La necesidad de realizar un proceso purificador que requiere transitar distintos andariveles depurativos, resulta a veces como un “salto al vacío” que genera miedos y dudas, siendo que hablamos de prácticas higiénicas naturales y fisiológicas. Por esta razón, muchos prefieren comenzar por algo sencillo y práctico. Para estos casos, nada mejor que el Reposo Digestivo que se resuelve con una simple jornada frutal semanal.

Todos los ritmos naturales parecen seguir la ley del péndulo, es decir, del ritmo; así existe la ley de que toda actividad debe ir acompañada del reposo. Es fácil comprobar que quien deja de reposar por la noche, perjudica su salud. A nivel digestivo sucede igual: es necesario reposar regularmente.
Cuando se está enfermo, el tratamiento básico en la antigua medicina se basaba en tres pilares fundamentales: el reposo, la dieta y la medicación; ésta última solo en caso que fallaran los otros recursos. Pero hoy se ha olvidado tanto el reposo como la dieta y se pretende solucionar todo a base del mágico medicamento. Así, poco a poco va cayendo en el olvido este importante pilar mantenedor de la salud y firme apoyo en la recuperación de la misma.

Es obvio que la sociedad occidental moderna come en exceso. No se requiere esfuerzo físico para conseguir la comida; y la costumbre de hacer varias y abundantes comidas al día, resulta excesiva para cualquier aparato digestivo. Es necesario, por tanto, tener en cuenta el reposo digestivo como el más preciado de los reposos, y así ha estado considerado desde la antigüedad.

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La práctica del ayuno era algo habitual en las culturas ancestrales e incluso estaba prescripto en las antiguas tradiciones religiosas, como condición necesaria para purificar el cuerpo ante las prácticas espirituales. Dada la necesidad biológica del organismo de contar con suficiente energía para poder evacuar la toxemia acumulada, el reposo digestivo es algo que nos puede ayudar muchísimo para recuperar el equilibro perdido y eliminar obstrucciones de vieja data.

El ayuno consiste en generar voluntariamente un período sin trabajo digestivo ni exigencia metabólica, durante el cual, el organismo pueda concentrar todo su potencial en la tarea de eliminación. Sin ir más lejos, hay gente que realiza un reposo digestivo diario, con solo cenar muy temprano y desayunar tarde, lo cual deja un periodo de 14/15 horas sin exigencia digestiva.
Si bien el ayuno es un proceso distinto (sin alimento alguno, excepto agua) y con sus particularidades, sugerimos aquí una técnica de reposo digestivo, sencilla de realizar (no se necesita pasar privaciones) y totalmente segura (no tiene contraindicaciones ni requiere supervisión externa, como los ayunos): la jornada semanal frutal.

Esta saludable práctica permite reducir casi a cero la habitual exigencia metabólica, en razón de ingerirse sólo el alimento más fisiológico y de más fácil asimilación: la fruta. Además garantiza el aporte enzimático de las frutas, vital para los procesos depurativos. La eficacia del método se basa en su regularidad, por lo cual debemos abordarla con constancia y perseverancia.

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La Jornada Frutal
La técnica consiste en satisfacer nuestro apetito, un día a la semana, exclusivamente con frutas. Conviene elegir un día fijo, durante el cual desarrollemos poca actividad. Una buena opción es el sábado, que está a caballo entre la semana laboral y el domingo familiar.
Durante ese día, cuando sentimos apetito, nos limitamos a ingerir solamente frutas. Podemos ingerir toda la fruta que deseamos, pero de un solo tipo por vez (no mezclar variedades en la misma ingesta, a fin de minimizar la exigencia digestiva; el típico caso de la ensalada de frutas), bien madura, de estación y si es posible, de producción local y orgánica.

Cualquier fruta va bien. En el caso de la banana, valen algunas recomendaciones. Por ser una fruta exótica en muchas latitudes, es casi imposible conseguirla madurada en la planta. Además, siendo una fruta rica en almidón, demanda mayor exigencia metabólica. Por ello, si la consumimos durante el reposo digestivo, tratar que sea fruta bien madura y tener la precaución de masticarla e insalivarla muy bien.

Durante esta pausa digestiva, también podemos adicionar infusiones de hierbas depurativas. En época invernal o cuando sentimos frío, además de reposar bien cubiertos, se puede hacer uso de caldos de verdura (sólo el líquido) con el agregado de especias caloríficas (jengibre, pimienta de cayena, etc).

Si nos sentimos con ganas, lo ideal es prolongar la depuración un día más: el domingo. Tratemos de usar este tiempo para la introspección, el reposo reconstituyente y para percibir cómo el cuerpo responde al sosiego. Podemos tener los síntomas de un profundo proceso de purificación: lengua pastosa, sabor a alquitrán en la boca (aunque no hayamos fumado nunca), fuerte olor corporal, micciones frecuentes y urticantes, abundantes evacuaciones, eventuales mareos y dolores de cabeza.

Ello es bueno; indica que el cuerpo tiene energía vital y está removiendo sustancias acumuladas en el tiempo y ello es lo mejor que nos puede suceder. Luego nos sentiremos aliviados y con mayor energía.

Una recomendación útil: cuidar que la ingesta anterior y posterior al reposo digestivo, sea liviana y poco elaborada, sin refinados, lácteos, ni productos cárnicos y con predominio de frutas y hortalizas. Una banana bien madura y adecuadamente masticada es recomendable como primera comida posterior al reposo digestivo. Otra opción es el puchero celulósico. Esta sencilla receta solo requiere la cocción de verduras de estación, en poca cantidad de agua, con el agregado de hierbas (perejil, ajo, romero, tomillo, comino, apio, etc.) y trozos de algas. Esto puede licuarse, para mejorar la tolerancia de intestinos irritados, usándose a discreción como primer comida.

Si somos constantes en la práctica de este tipo de reposo digestivo, los resultados serán evidentes y luego sentiremos placer respondiendo al intuitivo y fisiológico pedido del organismo por un verdadero…sábado de gloria!

Esta nota forma parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red. Y que forman parte del Manual del Mentor del Dr Fabián Sorrentino, con la colaboración de Fernando Gasparoni.