Esta instancia de conciencia representa el nivel más elemental de la experiencia consciente. Es un estado primario que se activa automáticamente en los Niveles Negativos del Modelo MƐT® como respuesta a estímulos externos, sin la intervención de un procesamiento consciente.

En este nivel, las respuestas son puramente automáticas y están basadas en instintos o reflejos condicionados, que van desde gritar ante el peligro, pegar para defenderse y quedarse al margen sin actuar, a retirar la mano rápidamente al tocar una superficie caliente o parpadear cuando algo se acerca a los ojos.

Esta forma de conciencia es compartida con muchas especies animales y es fundamental para la supervivencia como cuerpo. Permite reacciones rápidas y eficientes a las amenazas y oportunidades del entorno sin la necesidad de deliberación consciente. Por ejemplo, cuando un animal percibe un depredador, la conciencia reactiva impulsa una respuesta de huida o lucha sin que medie un análisis detallado de la situación.

En los seres humanos, la conciencia reactiva se manifiesta en comportamientos y emociones básicas tales como: la apatía, el miedo, la tristeza y el dolor, la ira y  la disputa. Estas respuestas son propias de la regulación homeostática y de una adaptación disfuncional al medio ambiente. Además, la conciencia reactiva incluye reflejos condicionados, que son respuestas aprendidas a través de la experiencia, como salivar al oler comida o sentir ansiedad al escuchar un sonido asociado con un evento traumático.

La conciencia reactiva juega un papel en la formación de hábitos y patrones de comportamiento. A través de la repetición y el refuerzo, ciertas acciones se vuelven automáticas, como conducir un automóvil o tocar un instrumento musical. Estos hábitos liberan recursos cognitivos para que puedan ser utilizados en tareas más complejas que requieren atención consciente.

A pesar de su naturaleza automática, la conciencia reactiva no es inflexible. Puede ser modulada por factores internos y externos. Por ejemplo, el estado emocional de una persona puede influir en cómo responde a un estímulo: una persona ansiosa puede sobresaltarse más fácilmente que una persona calmada. Del mismo modo, el contexto social y cultural puede dar forma a las respuestas reactivas, como en el caso de las normas sociales que dictan cuándo es apropiado mostrar emociones.

La conciencia reactiva es solo el comienzo de un espectro más amplio de estados de conciencia. A medida que avanzamos hacia niveles más altos, como la conciencia pasiva, de control, abierta, despierta, reflexiva, preconsciente, simbiótica y supra-consciente, la complejidad de la experiencia consciente se expande. Cada nivel sucesivo incorpora y trasciende al anterior, agregando capas de autoconciencia, regulación, apertura, y finalmente, una conexión más profunda con el entorno y la existencia misma.

En resumen, la conciencia reactiva, representa el sótano de la conciencia, sosteniéndola por debajo del nivel de supervivencia y adaptación, mientras que los niveles superiores de conciencia permiten una mayor comprensión de uno mismo y del mundo, así como una participación más rica y significativa en la vida.

Revisemos algunas características de este estadío de conciencia:

  • Interacción con el Entorno: La conciencia reactiva no solo nos prepara para responder a peligros, sino que también nos permite interactuar con nuestro entorno en función de preservar nuestro ego. Por ejemplo, la respuesta automática de enojarnos o huir frente a a una amenaza. Esto no solo habla de un reflejo condicionado, sino también una forma de comunicarnos extremádamente básica y por momentos agresiva.
  • Base para el Aprendizaje: Aunque las respuestas en este nivel son automáticas, también sirven de base para el aprendizaje y la adaptación. Los reflejos condicionados, como evitar alimentos que nos han hecho sentir mal en el pasado, son ejemplos de cómo la conciencia reactiva contribuye a nuestra capacidad de aprender de las experiencias.
  • Influencia en la Toma de Decisiones: Nuestras decisiones no son solo el resultado de un pensamiento consciente y racional; la conciencia reactiva también juega un papel. Las intuiciones y las “corazonadas” a menudo tienen sus raíces en procesos reactivos que hemos internalizado a lo largo de nuestras vidas.
  • Resiliencia y Adaptabilidad: La capacidad de recuperarnos rápidamente de situaciones estresantes o traumáticas es en parte gracias a la conciencia reactiva. Esta nos permite “reiniciar” y continuar funcionando incluso después de eventos perturbadores.
  • Conciencia Corporal: La conciencia reactiva está estrechamente ligada a la conciencia corporal. Las sensaciones físicas, como el hambre o el cansancio, desencadenan respuestas automáticas que son cruciales para el cuidado personal y la supervivencia.
  • Desarrollo Temprano: En los bebés y niños pequeños, la conciencia reactiva es predominante. A medida que crecen y maduran, desarrollan niveles más altos de conciencia, pero la conciencia reactiva sigue siendo una base fundamental para su interacción con el mundo.
  • Conciencia y Cultura: La conciencia reactiva también está influenciada por la cultura. Los reflejos condicionados y las respuestas automáticas pueden variar significativamente entre diferentes culturas debido a las normas y valores aprendidos.
  • Neurociencia de la Conciencia Reactiva: Desde una perspectiva neurocientífica, la conciencia reactiva está asociada con estructuras cerebrales como el tronco encefálico, que controla los reflejos y funciones automáticas y el sistema límbico, que procesa las emociones disfuncionales.
  • Conciencia Reactiva y Emociones Primarias: Las emociones primarias como el miedo, la alegría, la tristeza y la ira son respuestas inmediatas a los estímulos que se procesan a través de la conciencia reactiva. Estas emociones son universales y se han conservado a lo largo de la evolución debido a su importancia para la supervivencia.
  • Reflejos y Aprendizaje: Los reflejos no solo son respuestas innatas sino también pueden ser adquiridos a través del aprendizaje. El condicionamiento clásico y operante son ejemplos de cómo se pueden formar nuevos reflejos condicionados a través de la experiencia.
  • Conciencia Reactiva y Socialización: La conciencia reactiva también está implicada en la socialización. Las normas sociales y las expectativas culturales pueden influir en nuestras respuestas automáticas, como la forma en que saludamos a los demás o evitamos ciertos comportamientos en público.
  • Adaptación y Cambio: Aunque la conciencia reactiva se basa en respuestas automáticas, tiene la capacidad de adaptarse y cambiar con el tiempo. La neuroplasticidad permite que el cerebro se reorganice en respuesta a nuevas experiencias y aprendizajes.
  • Conciencia Reactiva y Conciencia Superior: La conciencia reactiva es la base sobre la cual se construyen niveles más altos de conciencia. A medida que desarrollamos la capacidad de reflexionar sobre nuestras experiencias y emociones, comenzamos a movernos hacia estados de conciencia más complejos y ricos.
  • El Papel de la Conciencia Reactiva en la Salud Mental: En la salud mental, la conciencia reactiva puede estar relacionada con trastornos como la ansiedad y el estrés postraumático, donde las respuestas automáticas se activan de manera inapropiada o excesiva.
  • Conciencia Reactiva en la Vida Cotidiana: En la vida diaria, la conciencia reactiva nos permite realizar múltiples tareas de manera eficiente. Por ejemplo, podemos caminar y hablar al mismo tiempo sin tener que pensar conscientemente en cada paso que damos.
  • Conciencia Reactiva y el “Yo” Automático: A nivel personal, la conciencia reactiva puede verse como el “yo” automático que opera sin nuestra intervención consciente. Es una parte esencial de quiénes somos, pero no toda la historia de nuestra identidad y experiencia.
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Creencias que te impiden ser proactivos

