El diablo, el enemigo de Dios, siempre está buscando la manera de perjudicar a los que seguimos a Cristo. Aprovechando cualquier impulso que no sea del agrado de Dios para exiliarnos en la soledad. Por eso es importante permanecer vigilantes.
Estas son 10 trampas del diablo que figuran en la palabra de Dios:

1 – La trampa de la preocupación

La preocupación es una trampa del diablo que nos quita la paz. Es una trampa porque la preocupación puede afectar a nuestra salud, desviar nuestra atención de Dios e impedirnos hacer su voluntad. La preocupación es una trampa porque es difícil confiar en que Dios tiene el control cuando estamos angustiados o agobiados por algo que ya pasó o que va a pasar (como el dinero).
El diablo usa esta angustia contra nosotros haciéndonos creer que nuestros problemas son más grandes de lo que son, ¡lo que nos genera más estrés y angustia! Como creyentes en Jesucristo tenemos que reconocer esta estrategia como lo que es: un intento de Satanás de robarnos la alegría mediante el miedo y la duda.

Pero si nos mantenemos enfocados en el plan de Dios para cada día en lugar de preocuparnos por el futuro o el pasado, entonces podemos liberarnos de esta fuerza destructiva que hay en nosotros (Mateo 6:34).

2 – La trampa de la ansiedad

La ansiedad es un sentimiento de inquietud, nerviosismo o temor. Es normal sentirse ansioso en algunas situaciones, como antes de una presentación importante o cuando se espera el resultado de un examen médico. La ansiedad se vuelve problemática cuando es irracional y excesiva.
La ansiedad puede ser provocada por una amenaza real o imaginaria (una amenaza que nos inventamos). Por ejemplo, puedes sentir ansiedad si hay un terremoto cerca de tu casa porque temes que el techo se caiga sobre ti mientras duermes con tu familia, aunque no se haya reportado ningún daño en ningún edificio por este terremoto en particular.

La ansiedad también puede ser provocada por eventos o situaciones estresantes, como que no te den un aumento en el trabajo o que pierdas la billetera mientras vas de compras al centro comercial con tus amigos (y, por tanto, tengas que cancelar todas las tarjetas de crédito).

La ansiedad es una trampa del diablo porque nos hace dudar de la protección y el cuidado de Dios por nosotros. Nos hace sentir que estamos solos y que nadie nos entiende. Nos hace perder la confianza y la seguridad en nosotros mismos y en Dios. Pero tenemos que recordar que Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7).

3 – La trampa del desánimo

El diablo utiliza el desánimo para desanimarnos. La Biblia dice que el diablo es un león rugiente que anda buscando a quien devorar, y que una de sus armas es el desánimo. Si nos desanimamos por las cosas que nos pasan, entonces nuestra esperanza se verá afectada y nuestra fe empezará a debilitarse. Tenemos que tener cuidado de no desanimarnos, sino de alentarnos por lo que sucede en nuestras vidas.
Si alguien nos hace algo malo o si tenemos un mal día en el trabajo o en la escuela, no tenemos que desanimarnos por estas cosas, sino más bien alentarnos por ellas porque nos muestran la necesidad que tenemos de Dios y su bondad (Romanos 8:28).

Además, tenemos que alentarnos unos a otros, especialmente cuando vemos que el día del Señor se acerca (Hebreos 10:25). No tenemos que dejar que el diablo nos quite el gozo de nuestra salvación, sino que tenemos que recordar que Dios está con nosotros y que tiene un propósito para nuestras vidas (Jeremías 29:11).

4 – La trampa de la depresión

La depresión es un estado de ánimo bajo y persistente que afecta a nuestra forma de pensar, sentir y actuar. La depresión puede tener varias causas, como problemas personales, familiares, laborales, sociales o de salud. La depresión puede manifestarse de diferentes maneras, como tristeza, apatía, culpa, irritabilidad, insomnio, falta de apetito, pérdida de interés, pensamientos negativos o suicidas, entre otros.
La depresión es una trampa del diablo porque nos hace sentir que no tenemos valor, que no tenemos esperanza, que no tenemos futuro, que no tenemos salida. Nos hace creer que Dios nos ha abandonado o que está enojado con nosotros. Nos hace perder la fe y la comunión con Dios y con los demás. Pero tenemos que saber que Dios no nos ha dejado ni nos dejará jamás (Hebreos 13:5).

Dios nos ama con un amor incondicional y eterno (Jeremías 31:3). Dios nos ha dado su Espíritu Santo, que es el Consolador, que nos ayuda en nuestra debilidad y que intercede por nosotros (Juan 14:16; Romanos 8:26). Dios nos ha dado su Palabra, que es viva y eficaz, que nos enseña, nos corrige, nos instruye y nos alienta (Hebreos 4:12; 2 Timoteo 3:16-17). Dios nos ha dado su Iglesia, que es el cuerpo de Cristo, que nos ama, nos apoya, nos aconseja y nos ora (1 Corintios 12:27; Gálatas 6:2).

