Desde el latín “fictitĭus”. Sentido de invención o simulación de la realidad. Algo ficticio, es por lo tanto, algo que surge de la imaginación de la gente, sin correlato con la realidad. Puede tratarse de obras literarias o creaciones artísticas donde se deja volar el poder de inventiva creando personajes o situaciones no reales, como los duendes, las hadas o los superhéroes que viven hazañas inimaginables en la vida cotidiana, o aún en situaciones extraordinarias. Los actores y actrices representan en escena situaciones que no están sucediendo realmente.

Su relación con el verbo ficción lo convierte en interesante para nuestro trabajo. Se denomina ficción a la simulación de la realidad que realizan las obras literarias, cinematográficas, historietísticas o de otro tipo, cuando presentan un mundo imaginario al receptor. El término procede del latín fictus («fingido» o «inventado»), participio del verbo fingiere.

El concepto de ficción en la tradición occidental está muy ligado al concepto de mímesis, desarrollado en la Grecia clásica, en las obras de Platón (quien consideraba a las obras poéticas como imitaciones de los objetos reales, que a su vez eran imitaciones de las ideas puras) y sobre todo en la Poética de Aristóteles, en la que el concepto de mímesis juega un papel esencial. Para Aristóteles, todas las obras literarias copian a la realidad, de acuerdo con el principio de la verosimilitud; lo que diferencia a la literatura de la historia es que ésta copia las cosas que han sucedido, y aquélla las que podrían suceder.

Es necesario insistir que Aristóteles no dice que la literatura deba ser la imitación del mundo real, sino la imitación «de las acciones de los hombres». Esta diferencia es la que permite que lo verosímil irreal tenga cabida en la literatura. Paul Ricoeur ha subdividido el concepto de mímesis aristotélico en tres fases:
Mímesis 1: el proceso de configuración del texto y la disposición de la trama por parte del autor.
Mímesis 2: la propia configuración del texto, que puede responder o no al mundo exterior.
Mímesis 3: la reconfiguración del mundo del texto que debe realizar el lector o espectador.

La Poética de Aristóteles también introduce otro concepto muy relacionado con lo anterior: el de catarsis. La tragedia, al imitar acciones de personajes buenos que caen en desgracia, logra la implicación emocional del espectador, quien a través de la compasión y el miedo se purifica interiormente. Dicha reacción emocional tiene su base en la suspensión del juicio de realidad con respecto a la acción trágica: alguien muy consciente de la irrealidad de la obra no podría empatizar con sus personajes.

Frente a esta concepción de la literatura como catarsis, algunos autores contemporáneos, en especial Bertolt Brecht han propuesto la anulación de la implicación emocional, a través de un «teatro épico», una de cuyas características es acentuar la irrealidad de la representación, exagerando la distancia entre ficción y realidad. De esta forma, Brecht quería lograr que los espectadores realizasen un juicio crítico y racional de la acción, en vez de una implicación emocional e irracional.

«Ficción» y «Narración»
Aunque estos términos no son sinónimos (ya que no toda ficción es narrativa, ni toda narración es ficticia), la narración sí es el modo predominante de introducirse en mundos de ficción. De ahí que exista lo que se conoce como «pannarrativismo», consistente en la aplicación (a veces excesiva) de las herramientas de análisis narrativo, tradicionalmente desarrolladas en el campo de la crítica literaria, a cualquiera de las formas en las que puede manifestarse la ficción: el cine, el teatro, la televisión, los cómics, los videojuegos…

La narratología o estudio de la narración, desarrollado fundamentalmente por las corrientes estructuralistas a lo largo del siglo XX, se centra principalmente en cuatro de los elementos constitutivos de la narración: el narrador, los personajes, el tiempo y el espacio.

El narrador
Es la entidad que narra la historia. Puede ser:
Primera persona (yo): cuando el narrador presencia los hechos que ocurren en la historia. Generalmente, es el protagonista de la historia.
Tercera persona (él/ella): cuando el narrador relata los hechos que le ocurrieron a un personaje de la historia.

Los personajes
Los personajes de una narración tienen características que los definen y los hacen distintos a otros, pueden ser personajes animales,cosas,estos tienen características de personas (pueden hablar, pensar, reír, etc..)

El tiempo
En un texto narrativo indica el momento en que sucede cada uno de los acontecimientos,pero también señala la duración de esos acontecimientos (al amanecer,durante la fiesta etc.).

