El mundo está cambiando a un ritmo acelerado, y con él, los retos y las oportunidades para la humanidad. El 2050 es un horizonte temporal que nos permite imaginar cómo será nuestro futuro, y cómo podemos prepararnos para él. En este artículo, nos centraremos en cuatro aspectos clave que afectan a nuestra vida y a nuestro planeta: la emergencia humanitaria, la alimentación, la migración y el refugio. ¿Qué escenarios podemos esperar para el 2050 en estos ámbitos? ¿Qué factores los condicionarán? ¿Qué acciones podemos tomar para afrontarlos?

Emergencia humanitaria

La emergencia humanitaria es una situación de crisis que pone en riesgo la vida, la salud, la seguridad o los derechos de las personas afectadas por conflictos armados, desastres naturales, epidemias o violaciones de derechos humanos. Según el [Informe Mundial sobre Crisis Humanitarias 2021], elaborado por el Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED) y el Instituto de Estudios sobre Conflictos (IISS), en 2020 hubo 396 desastres naturales que afectaron a 231 millones de personas y causaron 13.960 muertes; 55 conflictos armados que afectaron a 51 países y causaron más de 180.000 muertes; y 235 brotes epidémicos que afectaron a 172 países y causaron más de 1,8 millones de muertes.

Estas cifras muestran la magnitud y la complejidad de las crisis humanitarias actuales, que se ven agravadas por factores como el cambio climático, la pobreza, la desigualdad, el desplazamiento forzado, la inseguridad alimentaria o la fragilidad institucional. Estos factores pueden generar nuevos escenarios de emergencia humanitaria en el futuro, o empeorar los existentes. Algunos ejemplos de estos escenarios son:

  • El aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, inundaciones, tormentas o incendios forestales, que pueden provocar daños materiales, pérdidas humanas, desplazamientos masivos o hambrunas.
  • El incremento del nivel del mar debido al deshielo de los polos y los glaciares, que puede provocar la erosión costera, la salinización del suelo y del agua o la desaparición de islas o territorios.
  • La propagación de enfermedades infecciosas emergentes o reemergentes, como el COVID-19, el ébola o el zika, que pueden provocar pandemias globales con graves consecuencias sanitarias, económicas y sociales.
  • La intensificación de los conflictos armados o las violaciones de derechos humanos por motivos políticos, étnicos, religiosos o ideológicos, que pueden provocar violencia generalizada, persecución o genocidio.

Ante estos escenarios, es necesario reforzar la prevención y la respuesta a las emergencias humanitarias, siguiendo los principios humanitarios de humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia. Para ello, se requiere la acción conjunta y coordinada de todos los actores humanitarios: gobiernos, organizaciones internacionales, sociedad civil, sector privado y ciudadanía. Algunas de las acciones que se podrían impulsar son:

  • Promover el diálogo, la negociación y la cooperación multilateral para prevenir y resolver los conflictos de forma pacífica y respetando el derecho internacional. Apoyar los procesos de paz y reconciliación en los países afectados por la violencia. Fortalecer las capacidades de las instituciones nacionales e internacionales para garantizar el estado de derecho, la justicia transicional y la rendición de cuentas.
  • Implementar medidas urgentes para mitigar y adaptarse al cambio climático, siguiendo el Acuerdo de París y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por las Naciones Unidas en 2015. Promover una transición ecológica y justa hacia un modelo económico bajo en carbono y circular. Impulsar la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales. Fomentar la conciencia ambiental y el consumo responsable.
  • Desarrollar sistemas de alerta temprana y de gestión de riesgos de desastres, que permitan anticipar, monitorear y responder a los fenómenos naturales o antrópicos que puedan generar emergencias humanitarias. Mejorar la preparación, la resiliencia y la recuperación de las comunidades afectadas. Garantizar la protección y la asistencia humanitaria a las personas más vulnerables.
  • Fortalecer los sistemas de salud pública y de vigilancia epidemiológica, que permitan prevenir, detectar y controlar las enfermedades infecciosas que puedan generar emergencias humanitarias. Desarrollar vacunas, medicamentos y tratamientos eficaces y accesibles para todas las personas. Promover hábitos de vida saludables y medidas de higiene y prevención.
  • Proteger los derechos humanos de todas las personas, especialmente de las más vulnerables, como las mujeres, los niños, los ancianos, los discapacitados, los indígenas o las minorías. Combatir el racismo, la xenofobia, la homofobia y otras formas de intolerancia. Garantizar el acceso a la educación, la alimentación, el agua, el saneamiento, la vivienda o la energía.

