El primer principio de la ontología del lenguaje sostiene que “no sabemos cómo las cosas son. Sólo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos”.

Uno de los precursores de la ontología del lenguaje, Humberto Maturana (biólogo), ha argumentado convincentemente sobre las dificultades que encontramos al suponer que nuestras percepciones corresponden a las entidades que pueblan nuestro mundo exterior. Nuestras percepciones resultan de las condiciones propias de nuestra estructura biológica y no de los rasgos de los agentes perturbadores de nuestro medio.

En otras palabras, los seres humanos no disponemos de mecanismos biológicos que nos permitan tener percepciones que correspondan a cómo las cosas son. Los sentidos, por lo tanto, no nos proporcionan una fiel representación de cómo las cosas son, independientemente del observador que las percibe.

Para la lógica moderna las cuestiones de “verdad” se limitan a asegurar la coherencia interna entre distintas proposiciones. Rafael Echeverría sostiene que la verdad es simplemente un juego lógico de coherencias internas dentro de un sistema “dado”.

Lo expresado anteriormente implica que el foco para producir aprendizaje lo desplazaremos de lo observado al observador. El conocimiento revela tanto sobre lo observado como sobre quien lo observa. Para Rafael Echeverría, lo aquí señalado representa una de las intuiciones más geniales de la filosofía de Nietsche. Este siempre procuraba establecer la conexión entre las interpretaciones y el intérprete, entre lo dicho y quién lo dice.

A continuación te pregunto:
1 – Si vivimos en mundos interpretativos ¿qué sentido tiene hablar de toda esta nueva interpretación? Acaso si yo te acerco esta interpretación y tú tienes otra ¿quién tiene la verdad, si además sostenemos que la verdad en el plano humano no existe?

En ontología del lenguaje, y en una de sus bajadas prácticas, llamada coaching ontológico lo que nos permite discernir entre diferentes interpretaciones es el juicio que podamos efectuar sobre el poder de cada una de ellas. Todo aquello que decimos y las interpretaciones que hacemos, abren o cierran posibilidades, y a esto nos referimos cuando hablamos del poder de las interpretaciones: a su capacidad de abrir o cerrar posibilidades de acción en la vida de los seres humanos.

Si no sabemos cómo son las cosas, ¿para qué entregarnos a una interpretación que nos deja estancados en un lugar no edificante? Normalmente es el ego quien pretende convencernos de que nuestra primera interpretación, el juicio automático, nos asegura la verdad de una situación. Ese ego que nos hace enojar, reaccionar, postergar, es el que asume el control y relega nuestra capacidad de elegir quién ser frente a cada circunstancia. Nos hace creer que respondemos de determinada manera porque “somos así”, alejándonos de la esencia de nuestro Ser.

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Observando la particular forma de observar que luego dará lugar al actuar de cada ser humano, podemos interpretar la particular manera de ser de dicho ser humano. Este es uno de los aspectos clave del coaching ontológico.

“El lenguaje no es inocente”, y nada es casual. Si observas el principio dice que vivimos en mundos interpretativos (no en un mundo), lo cual abre el espacio de que cada persona, cada familia, cada empresa, es un mundo diferente, único e irrepetible. Como espacio reflexivo personal, te comparto que entender este principio y lo que implica debería bastar para dejar de pelear por la razón y para entender que cada ser humano se comporta lo mejor que puede dado quien está siendo; así lograríamos bajar nuestro nivel de sufrimiento.

2 – Menciona 5 verdades que sostienes y por las cuales te encuentras peleando por la razón a diario. Cinco verdades que para ti “SON ASÍ”

3 – ¿Qué estás dispuesto a hacer con ellas?

Para hablar de un observador poderoso (con amplia capacidad de acción y transformación), es preciso hablar de un observador coherente.

Observamos al ser humano como la composición de tres dominios básicos: Cuerpo, Lenguaje y Emociones y aquí buscamos nuestra coherencia, entre el cuerpo que mostramos, las conversaciones que mantenemos y la emocionalidad que transitamos. ¿Cómo se manifiestan estos tres dominios? A través de tres acciones que realizamos todo el tiempo: pensar, decir y hacer.

4 – ¿En qué dinámicas dices una cosa y haces otra?

5 – ¿Qué precio pagas por ello?

6 – ¿Qué podrías transformar para obtener el resultado deseado, siendo íntegro?

Recuerda que lo que no te permite ser íntegro con alguna relación, u obtener los resultados que anhelas es tu interpretación sobre la situación. Y dicha interpretación puede ser transformada.

7 – ¿Qué significa ser íntegro en tus términos?

A continuación te propongo ver  el film “Rocky I” y analizarlo desde las distinciones que hemos trabajado.

Esta nota es parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red.