Para Mentorizar de todo corazón necesitarás ser feliz. El miedo y el amor no pueden co-existir y para la mente es contradictorio estar atemorizada y vivir camino a la superación. El único estado de plenitud posible para Mentorizar, es el Amor declara el Dr Fabián Sorrentino en el Manual del Mentor.

No hay diferencia práctica entre el amor y la dicha. Por lo tanto, el único estado de plenitud para Mentorizar es el de absoluta dicha.

Sanar o hacer feliz es, por lo tanto, lo mismo que integrar y unificar competencias. Por eso, es por lo que no importa a qué proceso se le ofrece la sanidad o de qué parte del programa nos estamos haciendo cargo. En un estado de Amor y Dicha todo el Ser se beneficia y lo hace por igual. ¿Ahora entiendes porque es tan importanque que un Mentor, opere desde la dicha?

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Todos los seres humanos que te rodean están sedientos de amor; ven innumerables películas felices y desgraciadas, escuchan centenares de canciones triviales que hablan del tema y sin embargo, casi nadie reconoce que debe aprender acerca del amor.

Para la mayoría de las personas, el amor consiste en ser amado, y no en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el objetivo es ser reconocidos, premiados, motivados. Para que se los ame y ser dignos del amor de los mejores. Y para alcanzar ese objetivo, siguen varios caminos. Uno de ellos, utilizado en especial por los hombres, es el de tener éxito, ser tan poderoso y rico como lo permita tu posición. El más común de las mujeres, consiste en ser atractivas, por medio del cuidado del cuerpo, la ropa, los modales agradables, la conversación interesante, mostrarse útiles, modestas y hasta resultar inofensivas (especialmente con los hombres más retrogrados). Lo que para la mayoría latinoamericana equivale a digno de ser amado es, en esencia, una mezcla de popularidad y sex-appeal.

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¿ACASO, HAY ALGO PARA APRENDER SOBRE EL AMOR?
Para la mayoría el amor se relaciona al objeto y no a la facultad, considerando que amar es sencillo y lo difícil es encontrar un objeto apropiado para amar -y ser amado-. Por lo tanto, la mayoría aspira a encontrar un «amor romántico», una experiencia personal que luego lleve a la familia. Ese concepto del amor, que tiene solo 200 años, agigantó la importancia del objeto frente a la de la función. Y allí, en esa percepción erronea, es cuando comienzan todos los problemas.

Toda nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de intercambios mutuamente favorables. La felicidad consiste en la excitación de contemplar negocios, y en comprar todo lo que pueda, ya sea al contado o a plazos (conducta transaccional). Asi es como luego considera a la gente en una forma similar. Una mujer o un hombre atractivos son los premios sociales a conseguir. «Atractivo» significa un conjunto de cualidades populares con demanda en el mercado de la personalidad. Las características específicas que hacen atractiva a una persona (definida desde esa mentalidad – más del 99,8% de la población occidental) dependen de la moda de la época, tanto física como mentalmente. Y van cambiando con el tiempo. Por ej: despues de la 1er Guerra una joven que bebía y fumaba, emprendedora y sexualmente y provocadora, era la que resultaba atractiva; luego la moda exigió domesticidad y recato. Hoy parece serlo la ingeniosidad y la ambición disfrazada de una sociabilidad exagerada y tolerancia a todo.

Por lo tanto, la sensación de enamorarse (no solo en el plano de la pareja, sino también en el de la amistad y de la empresa) reclaman a los candidatos ideales. Buscando a las mercaderías humanas que están dentro de nuestras posibilidades de intercambio.

Los directores de RRHH buscan hacer un buen negocio; el objeto debe ser deseable para el puesto, no solo desde su eficiencia sino desde su valor social y, al mismo tiempo, la empresa, debe resultarle deseable al nuevo integrante, evaluándolo desde una escala de valores transaccional con altas potencialidades encubiertas. De ese modo, dos personas se eligen (vale para la pareja y para la empresa) cuando sienten que han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus propios valores de intercambio.

Esto es lo mismo que cuando se compran bienes raíces, suele ocurrir que las potencialidades susceptibles de desarrollo desempeñan un papel de considerable importancia en tal transacción. En una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.

¿CUÁL ES LA LECCIÓN PARA APRENDER?
Si dos personas que son desconocidas la una para la otra dejan caer de pronto la barrera que las separa, y se sienten una, ese momento de unidad constituye uno de los más estimulantes y excitantes de la vida. Ese milagro de súbita intimidad suele verse facilitado (en la pareja) si se combina o inicia con la atracción sexual y su consumación. Sin embargo, tal tipo de amor es, por su misma naturaleza muy poco duradero. Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial. No obstante, al comienzo no saben todo esto: en realidad, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar «locos» el uno por el otro, como una prueba de la intensidad de su amor, cuando sólo muestra el grado de su soledad anterior.

Esa actitud -que no hay nada más fácil que amar- sigue siendo la idea prevaleciente sobre el amor, a pesar de las abrumadoras pruebas-de lo contrario.

No existe ninguna otra actividad o empresa que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectaciones, y que, no obstante, fracase tan a menudo como el amor. Sólo parece haber una forma adecuada de superar el fracaso, y es examinar sus causas comprendiendo el significado del amor en todos las dinámicas de nuestra vida.

Dios

CONSTRUYENDO LA RELACIÓN:
El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte, una construcción, tal como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar (en todas las dinámicas de nuestra vida) procedamos en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería.

Para lograrlo, concentrate en ver quienes tienes al lado tuyo y consideras se encuentran estables como para iniciar un proceso de Mentoring.

En esta instancia, la tarea será conversar con ellos sobre las expectativas que tienen en su vida, en las diferentes dinámicas.

Si háce falta, ve fuera de tu organización a conversar. Luego, compártenos una lista de esas personas y sus expectativas. Si te preguntan para que es la charla diles: Si no nos conocemos, nunca podré comenzar a asistir tu proceso. Espero tu Reporte.