La apertura es la habilidad de permanecer receptivos, y de esa forma, poder vivir con la mayor profundidad y potencia.

Por eso, me atrevo a declarar que cuando te encierras, se acaba la vida.

Somos una coherencia entre Cuerpo, Lenguaje y Emoción, y lo importante de la apertura es que necesitamos aplicarla a todos nuestros dominios.

A veces, sostenemos una actitud de apertura en nuestro intelecto, pero no podemos mostrarla en nuestro Lenguaje ni tampoco con nuestra emoción. Más allá de la incoherencia que esto muestra en nosotros, es imprescindible que trabajemos con nuestro ser para lograr esa actitud de apertura en todos nuestros ámbitos porque si no, nuestra vida estará sobrellevando algún conflicto, y el mismo podría influenciar en otro dominio en el que ya la hubiéramos logrado.

No obstante, si pertenecés al grupo de los cerrados intelectualmente, es el momento de prestarte atención y prestarle atención a esta actitud limitante que solo está impidiéndote avanzar, crecer y triunfar.

Recuerda: tu no “eres así”. eres pasible de cambiar y transformarte y adquirir conocimientos nuevos hasta el día que te mueras. Nunca se sabe “todo”, nunca es suficiente, nunca estás del todo moldeado, terminado, acabado como una cosa que no admite modificación.

La apertura nos permite reforzar nuestros vínculos…

Si no somos abiertos tendremos problemas para hacer amigos, para desarrollarnos armónicamente con nuestros compañeros de trabajo, para interactuar en grupos, para relacionarnos familiarmente.

Con esta actitud, eliminaremos nuestro hábito de juzgar , la que puede llegar a hacernos muy infelices.

La apertura nos permite permanecer vigentes, en continuo estado de aprendices, interesados y ambiciosos por el conocimiento y la evolución. Interesados y vivos.

Lo que parece costar más, es la apertura emocional.

Los seres humanos carecemos de inteligencia emocional. No estamos acostumbrados a pensar en que esta es la más importante de las inteligencias. Nos conformamos con un “Soy así”, “No todos somos iguales”, “Me cuesta expresar mis sentimientos, pero esto no es un problema porque los que me quieren, me conocen” o, por ejemplo, un “Yo no me arriesgo para no sufrir”.

En el otro extremo, están los que son “todo” emoción, se dejan llevar por los enojos, la ira, el descontento… también porque “son así”, y pierden el control de sí mismos y, por ende, de la situación.

En ambas situaciones, existe un desequilibrio emocional que los lleva a tomar decisiones apresuradas, no meditadas y que los envuelven en serios problemas.

La apertura en las dos situaciones, implica un riesgo.

En el segundo caso, podríamos decir que son abiertos “de más”, en el primero, carecen de apertura.

La gestión conciente de nuestras emociones lleva un proceso de autoconocimiento necesario para poder hacer los ajustes para evitar la sobre exposición que tanto nos perjudica.

Hoy, quiero adentrarme en el contexto de la falta de apertura emocional.

¿Qué te pasa?, ¿Qué te pasa cuando no podés expresar tus emociones?, ¿Cuáles son tus miedos?, ¿Creés que podés controlar el sufrimiento? Así, como te estás comportando, ¿no sufrís?, ¿Qué creés que pasaría si le dijeras a alguien que lo/la amás?, ¿Qué se siente cuando se dice de vos: “¿Es una persona cerrada, encerrada, de difícil llegada”? ¿Te sentís importante? ¿Creés que esto es algo que te da un nivel más alto por inalcanzable? ¿Sos conciente de todo lo que te perdés por no abrirte emocionalmente?

¡Atrevete! ¡Vale el esfuerzo de romper tus cadenas afectivas! Cuando te abrís, sucede lo contrario de lo que vos pensás, presa del miedo.

Una republicación de Rita Tonelli Coach. Ver en sitio original.

Ver diferentes Videos de Apertura y un artículo de Apertura al Aprendizaje de Patricia Hashuel.