Esta nota está dedicada a mi amigo: Carlos Bellido, a quién reconozco por el salto cuántico que dió en su vida e invito a realizar el próximo.

Cuando comienzas tu trabajo de autodescubrimiento, la angustia de identidad, te seducirá para dejar de hacerlo. A veces aparecen excusas e imponderables para abandonar y esa barrera es inevitable pasarla. Hay veces que el bueno se somete, para mostrar que es bueno, pero aunque el rechazo del entrenamiento no es activo, la indiferencia y la resignación se convierten en aliados del «sigamos todo como está». Bajo la advertencia de «Cambiar es Peligroso para mi identidad». Puedo perder eso que he acuñado por años declara el Dr Fabián Sorrentino en el Manual del Mentor.

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¿Y qué sucede en el aspecto afectivo con la angustia de abandono, de soledad?.

Lo que suele ser más habitual es la reacción a decir  “yo voy a conseguir como sea que me  quieran”.  Así que surge la necesidad, la exigencia de conseguir que alguien nos quiera, y  entonces buscamos amigos, parejas… que sean como una especie de juramentados, con quienes hay un compromiso de fidelidad. Son una válvula de seguridad por la cual nos aseguramos un mínimo de comprensión y de afecto. Y si eso no aparece, el otro no me sirve, me falla y con eso resurge de nuevo mi angustia de abandono. Es tal la angustia que experimentamos al poner la responsabilidad afuera/en el otro, que preferimos perder al otro, frente a la falsa amenaza de perdernos a nosotros mismos.

Yo quiero aquello que me hace sentir bien a mí”. No quiero aquello por ello mismo, lo que quiero es lo que me da. Y cuando aquello me falla yo me siento desamparado.

En el aspecto energía, la angustia de impotencia genera en mí la necesidad de afirmarme como persona fuerte y ¿cómo puedo ser fuerte cuando estoy viviendo como un desgraciado?. Pues sólo hay un modo: imaginativamente, y empiezo a imaginar y juzgar. Entonces yo utilizo mi mente y mi imaginación como una herramienta para vivirme como fuerte, para huir de mi angustia de sentirme impotente y entonces sueño que un día llegaré a ser muy valioso, sueño, de un modo u otro, con llegar a ser una persona fuerte para juzgar al otro, condenarlo o minimizarlo.

En la medida en que en la mente yo estoy negando el valor del otro (invalidación) me estoy afirmando implícitamente a mí, que me sitúo por encima, al juzgarlo y condenarlo. Se emplea el pensar como herramienta de poder. La mente está haciendo esta función simbólica de poder, de afirmarse como ser poderoso, superior.

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Cuando esto se construye en nuestro estilo habitual de vida. «Yo soy, la medida de las cosas».

Esta hipótesis es para que la descubras en vos mismo, para observar lo que nos está sucediendo e ir descubriendo la estructura que la afianza en tus propias narrativas.

Según lo expresado antes, nuestro estado natural, este fondo o potencial de energía, de inteligencia y de amor, hace a nuestra identidad como individuos. Nuestro compromiso es ir actualizándolo, transformándolo permanentemente, a través del plano físico, el emocional y el mental concreto; confrontando naturalmente con los modelos del exterior que promueven el impacto de una exigencia, de una manera de ser: “tu has de ser de esa manera amable, obediente, estudioso, cuidadoso, etc.” que nos condiciona.

Cuando el niño se desenfoca y trata de cumplir ese modelo externo, los mayores le juzgan de acuerdo con su cumplimiento o no. Al vivir estos juicios como verdades la identidad se debilita.

Y no se juzga el acto que haya hecho en relación con el modelo, se le juzga a él por el acto. O sea que se le está dando al niño una definición de él que no tiene nada que ver con él, porque se le juzga en relación con el modelo que es totalmente ajeno a él. Modelo que puede ser muy conveniente, pero que no es él. Cuando el niño no puede comprenderlo la frustración crece y lo termina aceptando porque ve que es la base del funcionamiento social, de su valoración y de la actitud de los demás hacia él. O sea que lo importante para el niño es “cómo es”, no “qué es” y “quién es”.

Revisemos en este video los estados de angustia y ansiedad en los niños.

El “cómo” pasa a ser lo fundamental y el niño aprende a definirse a él en virtud de ese “cómo es”, y ese “cómo es”, cuando lo vive como si fuera su naturaleza, le aísla, le aleja, le enajena de su verdadera identidad.

El niño no es un “cómo”, el niño es un “quién”, mientras que el “cómo” es variable; puede actuar de un modo, puede actuar de otro y lo constante es el ser. La variable es el modo de ser que irá variando con el tiempo.

