Mihály Csíkszentmihályi (Acerca de este sonido) Fiume, 29 de septiembre de 1934) es profesor de psicología en la Universidad de Claremont (California) y fue jefe del departamento de psicología en la Universidad de Chicago y del departamento de sociología y antropología en la Universidad Lake Forest. Ha destacado por su trabajo acerca de la felicidad, la creatividad, el bienestar subjetivo y la diversión, pero es más famoso por su creación de la teoría del Flujo y por el trabajo que ha realizado durante mucho tiempo acerca de ese tema. Ha escrito muchos libros y más de 120 artículos o capítulos. Martin Seligman, quien fuese presidente de la Asociación Psicológica Norteamericana, describió a Csikszentmihalyi como el más importante investigador del mundo en el tema de la psicología positiva. Es uno de los psicólogos más citados hoy en día en campos diversos de la psicología y los negocios, pero esta se puede aplicar en todos los campos de la vida cotidiana.

Obtuvo su licenciatura en 1960 y su doctorado en 1965, ambos en la Universidad de Chicago. Sus hijos son Christopher Csíkszentmihályi, profesor asociado del Laboratorio MIT Media y Mark Csikszentmihalyi, profesor de tradiciones filosóficas y religiosas de China y Asia oriental de la Universidad de Wisconsin en Madison.

En su trabajo seminal, Fluir: La psicología de las experiencias óptimas, Csikszentmihalyi esboza su teoría de que la gente es más feliz cuando está en un estado de «fluir»- concentración o absorción completa en la actividad o situación en la que se encuentran. Esta idea es idéntica a la sensación de «estar en la onda». Se puede decir que es un estado óptimo de motivación intrínseca, en la que la persona está inmersa en lo que está haciendo. Es algo que todos hemos percibido más de una vez, y se caracteriza por una sensación de gran libertad, gozo, compromiso y habilidad, durante la cual las sensaciones temporales (la hora, la comida y el yo) suelen ignorarse.

En una entrevista para la revista Wired, Csikszentmihalyi describió el fluir como «el hecho de sentirse completamente comprometido con la actividad por sí misma. El ego desaparece. El tiempo vuela. Toda acción, movimiento o pensamiento surgen inevitablemente de la acción, del movimiento y del pensamiento previos, es como si estuviéramos tocando jazz. Todo tu ser está allí, y estás aplicando tus facultades al máximo.»

Según Mihaly Csikszentmihalyi, los grandes sitios web no se tratan de navegar por el contenido, sino de organizar la experiencia.

Un sitio web convincente transforma una caminata aleatoria en una emocionante persecución. La clave, dice el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, es un sentido de ritmo, participación y anticipación finamente sintonizado conocido como «flujo». Wired

Para alcanzar un estado de fluir, debe alcanzarse un estado de equilibrio entre el desafío de la tarea y la habilidad de quien la realiza. Si la tarea es demasiado fácil o demasiado difícil, el fluir no podrá presentarse.

El estado de fluir también implica una especie de atención enfocada, y se ha observado que la meditación a conciencia, el yoga y las artes marciales pueden mejorar la capacidad de una persona para fluir. Entre otros beneficios, todas estas actividades sirven para entrenar y mejorar la capacidad de atención.

El verdadero cambio de paradigma que deben protagonizar los líderes y organizaciones es el paso de ser los mejores en el mundo a ser los mejores para el mundo. Richard Barrett.

En síntesis, el fluir puede describirse como un estado en el que la atención, la motivación y la situación se encuentran, dando como resultado una especie de armonía productivaretroalimentación.

 

Estudios recientes revelan que aquellas personas conscientes de que recibirán una descarga o que conocen un diagnóstico a pesar de ser éste desfavorable, en contraposición con aquellas que viven con la incertidumbre, presentan menores índices de ansiedad (Diaz-Cordobes, Barcia, Gallego-Sanchez y Barreto, 2012; Cardozo, Ramos, Vaz, Rodriguez y Fernandez, 2012). En esto radica la importancia del autoconocimiento y la automonitorización, sobre todo la buena relación terapéutica con nuestros pacientes, seamos o no psicólogos.

Yo necesito saber”, dicen algunas personas. Eso nos brinda una ilusoria sensación de control sobre los acontecimientos en los cuales estamos involucrados, aunque probablemente ese “control” no se sostenga ante un análisis objetivo. Ahora bien, ¿realmente necesitamos saber?

Pensemos en una persona diagnosticada con Trastorno Obsesivo Compulsivo, por ejemplo, los rituales de esa persona que tiene la necesidad de comprobar 7 veces que ha cerrado la llave del gas antes de salir de casa, no es más que un reflejo de este miedo a lo desconocido llevado al extremo. Por supuesto que esto es parte del cuadro de esa persona, ¿pero qué ocurre con quienes no padecemos un desorden de estas características?

Todos necesitamos estabilidad emocional. Lo cierto es que hoy, en una contemporaneidad acelerada, es difícil conseguirla. Presumiblemente necesitamos un trabajo estable, una relación amorosa y amable con nuestra pareja, sin sobresaltos, necesitamos ese préstamo al que estamos aspirando desde hace varios meses, etc.