En resumen, la emergencia humanitaria es una situación de crisis que requiere una acción urgente y coordinada para salvar vidas y proteger derechos. El 2050 es un horizonte temporal que nos permite anticipar los posibles escenarios de emergencia humanitaria que nos esperan, y prepararnos para afrontarlos. Se trata de un reto global que nos afecta a todos, y que nos exige actuar con responsabilidad, solidaridad y compromiso.

Alimentación

La alimentación es un aspecto esencial para nuestra supervivencia, salud y bienestar. Sin embargo, el sistema alimentario actual presenta numerosos problemas que ponen en riesgo nuestra seguridad alimentaria y nutricional. Según el [Informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020], elaborado por varias agencias de las Naciones Unidas, en 2019 había unos 690 millones de personas que sufrían hambre crónica en el mundo, y se estima que esta cifra podría aumentar hasta los 840 millones en 2030. Además, unos 2.000 millones de personas padecían inseguridad alimentaria moderada o grave, unos 3.000 millones de personas no podían acceder a una dieta saludable, y unos 2.000 millones de personas sufrían sobrepeso u obesidad.

Estas cifras muestran la magnitud y la complejidad del problema alimentario actual, que se ve agravado por factores como el cambio climático, la pobreza, la desigualdad, el desperdicio o la malnutrición. Estos factores pueden generar nuevos escenarios de crisis alimentaria en el futuro, o empeorar los existentes. Algunos ejemplos de estos escenarios son:

  • La disminución de la producción agrícola debido al aumento de la temperatura, la sequía, las plagas o las enfermedades, que pueden provocar escasez de alimentos, aumento de precios o conflictos por los recursos.
  • La pérdida de biodiversidad agrícola debido a la erosión genética, la deforestación o la contaminación, que pueden provocar una menor variedad y calidad de alimentos, una mayor vulnerabilidad a las amenazas ambientales o una menor adaptación a las necesidades locales.
  • La contaminación o adulteración de los alimentos debido al uso indebido o excesivo de pesticidas, fertilizantes, hormonas o antibióticos, que pueden provocar efectos nocivos para la salud humana o animal, como intoxicaciones, alergias o resistencias.
  • La transmisión de enfermedades zoonóticas debido al contacto entre animales domésticos.

Todos estos aspectos requieren de revisar y proponer soluciones desde la Biotecnología. Y de eso nos ocupamos en este artículo.

Migración y refugio

La migración y el refugio son fenómenos humanos que responden a múltiples causas y motivaciones, como la búsqueda de oportunidades, la reunificación familiar, la protección frente a la violencia o la persecución, o la adaptación al cambio ambiental. Según el [Informe sobre las migraciones en el mundo 2020], elaborado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en 2019 había unos 272 millones de migrantes internacionales en el mundo, lo que representa el 3,5% de la población mundial. Además, según el [Informe global sobre desplazamiento interno 2020], elaborado por el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC), en 2019 había unos 50,8 millones de personas desplazadas internamente por conflictos o desastres, lo que representa el 0,7% de la población mundial.

