La autarquía sueca El documental ‘La teoría sueca del amor’ de Erik Gandini, galardonado con varios premios, ha puesto en entredicho la supuesta felicidad que se vive en el país del ‘do it yourself’ (hazlo tú mismo).

El documental revela cómo lo que parece un ideal de vida se oculta tras la soledad y el vacío emocional. Mostrando un estado que provee todo lo necesario para que las personas no dependan de nadie más. Ni de la familia ni de los amigos. Sin embargo, este ideal de autónoma e independencia se traduce en una existencia solitaria y vacía emocionalmente, donde el contacto humano es mínimo y las relaciones afectivas son superficiales o inexistentes. Transmitiendo la siguiente idea: «Yo me basto y me sobro”

El documental se basa en un manifiesto político que el gobierno sueco publicó en 1972, titulado “La familia del futuro: una política socialista para la familia”, que pretendía que nadie tuviera que depender de otro, ni siquiera si era mayor o enfermo.

Desde entonces, el estado sustituyó a la red de apoyo que antes era la familia y los amigos, con residencias de ancianos, guarderías y todo tipo de ayudas que aíslan a los habitantes.

El documental explora las consecuencias de esta política a través de varios testimonios y situaciones, como el de las madres solteras que recurren a la inseminación artificial para tener hijos sin pareja, el de los ancianos que mueren solos en sus casas sin que nadie reclame sus cuerpos, el de los inmigrantes que se sienten desplazados y marginados, o el de los jóvenes que buscan el contacto físico y el amor a través de internet o de viajes al extranjero.

Suecia experimenta un escaso contacto humano. Nadie necesita a nadie. Nadie hace favores. El contacto humano se vuelve escaso e ¿innecesario?

Esto nos lleva a una reflexión crítica sobre el individualismo, el consumismo, la tecnología y la ecología, y sobre cómo estos factores influyen en la felicidad y el sentido de la vida de las personas. Cuestionando si el progreso material y la autonomía personal son suficientes para garantizar el bienestar humano, o si por el contrario, se necesita una dimensión social y espiritual que fomente la solidaridad, la comunicación, el cuidado y el amor.

Viven y mueren en soledad

No se valora la convivencia ni las responsabilidades familiares. Uno de cada dos suecos vive solo. Las madres son solteras por elección Cada vez hay más mujeres que optan por la inseminación artificial para tener hijos sin pareja.

Uno de cada cuatro fallece solo en su casa. Y nadie reclama su cadáver. Pueden transcurrir semanas, meses, incluso años, sin que nadie se percate de que un vecino ha muerto. Solo el hedor alerta de lo ocurrido.

Suecia, en caída libre hacia un “aburrimiento absolutamente inimaginable” como declaró el diario español: Publico.es

El bienestar económico no trae asociada la felicidad

Algunos se preguntan cómo ha podido ocurrir esto. Cómo un país rico, con una buena educación, puede convertirse en un lugar inhóspito para vivir. La respuesta es sencilla. Las relaciones se volvieron virtuales. El contacto físico se ha reemplazado en gran medida por relaciones virtuales, a través de redes o pantallas. El contacto físico está mal visto: no hay miradas, ni saludos entre vecinos.

Los Ricos se vuelven desdichados Este individualismo llevado al extremo está creando personas deprimidas, aisladas, infelices… a pesar de vivir en un país con una economía fuerte y una sanidad avanzada.

En 1972 el Gobierno elaboró un documento político, ‘La familia del futuro: una política socialista para la familia’, como parte de una campaña que pretendía que nadie tuviera que depender de otro, ni siquiera si era mayor o enfermo. Desde entonces el Estado reemplazó a la red de apoyo que antes era la familia y amigos, con residencias de ancianos, guarderías, y todo tipo de ayudas que aíslan a los habitantes.

¿Acaso cuesta tanto reconocer que el aislamiento es perjudica la salud, causa problemas de sueño, estrés, depresión, altera el sistema inmunológico?

La epidemia de soledad que padece Suecia es un reflejo de lo que les espera a muchas otras sociedades desarrolladas. Algunos empiezan a tomar medidas a nivel individual, pero quizás ese sea el problema… somos seres sociales y necesitamos soluciones colectivas.

Compilado por el Dr Fabián Sorrentino para el libro: «Cirugía a la Soledad»

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