Si estás pasando por un momento de depresión, no te aísles ni te rindas. Busca ayuda profesional, médica y espiritual. Busca a Dios en oración y en su Palabra. Busca a tu familia y a tus amigos cristianos. Busca la esperanza y la alegría que solo Dios puede darte. Recuerda que Dios tiene planes de bien y no de mal para ti, para darte un futuro y una esperanza (Jeremías 29:11).

5. La trampa de la envidia y los celos

La envidia es una trampa del diablo que nos quita la satisfacción. Es una trampa porque la envidia puede provocar conflictos, rivalidades, resentimientos y amargura. La envidia es una trampa porque es difícil estar contentos con lo que tenemos cuando estamos pendientes de lo que tienen los demás.

El diablo usa esta insatisfacción contra nosotros haciéndonos creer que merecemos más de lo que tenemos, ¡lo que nos genera más frustración y envidia! Como creyentes en Jesucristo tenemos que reconocer esta táctica como lo que es: un intento de Satanás de robarnos la gratitud y la generosidad.

Pero si nos mantenemos enfocados en lo que Dios nos ha dado y en lo que Él ha hecho por nosotros, entonces podemos liberarnos de esta fuerza negativa que hay en nosotros (1 Timoteo 6:6-8).

6. La trampa de la tentación

La tentación es una trampa del diablo que nos quita la pureza. Es una trampa porque la tentación puede llevarnos a pecar contra Dios y contra nosotros mismos. La tentación es una trampa porque es difícil resistir al mal cuando nos atrae o nos presiona algo o alguien.

El diablo usa esta atracción o presión contra nosotros haciéndonos creer que no hay nada de malo en ceder a nuestros deseos o en seguir a la multitud, ¡lo que nos genera más culpa y vergüenza! Como creyentes en Jesucristo tenemos que reconocer esta estrategia como lo que es: un intento de Satanás de robarnos la santidad y la obediencia.

Pero si nos mantenemos enfocados en el amor de Dios y en su voluntad para nuestras vidas, entonces podemos liberarnos de esta fuerza maligna que hay en nosotros (1 Corintios 10:13).

7. La trampa de la duda

La duda es una trampa del diablo que nos quita la confianza. Es una trampa porque la duda puede hacernos cuestionar a Dios, a nosotros mismos y a nuestra fe. La duda es una trampa porque es difícil creer en lo que no vemos o entendemos cuando estamos confundidos o desorientados.

El diablo usa esta confusión o desorientación contra nosotros haciéndonos creer que Dios no existe, que no nos ama, que no nos escucha o que no nos ayuda, ¡lo que nos genera más miedo y duda! Como creyentes en Jesucristo tenemos que reconocer esta estrategia como lo que es: un intento de Satanás de robarnos la certeza y la seguridad.

Pero si nos mantenemos enfocados en la verdad de Dios y en su poder, entonces podemos liberarnos de esta fuerza engañosa que hay en nosotros (Hebreos 11:1).

8. La trampa de la desobediencia

La desobediencia es una trampa del diablo que nos quita la bendición. Es un pecado, lo que significa que es una ofensa contra Dios. Y como Dios es omnipotente, puede usar la desobediencia para castigarnos si no nos acercamos a él y obedecemos su palabra.

La desobediencia es también una falta de amor a Dios. Muestra nuestra falta de fe en su capacidad para cuidarnos y proveernos, ¡incluso cuando no seguimos sus instrucciones tal como las dio!

9. La trampa de la soberbia / la autosuficiencia 

La trampa de la arrogancia es una trampa peligrosa en la que se puede caer porque puede llevar a la ruina. Es el resultado de la soberbia, que la definición bíblica de orgullo es «autoestima o confianza en sí mismo exagerada». El orgullo es también uno de los siete pecados capitales, según la doctrina cristiana.

La Biblia advierte sobre la arrogancia en muchos lugares y menciona que Dios aborrece el orgullo. En Proverbios 16:18 (NVI), dice: «El orgullo precede a la destrucción; el espíritu altanero, a la caída». En el libro de Ester, el rey Jerjes hace un ostentoso desfile y una fiesta en su honor (Ester 1:1-10).

Pregunta a sus sirvientes si alguno de ellos es más importante que los demás en la corte -una invitación evidente para que alguien muestre su orgullosa superioridad sobre los demás- y Amán se levanta y dice esto sobre sí mismo: «Yo soy Amán hijo de Hamedata… quién soy yo comparado con otros cien hombres?». (Ester 3:1-2) ¡Esta declaración muestra cuánto se quiere a sí mismo!

10. La trampa de la soledad

La soledad es la trampa maestra y la consecuencia de todas las anteriores. Ya que nos lleva a perder la comunión. Una trampa que nos lleva a sentirnos aislados, rechazados, abandonados e incomprendidos. Es una trampa porque es difícil recordar que somos amados y aceptados cuando nos sentimos solos o marginados.

