La Psicología Humanista aparece en los años 50-60 del siglo XX en Estados Unidos, indudablemente como una respuesta más positiva y optimista al ambiente de tensión bélica existente tras las dos guerras mundiales y las visiones más bien rígida del modelo conductista y pesimista del psicoanálisis. Tiene grandes influencias europeas, por la inmigración de postguerra y el existencialismo alemán donde se pone en cuestión al ser humano y su modo de ser en el mundo, el hombre no posee una esencia como algo determinado, sino que la va construyendo durante su existencia a través de su libertad y de su poder de elección.

El modelo humanista, sin dejar de usar y evolucionar sobre las partes más valiosas de los anteriores modelo, introduce nuevos conceptos a la hora de interaccionar con los pacientes como la afectividad, la autorrealización o la creatividad. La psicología humanista intenta tener una visión Holística del ser humano, esto es, el ser humano visto como un todo indivisible.

En el modelo humanista se considera al cliente/paciente como una persona plena y completa, responsable de sus propias decisiones y en su tratamiento no se presupone la existencia de un problema ni tampoco exige la necesidad de un diagnóstico, la intención es poder ayudar al cliente motivándolo para que desarrolle todos sus potenciales hasta el mayor límite posible. El ser humano es un ser completo que posee todas las habilidades necesarias para desarrollarse, y realizarse y por defecto, presenta una actitud innata hacia el desarrollo y su ideal máximo es la satisfacción de las necesidades para realizarse en la vida. Para ello debe confiar en la propia experiencia y en sus propias sensaciones y percepciones. Esta al menos es la teoría en que se basa este modelo. Así pues, los principios básicos de esta corriente serían:

  • El ser humano es único.
  • El ser humano es bueno por naturaleza.
  • El ser humano tiende a desarrollarse plenamente en todos los niveles de conciencia que existen, además naturalmente tiene la capacidad de evolucionar y satisfacer todas sus necesidades.
  • La mente y el cuerpo forman parte de un todo, este todo es indivisible.
  • Existen varios niveles de consciencia que mediante su superación se percibe con más claridad su propio ser y la existencia de lo ajeno.
  • Reequilibrio y revalorización de lo emocional, que se ha desequilibrado a causa de las leyes que la cultura occidental va imponiendo en el ser humano.
  • Percepción de lo exterior como un ente igual.

Dos de sus autores y defensores principales son Maslow y Rogers, que están convencidos de la bondad del hombre que debe intentar siempre ser él mismo y conseguir la autorrealización. Con estas premisas y previamente incluso a la consolidación del modelo, en 1943, Maslow diseña su famosa pirámide en su libro “A Theory of Human Motivation”:

Aunque quizás hoy en día, casi 75 años después, esta pirámide sin duda ha evolucionado con nuevos conceptos y necesidades o motivaciones, en lo fundamental, sigue siendo más que válida.

Centrándonos en lo que hemos visto respecto a la influencia de este modelo en el coaching, para poder ayudar al cliente, según Rogers, el coach debe usar sobre todos tres actitudes básicas:

  • Autenticidad: Cada persona debe de “ser, lo que es”, es decir, no usar mascaras. Para conseguir esta autenticidad debe usarse una escucha profunda.
  • Empatía: “Empatía consiste en entender como el otro y sentir como el otro, pero sin ser el otro”. Carl Roger.
  • Aceptación Positiva Incondicional: “Actitud positiva y de aceptación a la persona, sin juzgarla ni criticarla, tal y como es y cómo se presenta en ese preciso momento. No significa aprobación ciega o justificación de las conductas, comportamientos, actitudes y valores de la persona, sino la aceptación de ésta, independientemente de sus comportamientos, conductas, actitudes y/o valores”. Carl Rogers
Las 15 competencias recogen las habilidades básicas que debe desarrollar el coach para llevar a cabo una sesión con éxito:

1. Generar conversaciones provocadoras en sesiones cortas, escuchando al cliente, cuestionándole, haciendo preguntas adecuadas, buscando claridad.

2. Facilitar el autodescubrimiento, porque cuanto mejor se conoce uno a sí mismo, mejores decisiones puede tomar.

3. Sacar lo más grande, pidiendo al cliente que piense y actúe a lo grande, que suba el listón y sus estándares.

4. Disfrutar inmensamente del cliente. Cuando el coach disfruta con un cliente, se desarrolla un alto grado de confianza de forma natural. Los clientes corren más riesgos, avanzan más rápidamente.

5. Ampliar los esfuerzos del cliente, actuando como catalizador y acelerador.

6. Navegar vía curiosidad, dejarse guiar por ella, para que se produzca el aprendizaje en un doble sentido, ya que el coach también aprende de su interrelación con el coachee.

7. Reconocer la perfección en cada situación. Una forma de ver la vida es creer que todo lo que sucede, sucede por una razón perfecta.

8. Poner rumbo a lo más importante. Dependiendo del momento, lo que es más importante para el cliente cambiará. El coach es rápido para identificar esta diana móvil y flexible para ajustar el Coaching para que sea efectivo en ese nuevo camino.

9. Comunicar claramente. Los coaches trabajan para limpiarse de prejuicios, juicios, necesidades insatisfechas, deberías, podrías, discursitos, agendas, arrogancia y miedos.

10. Contar lo que percibes. Cuanto más a menudo y más fácilmente un coach pueda compartir lo que ve, siente y escucha, añade mayor valor para ese cliente.

11. Ser el hincha del cliente. Cuando el coach se convierte en un hincha del cliente a todos los niveles (incluyendo sus acciones, progreso, sueños, características, compromisos, dones y cualidades), el cliente incrementa sus probabilidades de éxito.

12. Explorar nuevos territorios. El coach amplía la forma de pensar del cliente tejiendo nuevos conceptos, principios y distinciones durante la sesión, e invita al cliente a probar nuevas formas de hacer las cosas, incluso identificar nuevas metas o resultados.

13. Saborear la verdad. Siempre hay una verdad que, cuando se descubre y se articula, puede transformar la vida o el negocio de una persona.

14. Diseñar un entorno favorable. El éxito, por no mencionar la evolución personal, puede ser sostenible cuando existen entornos y estructuras de seguridad que lo apoyan.

15. Respetar la humanidad del cliente. Todos tenemos límites, tanto internos como externos, el coach sabe esto y lo respeta.

Con todas estas herramientas, nuestra misión es desafiar al cliente a quitarse las máscaras, que el mismo vea quien es, como es, que llegue al centro de su personalidad, a su propio “Self” (“sí mismo” o Yo) contrastándolo con su “ideal del yo”, desarrollado a causa de intentar obtener recompensas positivas condicionadas por el molde social, en vez de dedicarse a obtener recompensas positivas para uno mismo. De las incongruencias entre el “Self Real” y el “Ideal del Yo”, surgen las “Máscaras”, que son las personalidades tras las que se oculta el verdadero yo, al tratar de parecerse al Yo ideal que se ha ido formando. Esa es nuestra difícil tarea…

Una compilación del Dr Fabián Sorrentino. Fuentes Consultadas: Modelo Humanista de F Calderón. Una breve historia del Coaching por Leonardo Ravier.