Existen diversas creencias infundadas que repetimos cotidianamente y que limitan nuestro desarrollo hacia un comportamiento proactivo. Estas creencias, arraigadas en miedos e inseguridades, nos inmovilizan y nos impiden avanzar.

Por ejemplo, la persona reactiva tiende a reservar su energía por temor a ser atacada en cualquier momento, a diferencia de la persona proactiva, que comprende que vivir con dinamismo y energía constante es lo ideal.

Entre las creencias infundadas que fomentan una actitud reactiva se encuentran:

  • La falta de tiempo: A menudo usada como excusa, la realidad es que siempre es posible organizar nuestro tiempo para llevar a cabo las actividades que nos interesan. El tiempo es un recurso disponible; somos nosotros quienes decidimos cómo utilizarlo.
  • La falta de reconocimiento: Esta creencia suele ser una justificación para no esforzarse más en nuestras tareas. Se da más importancia a la opinión ajena que al propio autoestima, que se manifiesta en la calidad de nuestro trabajo.
  • El silencio sobre nuestros pensamientos: Esta preferencia oculta es en realidad una falta de compromiso con nuestras propias ideas y emociones, generalmente por miedo al rechazo o a cuestionar nuestras convicciones.
  • La insuficiencia económica: Algunas personas condicionan sus sueños a su situación financiera. A menudo, estos sueños se plantean de tal manera que parecen inalcanzables, manteniendo a la persona en su zona de confort y repitiendo que sus deseos son imposibles.
  • La procrastinación: Dejar las obligaciones para el último momento refleja desinterés o apatía. En lugar de enfrentar esta falta de motivación, se justifica diciendo que, al final, se logra cumplir con lo necesario.
  • El deseo de pasar desapercibido: No se debe confundir la introversión o la modestia con la actitud de no expresarse para evitar compromisos. En este caso, la persona permite que otros resuelvan las situaciones y simplemente se deja llevar por la corriente.
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Algunas Creencias Subyacentes

  • Frente a un desafío, mencionará su intención de intentarlo, mientras que la proactiva afirmará con certeza que lo realizará.
  • En situaciones donde alguien busca desmotivar, perturbar o irritar, la persona proactiva declarará que no permitirá que arruinen su jornada; por otro lado, la reactiva mostrará su descontento públicamente.
  • Ante un impedimento complicado, se resignará a la inacción; en contraste, la proactiva buscará y propondrá soluciones alternativas.
  • Con respecto a obligaciones pendientes, pospondrá la acción para “mañana”, mientras que la proactiva se esforzará por mantenerse al día y adelantar trabajo si es posible.
  • Cuando se siente sobrepasado o fatigado, el reactivo simplemente expresará su hartazgo o cansancio.
  • Si carece de las habilidades o conocimientos necesarios para una tarea, la persona reactiva se resignará a su supuesta incapacidad.
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¿Cómo puedo cambiar mi lenguaje reactivo a uno más proactivo?

Declara un Basta Consciente y genuino para parar la pelota en donde está. Hasta que no entiendas que no es necesario un juego de ganar-perder continuarás atravesando diferentes estadíos de batalla.

Este patrón de lenguaje revela cómo las personas que atraviesan una conciencia reactiva enfrentan la vida y sus desafíos, reflejando sus creencias internas y disposición disfuncional para tomar acción. Sus creencias actúan como barreras que les impiden adoptar una actitud proactiva y tomar control de sus vidas. Reconocerlas y superarlas es el primer paso para convertirse en una persona proactiva y dinámica.

Investigación y posterior desarrollo del Dr. Fabian Sorrentino.