El diablo usa este sentimiento contra nosotros haciéndonos creer que nadie nos quiere o nos entiende y que las demás personas están mejor que nosotros (cuando las vemos en Instagram), ¡esto nos genera más tristeza y soledad! Como creyentes en Jesucristo tenemos que reconocer esta táctica como lo que es: un intento de Satanás de robarnos la relación y la amistad.

Pero si nos mantenemos enfocados en la presencia de Dios y en su familia, entonces podemos liberarnos de esta fuerza dolorosa que hay en nosotros (Salmo 23:4).

¿Cómo saber si estoy cayendo en una de sus trampas?

Una forma es examinar tu corazón y acciones a la luz de la Palabra de Dios. La Biblia nos advierte de las trampas del diablo y nos enseña cómo evitarlas y deshacernos del orgullo, la envidia, la codicia, la tentación, la soledad, la duda, la desobediencia y la soberbia. Estas trampas nos llevan a pecar contra Dios, terminando alejados de Su Amor y Voluntad.

La mejor manera de evitarlas es conocer sus herramientas y estrategias. Cuanto más sepas lo que hace, cómo actúa y por qué lo hace, menos caerás. Se nos dice en Efesios 6:11 (NVI) que «no luchamos contra seres humanos [sino] contra poderes y autoridades…» Eso significa que no sólo estamos lidiando con nuestra propia mente cuando se trata de la tentación.

¡Recuerda que estamos lidiando con fuerzas espirituales que trabajan detrás de ellas! Para que no nos afecten estas entidades malignas que influyen en nuestros pensamientos y decisiones a diario, debemos reconocerlas y entender que funcionan como nuestros enemigos. Y una vez que los reconozcamos como tales, podremos orar específicamente para que nos protejan de sus ataques (véase Efesios 6:18).

Las consecuencias de caer en sus trampas

Pierdes tu enfoque, tu alegría, tu paz, la motivación para hacer lo que Dios te ha llamado a hacer o tal vez simplemente no quieres hacer nada en absoluto porque la vida parece tan dura, te sientes solo y todo pierde sentido en este momento.

Tu salud sufre (en los planos físico, mental y espiritual) porque el diablo quiere que todos queden fuera de servicio para que no podamos ser usados por Dios – ¡si estamos enfermos, entonces no podemos ser tan efectivos en el ministerio como cuando estamos bien! ¡No dejes que se salga con la suya!

Las relaciones se desmoronan: los miembros de la familia, los amigos… ¡lo que sea! El diablo hará todo lo posible para alejarnos de aquellos que se preocupan más por nosotros sólo para mantenernos distraídos de nuestro propósito aquí en la tierra que es servir a Dios a través de su Hijo Jesucristo (Juan 14:6).

Confrontar al diablo

¿Quién es nuestro adversario?, ¿acaso no enseña Su Palabra que por sus frutos lo reconoceréis?

¿Qué frutos puede manifestar quién anda por la vida como león rugiente buscando a quien devorar, erigiéndose como el padre de la mentira, el príncipe de este mundo, el seudo-dios de este siglo, como el acusador de los hermanos, el dragón y la serpiente antigua, el maligno, el tentador, el enemigo, el adversario, el opositor, el destructor, el abominable, el inicuo, el malo y perverso, el impío, el rebelde, el orgulloso, el soberbio, el astuto, el engañador, el seductor, el opresor, el poseedor, el perseguidor, el divisor, el confundidor, el ladrón, el asesino, el blasfemo, el profano, el abusador, el corruptor, el contaminador, el inmundo, el sucio, el torcido, el errado, el falso, el necio, el loco, el ciego, el sordo, el mudo?

¿Puede entregarle mi vida al cojo, el manco, el leproso,  el enfermo, el muerto, el condenado, el maldito, el derrotado, el vencido, el humillado, el avergonzado, el atado, el echado, el pisado, el aplastado, el aniquilado, el exterminado, el consumido, el desaparecido, el olvidado, el nada, el nadie, el ninguno, el cero, el vacío, el oscuro, el frío, el seco, el duro, el amargo, el triste, el solo, el desesperado, el angustiado, el afligido, el agobiado, el oprimido, el deprimido, el desanimado, el dudoso, el incrédulo, el infiel, el desobediente, el rebelde, el indiferente, el ingrato, el egoísta, el envidioso, el celoso, el rencoroso, el vengativo, el violento, el cruel, el malvado, el odioso, el amargado, el resentido, el ofendido, el herido, el lastimado, el quebrantado, el destrozado, el arruinado, el perdido, el desamparado, el abandonado y el solo?

Luego de confrontarte con estos atributos, ¿Cuál consideras que es tu naturaleza?

Por Harrinson Martinez y Fabián Sorrentino.