El espacio
Es el lugar físico en el que se desarrollan los acontecimientos (playa,campo,monte,etc..) O el ambiente en el que transcurre la vida de los personajes (ambiente de alegría,tranquilidad,etc..)

El pacto ficcional

Uno de los mayores problemas que plantea la ficción desde el punto de vista de la semántica, es decir, del significado, es el de cómo los lectores o consumidores de ficción podemos no sólo aceptarla pese a su evidente falsedad, sino además realizar juicios acerca de la verdad o falsedad de enunciados ficcionales.

La Teoría de los mundos posibles
La Teoría de los mundos posibles, desarrollada principalmente por Lubomír Doležel[cita requerida] e introducida en España por Tomás Albaladejo[cita requerida] realiza un acercamiento semántico al hecho ficcional, es decir, a través de su significado y no de su forma externa (como hacía, principalmente, la narratología).

Basándose en planteamientos apuntados por autores como Leibniz, la teoría de los mundos posibles sostiene que toda ficción crea un mundo semánticamente distinto al mundo real, creado específicamente por cada texto de ficción y al que sólo se puede acceder precisamente a través de dicho texto. Así, una obra de ficción puede alterar o eliminar algunas de las leyes físicas imperantes en el mundo real (como sucede en la ciencia ficción o en la novela fantástica), o bien conservarlas y construir un mundo cercano -si no idéntico- al real (como sucede en la novela realista. Según esta teoría los únicos ‘requisitos’ para crear un mundo posible es que éste pueda ser concebido y que una vez concebido mantenga una congruencia interna.

Esta aproximación semántica a la ficción tiene la ventaja de explicar, además, cómo es posible realizar juicios de verdad o falsedad acerca de afirmaciones ficcionales: serían verdaderos aquellos enunciados que cumplen con las reglas propias del mundo posible creado por la ficción (ej: «Los robots no pueden dañar al ser humano» en las novelas de Isaac Asimov); son falsos aquellos que las infringen (ej: «Los hobbits tienen alas» en El Señor de los Anillos).

El tipo de verdad que se maneja en una semántica de mundos posibles es del tipo coherentista, es decir que toda afirmación será verdadera, al interior de un mundo posible (en este caso un libro, pero también una película, o cualquier ejercicio en el que se conciba un mundo distinto al fáctico) cuando mantenga coherencia con el resto de las afirmaciones que se hagan respecto a ese mundo. Así mismo la semántica de mundos posibles mantiene una teoría de la identidad, para Saul Kripke lo que nos permite identificar a cualquier sujeto es su nombre propio, como designador de todas sus coordenadas espacio-temporales en todos los mundos posibles, de este modo podemos identificar, a manera de ejemplo, a Adolf Hitler aun en un ‘mundo’ en el que los nazis lograron expandir su dominio a todo el planeta.

Secundariamente, la «Teoría de los Mundos posibles» también es útil para explicar los argumentos establecidos en las fanfictions, en el que los autores de determinada fandom interiorizan las reglas de ese «mundo posible» en concreto y, conservándolas o modificándolas a su vez, crean nuevas ficciones dentro del mismo mundo posible.

Hoy en día la relación entre literatura de ciencia ficción y el cine es muy grande, lo que puede ser indicador de que estas obras son más adaptables que otras. Y tales características que posee este género se relacionan mucho a los personajes; estos no evolucionan, solo son piezas que dan entrada a lo más importante: la trama. Razón por la cual algunos expertos no creen que la ciencia ficción sea literatura.

Otra característica que hace que este tipo de novelas sea más transportable al séptimo arte, es su nivel discursivo. En los escritores, no existe una conciencia lingüística, una reflexión sobre el lenguaje. En la ficción es más sobresaliente lo original de un tema que la cuestión estilística. Estas características atribuidas al género de ficción son lo que coadyuvan a la transformación de éste en sus distintas formas.

Desde el siglo XXI ver una trama de ficción en el cine permitía advertir al espectador común lo que sólo era conocido entre los investigadores en los cincuentas; que el análisis de las tramas ficticias permite notar una serie de puntos recurrentes y que crea una estructura constante en todas estas narraciones. Este hallazgo se le atribuye al ruso Vladimir Propp quien distingue entre 31 funciones narrativas en los cuentos de hadas populares y, de ahí, en cualquier argumento ficticio sobre el que se quiera desarrollar una secuencia. Aunque no todos ellos aparecen en todos los cuentos, su función básica a menudo permanece y el orden es prácticamente siempre el mismo.