Abasuly Reyes – martes, 23 de agosto de 2011, 14:59

Fuente tomada: Diccionario José Ferrater Mora

No es siempre fácil distinguir entre el concepto de fantasía y el de imaginación En algunos textos filosóficos lo que se dice acerca de uno de estos conceptos es similar a lo que en otros textos se dice acerca del otro concepto. En la presente obra hemos dedicado un artículo a cada uno de los conceptos en cuestión, pero conviene considerar los dos artículos como complementarios. Hemos adoptado el procedimiento —que es en buena parte una convención— de tratar en el artículo presente algunas de las teorías de la fantasía —en un sentido, por lo pronto muy amplio, de este término— principalmente en la Antigüedad y en la Edad Media, completándolo con referencias a doctrinas modernas y contemporáneas, especialmente en tanto que éstas han usado el vocablo ‘fantasía’ o sus equivalentes en idiomas modernos. En el artículo sobre el concepto de imaginación nos hemos extendido sobre algunas otras doctrinas modernas y contemporáneas.

El término ‘fantasía’ procede del griego fantasi/a , que se traduce de varios modos: ‘aparición’, ‘acción de mostrarse’, ‘espectáculo’, ‘representación’. Se observará que no hemos incluido en estas posibles traducciones el vocablo ‘fantasía’, pero ello es porque nos pondría en una falsa pista dado el sentido común actual de tal vocablo. Sin embargo, no hay inconveniente en usar ‘fantasía’ siempre que se precise el sentido del término, o bien siempre que se emplee —-como hacemos aquí— como un nombre común que designa las distintas formas que pueden asumir las «apariciones» o «representaciones».

Relacionado con faνtasίa se hallan los verbos faνtasίa (= ‘hacer aparecer algo’, que puede ser una idea o una imagen) y faνtaζeίν (=’hacer nacer o surgir una idea, imaginación o representación’ [en el espíritu o mente], ‘figurarse algo’, ‘representarse algo’). Desde muy pronto fue concebida la «fantasía» (o, mejor, faνtasίa ) como una actividad de la mente por medio de la cual se producen imágenes — las llamadas fάνtasµata (phantasmata o «fantasmas», en un sentido no común de este último vocablo).

Las imágenes producidas por la «fantasía» (que desde ahora escribiremos sin comillas) no surgen de la nada; tienen su origen en representaciones, o bien son equivalentes a estas mismas representaciones.

Platón usó el término faνtasίa y términos semánticamente relacionados con el mismo ( ψaνtάζesθaι, faνtasµa, etc.) en varios pasajes de sus diálogos. La fantasía es la representación que surge del faίνesθaι ο «aparecer» y en este sentido se contrapone al conocimiento del ser o de la realidad, o)/nta . Los faινoµeνa son las sombras y reflejos producidos por las «cosas verdadera» (Rep., VI, 510 A). El faινόµeνον es asimismo lo representado en el arte («representativo») (Rep., X 598 B). Platón califica al sofista de «forjador» de faνtάsµata pues su arte es una faνtaatική tέχνη (un «arte de meras figuraciones») (Cfr. Soph., 235 Β et al). Parece que Platón tiende a considerar la fantasía como una manifestación de la «opinión», dόξa , la cual engendra simples «imágenes», ei) /dola , en vez de producir formas o «ideas», ei) dh , pero no obstante el abundante uso del concepto de fantasía o conceptos análogos es difícil encontrar en Platón una teoría sistemática de la fantasía como concepto central filosófico.

Esta teoría sistemática se halla, en cambio, en Aristóteles. Este autor se ha referido a la cuestión de la fantasía en numerosos pasajes de sus obras (por ejemplo, en Eth. Nic., VII, 1152 b 26-33, VIII, 1155 b 23-37, X, 1176 a 15-22; Rhet., I, 11, 6, 1370 a 27 y sigs., II, 5, 1, 1382 a 21 y sigs.; De motu an., 6 y sigs.), pero es especialmente importante lo que dice acerca de la fantasía y de los faνtάsµata ο «representaciones» en De an., III, 3, 427 b 10 y sigs. Según Aristóteles, la fantasía [«imaginación»] no puede ser equiparada ni con la percepción ni con el pensamiento discursivo, bien que no haya fantasía sin sensación ni juicio sin fantasía. La fantasía radica en nuestro poder de suscitar («conjurar») imágenes aun cuando no se hallen inmediatamente presentes los objetos o fuentes de las sensaciones. Por eso la fantasía no equivale a la «mera
opinión».

En esta última hay creencia y convicción, mientras que en la fantasía no las hay. Los productos de la fantasía permanecen en los órganos de los sentidos y se parecen a las sensaciones. Pero no se equiparan simplemente con éstas. Por otro lado, la fantasía no es un mero sustituto de la sensación (aun cuando Aristóteles indica asimismo que hay fantasía sobre todo cuando, como en los sueños, falta la sensación de la visión efectiva). La fantasía es menos sustitutiva que anticipadora (De an., III, 3, 433 b 29). En efecto, los animales tienen potencia apetitiva (véase APETITO) justamente porque poseen fantasía, la cual puede entonces dirigir los movimientos apetitivos hacia algo deseado, esto es, previamente representado como apetecible. Los faνtάsµata son, pues, representaciones en potencia o «ideas» actualizables por medio de percepciones. Sin duda que dada la «libertad» de los faνtάsµata con respecto a las sensaciones, puede concluirse que los faνtάsµata tienen lugar únicamente en el sueño (como proponían los estoicos). Pero puede asimismo destacarse el elemento de «posibilidad» en ellas. La fantasía es entonces la facultad de suscitar y combinar representaciones y de «dirigir» de este modo una parte de la vida del ser orgánico poseedor de apetitos. No obstante las diferencias de opinión entre Aristóteles y los estoicos sobre el concepto de faνtasίa hay de común entre ellos el considerar este concepto desde el punto de vista «psicológico» y «gnoseológico». Ello se manifiesta en los estoicos en el desarrollo dado a la noción de «representación comprehensiva» — una de las expresiones por medio de las cuales se ha traducido su fantasi/a katalhp-tikh/ . Nos hemos referido a este punto con más detalle en el artículo Cata-léptico .