Parece que en nuestro tiempo, necesitamos de muchas cosas. Este artículo intenta expresar que la incertidumbre, la duda, puede ser nuestro mayor enemigo o el más grande aliado; todo depende de la perspectiva.

La mayor parte de la gente tiene una incomodidad vital hacia el “no saber qué pasará”, queremos saberlo todo con antelación, necesitamos un final siempre, necesitamos conocer las consecuencias de todo lo que hacemos, de lo que podemos controlar y de lo que no.

El tiempo no hace concesiones a nadie. De un lado nos sentimos aliviados porque conocemos el final de la vida, pero, ¿qué pasará después?, ¿pasará algo?, ¿qué cabe esperar? Sin caer en extremismos, cotidianamente nos preguntamos: ¿Qué me dirá esa chica que me gusta tanto?, ¿aprobaré el examen?, ¿seré feliz con mi esposo?, ¿será niño o niña?, ¿llegare a fin de mes con mi sueldo?, ¿conseguiré el trabajo?…. ¡Cuantas preguntas! Continuamente nos hacemos preguntas, las 24 horas del día, los 365 días del año; eso provoca un estrés emocional que precisamente no contribuye positivamente a esa estabilidad tan anhelada, al fluir en mis actividades diarias.

“La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar”. Mario Vargas Llosa. Me pregunto entonces, ¿no sería más útil abrazar la incertidumbre y asumir que no hay nada seguro o completamente cierto?

Tal vez no. Las raíces de los miedos se encuentran en las profundidades de nuestro cerebro primitivo, una zona VIP donde solo se permite la entrada a aquellas respuestas que la evolución ha pulido durante generaciones. Por lo tanto, podemos asumir que si la intolerancia a la incertidumbre se encuentra entre esas respuestas innatas es porque cumple alguna función adaptativa.

Pero entonces, ¿de qué sirve el miedo a lo incierto?

Nos ayuda a simplificar y comprender: como dijimos antes el mundo que nos rodea es complejo y cambiante; lo es mucho más que la mente humana, cuya capacidad para procesar las infinitas variablesinputs externos es limitada. El miedo a lo incierto nos sirve para solucionar este pequeño error de diseño. Creamos reglas simples y generales que expliquen el comportamiento de las cosas y alivien el desasosiego que nos genera lo desconocido. Ejemplos de estas reglas son que el fuego calienta, las nubes vaticinan una tormenta, los buenos bailarines son también buenos amantes, entre otros; pero de igual manera aquí también puede haber concepciones y reglas que nos alivian, aunque resulten irracionales.

Nos permite hacer predicciones simples: quedarnos con estas reglas, con aquello que conocemos, nos permite anticipar ciertas respuestas. Sí siempre que pongo un recipiente de agua sobre el fuego, el agua hierve, es posible que vuelva a suceder lo mismo si repito el proceso. En caso de que las respuestas anticipadas sean de tipo aversivo y dañino, también cumpliría con la siguiente función de auto-conservación/auto-preservación.

Nos protege de algunos peligros: “más vale malo conocido, que bueno por conocer”. 

Ahora bien, vivir creyendo en la determinación, en que no hay nada bajo nuestro control y que todo es incierto, puede ser igual de perjudicial que hacerlo con el pavor de echarlo todo a perder. El miedo a la incertidumbre es irracional pero existe por algún (o varios) motivos. Por lo tanto, solo cuando aceptamos esta conclusión, de que la incertidumbre va a ser parte de la vida, es que puedo centrarme en saber que sobre algunas cosas tendré el control y sobre otras definitivamente no; por tal motivo, algo tan simple como lo mencionado en algunas líneas previas, puede definirse como el estado que me permitiría descansar sobre el fluir (o flow), mas precisamente descansar fluyendo, en lo que me encuentro realizando. La incertidumbre y la duda son propias del ser humano en tanto ser que intenta sobrevivir.

La incertidumbre no dejará de existir, abrazarla y aceptarla es parte del fluir cotidiano. Está y va a estar presente siempre. Queda en nosotros aprovechar la oportunidad que nos brinda, de crear un significado cotidiano para mitigarla y fluir.

Mihaly Csikszentmihalyi ha contribuido con un trabajo pionero a nuestra comprensión de la felicidad, la creatividad, la realización humana y la noción de «flujo», un estado de mayor enfoque e inmersión en actividades como el arte, el juego y el trabajo.

Referencias:

Revista, Psicología, sin P: ¿Tendría que transitar la incertidumbre para entrar en Flow?

Cardoso, M., Ramos, M., Vaz, F., Rodríguez, L., & Fernández, N. (2012). Influencia del apoyo familiar en momentos de gran incertidumbrePrisma social, (8).

Csikszentmihalyi, M. (2012). Fluir: una psicología de la felicidad. Editorial  Kairós.

Díaz-Cordobés, J., Barcia, J., Gallego-Sánchez, J., & Barreto, P. (2012). Conspiración de silencio y malestar emocional en pacientes diagnósticados de glioblastoma multiforme. Psicooncología9(1), 151.