Como demuestra la ciencia, la risa y el humor son tan antiguos como los seres humanos, y encontramos diversos testimonios de la tradición oral que así lo atestiguan:

Heráclito (llorando, 1628). Óleo sobre tela de Hendrick ter Brugghen.

En la Antigua Grecia

Las primeras referencias a la risa podemos encontrarlas en Heráclito, traducidas al latín: Non convenit ridiculum esse ita, ut ridiculus ipse videaris. No conviene ser ridículo hasta el punto de parecerte ridículo a ti mismo.​ Heráclito

En griego antiguo existían dos palabras para la risa: «γελάω» («gelao», ‘brillo’, ‘resplandor de alegría’) y «καταγελάω» («katagelao», ‘risa de arriba hacia abajo’). Como puede intuirse, la primera hace alusión a la «risa sana», y la segunda a la «risa despectiva». También existía una palabra equivalente a lo que hoy conocemos como «sonrisa», aunque no se corresponde etimológicamente con la que usamos en la actualidad.

Algunos autores, como George McFadden, engloban la concepción griega de la risa dentro la conducta cómica, como un «ήθοσ» («ethos») humano, tal cual fue usado el término por Platón y Aristóteles. Obviando algunos antecedentes, en general prescriptivos, la retórica clásica para los discursos y escritos cómicos apareció fundamentalmente con estos dos filósofos.

Aristófanes fue uno de los grandes exponentes de la comedia griega, con 48 obras de las que se conservan. En sus escritos, de espíritu mordaz, realizaba críticas sociales y costumbristas de gran inventiva.

Platón, y Sócrates a través de él, concibieron la risa como un placer mixto, es decir, que supuestamente no debemos reírnos de la ignorancia

Platón (1637). Pintura de José de Ribera.