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Por lo tanto, la identidad del niño es su ser central y no sus modos. Así pues el niño se identifica con ese juicio, con esa idea que se le da de sí mismo. Si vive rodeado de ansiedad, puede identificar esa idea como una parte de su identidad, al expresarse una y otra vez sin resolverla la terminará aceptando como parte de su ser. Revisemos en este video que angustias y ansiedades aparecen el los niños, para ir haciendonos una idea de cómo abordarla.

Este yo idea, que vivimos desde niños siempre tiene un carácter limitativo y no corresponde a  la plenitud natural que yo  intuyo de mi propio fondo, esto siempre crea un contraste, es decir que el yo idea siempre me viene pequeño porque no soy todo lo listo, no soy todo lo fuerte, no soy todo lo valiente, no soy todo lo guapo que debería ser. Entonces este contraste entre la demanda de totalidad, de plenitud y el yo idea  que  acepto  ser,  crea  un  desajuste  que  se  traduce  en  la  necesidad absoluta de crear un modelo ideal para el futuro.

La fuerza con que vivo la limitación del yo idea es exactamente la misma con que me adhiero al yo ideal. La misma fuerza que me hace rechazar el “yo no valgo” es exactamente la que se con-vertirá en fuerza o necesidad de llegar a valer.

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El modelo ideal o yo ideal es siempre inverso al yo idea. Una cosa genera la otra y eso se convertirá para mí en lo más importante de mi existencia. Así que el «yo idea» se proyecta hacia un «yo ideal» y toda mi vida está construida sobre este eje: lo que en el fondo estoy creyendo ser, de mi infancia, que ha generado un ideal que será el sentido de mi existencia en el futuro. Yo necesito llegar a ser muy fuerte en la medida que en mi interior, en el yo idea infantil me sigo sintiendo débil. Este tema lo retomaremos en futuras clases refiriéndonos al “falso self”.

Esta trayectoria por la cual yo estoy constantemente tratando de llegar a algo que me complete, que me haga vivir una plenitud en un sentido u otro, hace que en cada momento yo adopte  unas actitudes, que responda ante las situaciones de un modo u otro. Todo ello está creando un estilo propio que le podemos llamar la máscara, el personaje, el rol que estamos representando en la vida sin darnos cuenta.

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Comprender esto es adquirir una visión del sentido de nuestro lenguaje, nuestras conductas y actitudes frente a las circunstancias en cada momento. En términos del Modelo MET es expandir nuestra conciencia, integrando ideas y conceptos que hasta vivíamos fragmentados.

Todo aquello que vaya a favor de mi ideal lo viviré como bueno, como satisfactorio, todo aquello que tienda a negar o vaya en contra de mi yo ideal lo viviré como malo, como negativo, como enemigo, y así cada cual está viviendo la vida no tal como es sino tal como la puede ver desde su propio personaje. Y este es el argumento secreto de cada existencia.

Así pues, se establece el argumento entre el yo idea y el yo ideal que está creando un modelo de funcionar en cada momento, crea el personaje que uno está creyendo ser.

El yo idea no tiene nada que ver conmigo, es un juicio que se me ha dado y que yo he aceptado, pero que me ha venido del exterior y que no tiene nada que ver con mi verdadera identidad.

Yo me estoy viviendo como alguien siendo alguien que no soy; pero en la medida que yo siga creyendo que soy ese que va mejorando, que es mejor y que cada día consigue unas cosas y que un día va a llegar a más, en la medida que yo siga creyendo esto viviré de acuerdo con ello y sufriré las consecuencias de esta creencia. Es evidente que eso no tiene nada que ver con mi realización.

Lo más difícil de ver en todo esto es que la persona no se da cuenta de que está viviendo una fantasía mental, no se da cuenta de que está viviendo en un mundo de creencias, cree que está viviendo la realidad cuando vive de sus ideas, de sus interpretaciones.

Todo esto está activando el miedo, miedo que a su vez tiende a despertar la huída o el ataque.

El personaje es esa dinámica en que yo estoy “tendiendo hacia” y “huyendo de”.

Realizarnos es descubrir lo que está detrás de esta fantasía, si no descubrimos y aceptamos que estamos viviendo equivocados no podemos comenzar nuestro proceso de transformación y mucho menos darle autoridad a otra persona para que nos guíe en este proceso.

La posibilidad de transformación aparece cuando quito los obstáculos que la cubren; mis creencias, mis miedos y mis deseos, toda esa superestructura que cargo en mi mochila. Cuando soy yo quién elijo que esas ideas, a las que le he dado entidad, hago que la pierdan.

Esta nota forma parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red: del Dr Fabián Sorrentino.
Muy pronto seguiremos publicando artículos sobre el tema relacionados a esta inntroducción que servirá como guía disparadora de cada uno de ellos.

¿Cuál es tu Identidad?

La Angustia, Constructora de Identidad