argumenta que incluso en nuestra conciencia pasiva, experimentamos la temporalidad. Por ejemplo, cuando estamos absortos en una actividad rutinaria o simplemente observando el mundo sin un enfoque específico, seguimos siendo conscientes del tiempo.
    • La conciencia pasiva está impregnada de retenciones (recordando el pasado) y protenciones (anticipando el futuro), aunque no siempre estemos conscientes de ello.
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  3. El Presente Vivo y la Conciencia Pasiva:
    • Husserl también habla del “presente vivo”, que es el momento actual en nuestra experiencia. Incluso en la conciencia pasiva, estamos en este presente vivo.
    • La conciencia pasiva fluye a través del tiempo, y nuestra relación con el pasado y el futuro está siempre presente, aunque de manera sutil.

En resumen, la conciencia pasiva no es simplemente una “ausencia” de conciencia; sigue siendo una experiencia temporal y está conectada con la estructura temporal que Husserl exploró.
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La Conciencia Pasiva en la Fenomenología de Heidegger:

Heidegger es uno de los filósofos más destacados en la exploración de la existencia auténticaPara él, la autenticidad implica un profundo compromiso con nuestra propia existencia asumir la responsabilidad de nuestras elecciones y el reconocimiento de la inevitabilidad de la muerte.

El Dasein: En sus escritos utiliza este término para referirse a la existencia humana. Es más que una mera conciencia individual; ser-en-el-mundo, es siempre “ser-con” otros: con otras personas, objetos y situaciones. Nuestra conciencia está entrelazada con la presencia de los demás y con el contexto en el que vivimos.

La Atención a lo Ordinario: Heidegger enfatiza la importancia de prestar atención a las cosas cotidianas. Al hacerlo, nos conectamos con la realidad de manera más auténtica. Por ejemplo, cuando lavamos los platos, no solo realizamos una tarea, sino que también experimentamos la textura del agua, el sonido de los platos y la sensación en nuestras manos. Esta atención plena nos permite estar presentes en el momento.

En resumen, la conciencia pasiva, según Heidegger, no es una introspección abstracta, sino una inmersión activa en el mundo. Al prestar atención a lo ordinario, nos conectamos con una conciencia auténtica y plena.
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La exploración de la Conciencia Pasiva desde el Budismo y el Taoismo

El budismo se originó en la antigua India y fue fundado por Siddhartha Gautama, conocido como el Buda. Este considera que las deidades son manifestaciones de la mente y no entidades superiores a las que se deba adorar. El budismo enfatiza la autorreflexión y la meditación para comprender la naturaleza de la mente y superar el sufrimiento.

La conciencia para Buda es impermanente y está interconectada con todo lo demás, buscando liberarse del ciclo de reencarnación (samsara) mediante la iluminación (nirvana).

El taoísmo, por su parte, se originó en la antigua China y está asociado con las enseñanzas de Laozi (Lao Tse), que reconoce la existencia de deidades, pero las concibe como manifestaciones del Tao, el principio orientador del universo. El Tao es inefable y trasciende las categorías conceptuales.

La práctica taoísta incluye la armonización con la naturaleza, la simplicidad y la espontaneidad. La conciencia se considera parte integral del flujo natural de la vida.
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¿Qué emociones, actitudes y modelos mentales se vinculan a este estadío?

La naturaleza receptiva y no reactiva de este nivel de conciencia compila los siguientes aspectos:

Niveles Emocionales: La Conciencia Pasiva se asocia con un nivel emocional donde predominan las emociones primarias y las sensaciones corporales. Las respuestas emocionales son menos diferenciadas y más inmediatas, reflejando un procesamiento afectivo más implícito que explícito11. En este nivel, las emociones pueden ser experimentadas de manera más directa, sin la intervención de procesos cognitivos complejos que las modifiquen o interpreten.

Existe cierta dependencia de factores externos en este nivel para determinar el curso de la existencia. Las personas suelen concebirse como víctimas de las circunstancias, manifestar quejas y pensar que cosas malas están sucediendo en sus vidas. A menudo consideran que en la vida hay que tolerar el sufrimiento y eso no les permite apreciar la verdadera felicidad. La baja autoestima y el pesimismo son comunes en este nivel17.

Actitudes: Las actitudes en la Conciencia Pasiva tienden a ser más receptivas y menos proactivas. La persona puede adoptar una postura de aceptación y lindando con la resignación frente a las circunstancias, sin buscar activamente cambiarlas. Esto se debe a que en este nivel, la conciencia no se ve a sí misma como una causa, sino más bien como un efecto del entorno. La actitud predominante es una de observación y experiencia del momento presente sin un juicio crítico o una necesidad de control.

Modelos Mentales: Los modelos mentales en la Conciencia Pasiva son más básicos y menos elaborados. La comprensión del mundo se basa en la percepción directa y la experiencia sensorial, sin la construcción de teorías o explicaciones complejas. En este estado, la mente no está enfocada en la reflexión o el análisis, sino en la simple recepción de la información sensorial y emocional.

Es importante destacar que estos niveles no son estáticos ni exclusivos de la Conciencia Pasiva; más bien, forman parte de un espectro que se extiende hacia niveles de conciencia más activos y reflexivos. La Conciencia Pasiva, por lo tanto, representa un punto de partida fundamental en el desarrollo de la conciencia. Proporciona una base sobre la cual se pueden construir niveles más sofisticados de emociones, actitudes y modelos mentales, permitiendo una interacción más rica y matizada con el mundo y con uno mismo.
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Para cambiar tu lenguaje de pasivo a proactivo, puedes seguir estos pasos:
  1. Toma conciencia de tu lenguaje actual: Escucha las palabras que usas en tu día a día. ¿Reflejan una actitud de víctima o de agente de cambio? Anota frases que uses frecuentemente y que denoten reactividad.
  2. Reformula tus pensamientos: Antes de hablar, piensa en cómo puedes convertir una expresión reactiva en una proactiva. Por ejemplo, en lugar de decir “lo intentaré”, di “lo haré”.
  3. Establece metas claras: Define lo que quieres lograr con un lenguaje proactivo. Esto te ayudará a mantener el enfoque y a encontrar las palabras adecuadas para expresar tus intenciones.
  4. Practica la asertividad: Aprende a expresar tus pensamientos y sentimientos de manera directa y honesta, sin ser agresivo. Esto te ayudará a comunicarte de manera más efectiva y proactiva.
  5. Rodéate de influencias positivas: Interactúa con personas que tengan un lenguaje proactivo. Su influencia puede ayudarte a adoptar un estilo de comunicación similar.
  6. Refuerza el cambio con acciones: El lenguaje proactivo debe ir acompañado de acciones. No solo hables de cambio, sé el cambio que quieres ver.
  7. paciente y persistente: Cambiar hábitos de lenguaje lleva tiempo. No te desanimes si al principio te resulta difícil. La constancia es clave.
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Un desarrollo del Dr. Fabian Sorrentino para la Tesis de la Ontología de la Conciencia. Fuentes Consultadas: 1 psicofronteras.com    2 psychologytoday.com    3 sonria.com    4 materials.campus.uoc.edu    5 jstor.org    6 dialnet.unirioja.es    7 educadua.com    8 sonria.com    9 cv.uoc.edu   10 es.wikipedia.org   11 aperturas   12 aacademica.org   13 pepsic.bvsalud.org    14 aacademica.org   15 n2t.net   16 aacademica.org   17 En Pocas Palabras    18 Scielo