El sentido de faνtasίa como «imaginación estética’ de que se han ocupado muchos autores modernos se halla, al parecer, sólo en Longino, De sublímitate, caps. 3 y 15 especialmente. Muchos autores medievales emplearon los términos phantasia e imaginatio (imaginatio fue el vocablo latino por medio del cual se tradujo faνtasίa ) dándoles con frecuencia un sentido similar, si no idéntico. Algunos autores, especialmente los que seguían la tradición neoplatónica, consideraron la phantasia como una actividad de naturaleza intelectual, o predominantemente intelectual. Otros —siguiendo a San Agustín en De gen. ad litteram, IX— estimaron que la fantasía es una vis animae de carácter inferior, más vinculada a la sensibilidad que al intelecto ( si bien el propio San Agustín, en De vera rel., X, 18, parece ligar la fantasía al ejercicio intelectivo). Santo Tomás y los autores tomistas tomaron como base los análisis aristotélicos. Era común entre los tomistas distinguir entre una fantasía sensible y una fantasía intelectual. Pero la tendencia predominante era la de estimar la phantasia como una facultas sensitiva (Cfr. por ejemplo, Quaest. de an., a 13; S. theol, I, LXXVIII, 4). La phantasia produce phantasmata. Éstos pueden ser de varias clases: imágenes que reproducen sensaciones; imágenes relacionadas con especies del entendimiento posible; apariencias no correspondientes a un objeto externo. En este último caso la fantasía es «pura imaginación». En los demás casos, la fantasía es una facultad combinatoria que puede servir de auxilio para la formación de las «ideas». Los escolásticos, especialmente los de tendencia tomista, discutieron una cuestión que ocupó de modo muy apreciable a muchos autores modernos: la de si la fantasía es meramente receptiva o reproductiva o si es de algún modo productiva. Nos hemos referido con más detalle a este problema en el artículo sobre el concepto de imaginación .

En tal artículo discutimos asimismo las diversas concepciones modernas de la fantasía en tanto que imaginación. Durante algún tiempo los dos conceptos fueron equiparables. Pero desde fines del siglo XVIII se tendió a distinguir entre ellos, considerándose la fantasía como una imaginación desenfrenada. Ahora bien, en la medida en que tal tipo de fantasía podía contribuir a la creación (como modelo de la cual se citaba la creación artística), la fantasía no era ni mucho menos despreciada. En muchos casos la fantasía era considerada como el aspecto productor y creador (no simplemente reproductor) de la imaginación. En otras casos, se estimaba que le fantasía va inclusive más lejos que la imaginación productiva. En los sistemas del idealismo alemán ( Fichte y Schelling principalmente) es difícil saber si se habla de una fantasía creadora o de una imaginación productora.

En época más reciente se ha tratado la fantasía como una actividad imaginativa, pero con frecuencia distinta de la imaginación productora de que hablaba, por ejemplo, Kant. Así ha ocurrido con autores como Dilthey y Croce, quienes han examinado la fantasía desde el punto de vista estético más bien que desde el ángulo cognoscitivo. Según Dilthey, la fantasía poética es el fundamento de la creación libre, en virtud de la energía propia poseída por ciertas vivencias. Algunos autores, como Müller-Freienfels, distinguen entre la fantasía creadora y la fantasía lúdica. La primera engendra posibilidades de representación (y tiene un sentido muy parecido al aristotélico); la segunda juega libremente con las representaciones y hasta puede producir representaciones «nuevas». Croce ha destacado el carácter productor de la fantasía en el campo artístico, a diferencia del carácter combinatorio de imágenes de la imaginación llamada asimismo «productiva».

En dos casos se ha considerado la fantasía como fundamento de un sistema filosófico. Uno de estos casos es el de Jakob Frohschammer (18211893), el cual admitió un principio único y fundamento de conocimiento, la llamada Phantasie (Die Phantasie als Grundprinzip des Weltprozesses, 1877). Fundándose en algunas doctrinas idealistas (de C. H. Weisse e I. H. Fichte), Frohschammer estimó que sin el principio de fantasía no puede entenderse ninguna novedad y ningún cambio en el universo. La fantasía es el principio del mundo como ser «orgánico» y del alma como ser «espiritual». Es asimismo el principio de Dios, el cual produce el mundo por medio de la fantasía.

Indicaremos en esta bibliografía igualmente obras sobre la fantasía y sobre la imaginación. Sobre teoría y filosofía de la fantasía y de la imaginación véase: Melchior Palágyi, Theorie der Phantasie, 1908. — A. Schöppa, Die Phantasie nach ihrem Wesen und ihrer Bedeutung für das Geistesleben, 1909. — R. MüllerFreienfels, Das Denken und die Phantasie, 1925 (Parte II de los Grundzüge einer Lebenspsychologie).