Estas cifras muestran la magnitud y la diversidad de la movilidad humana actual, que se ve condicionada por factores como las políticas migratorias, los acuerdos internacionales, las redes sociales o las condiciones socioeconómicas. Estos factores pueden generar nuevos escenarios de migración y refugio en el futuro, o modificar los existentes. Algunos ejemplos de estos escenarios son:

  • El aumento de la migración ambiental debido al cambio climático, que puede provocar el desplazamiento forzado o voluntario de millones de personas por causas como la desertificación, la subida del nivel del mar o los fenómenos meteorológicos extremos.
  • El incremento de la migración digital debido al desarrollo de las TIC, que puede facilitar el acceso a la información, la comunicación y los servicios en línea, así como la creación de comunidades virtuales o identidades digitales transnacionales.
  • La diversificación de las formas y modalidades de migración debido a la globalización, que puede generar flujos migratorios más complejos y dinámicos, como la migración circular, temporal, irregular o mixta.
  • La intensificación de los desafíos y oportunidades para la integración e inclusión social de los migrantes y refugiados debido a la multiculturalidad, que puede generar procesos de convivencia pacífica y enriquecimiento mutuo, o bien procesos de discriminación, xenofobia o segregación.

Ante estos escenarios, es necesario promover una gestión ordenada, segura y regular de la migración y el refugio, siguiendo el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular y el Pacto Mundial sobre Refugiados, adoptados por las Naciones Unidas en 2018. Para ello, se requiere la acción conjunta y coordinada de todos los actores implicados: países de origen, tránsito y destino; organizaciones internacionales; sociedad civil; sector privado; y migrantes y refugiados. Algunas de las acciones que se podrían impulsar son:

  • Respetar los derechos humanos de todos los migrantes y refugiados, independientemente de su estatus legal, origen, género o edad. Garantizar el acceso a los servicios básicos, como la salud, la educación, el trabajo o la vivienda. Combatir el tráfico y la trata de personas, la explotación laboral o sexual, o cualquier forma de violencia o abuso.
  • Fomentar el diálogo, la cooperación y la solidaridad entre los países de origen, tránsito y destino, para abordar las causas y consecuencias de la migración y el refugio. Facilitar los canales legales y seguros de movilidad humana, como las visas humanitarias, los corredores humanitarios, los programas de reasentamiento o reubicación, o las vías complementarias de protección.
  • Promover el desarrollo sostenible e inclusivo en los países de origen, para reducir las desigualdades y las vulnerabilidades que impulsan la migración forzada o involuntaria. Apoyar los procesos de reconstrucción, resiliencia y cohesión social en los países afectados por conflictos o desastres. Fortalecer las capacidades de las instituciones nacionales e internacionales para prevenir y responder a las crisis humanitarias.
  • Fomentar la integración e inclusión social de los migrantes y refugiados en los países de destino, para favorecer su participación y contribución al desarrollo económico, social y cultural. Reconocer y valorar la diversidad cultural, lingüística y religiosa como un recurso y una oportunidad. Garantizar el respeto a la identidad, la dignidad y la autonomía de los migrantes y refugiados.

En resumen, la migración y el refugio son fenómenos humanos que responden a múltiples causas y motivaciones, y que tienen un gran impacto en nuestra vida y en nuestro planeta. El 2050 es un horizonte temporal que nos permite anticipar los posibles escenarios de migración y refugio que nos esperan, y prepararnos para afrontarlos. Se trata de un reto global que nos involucra a todos, y que nos exige actuar con responsabilidad, solidaridad y compromiso.


Recursos de emergencia humanitaria, alimentación, migración y refugio:

  • Informe sobre las migraciones en el mundo 2020: Un informe que ofrece una visión global y actualizada de las tendencias y los desafíos de la migración internacional.
  • Informe global sobre desplazamiento interno 2020: Un informe que ofrece una visión global y actualizada de las tendencias y los desafíos del desplazamiento interno por conflictos o desastres.
  • Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular: Un documento que establece un marco de cooperación internacional para la gestión de la migración.
  • Pacto Mundial sobre Refugiados: Un documento que establece un marco de cooperación internacional para la protección y el apoyo a los refugiados y sus países anfitriones.