Cuenta la leyenda, que en general somos guiados en varias situaciones: por lo que nuestros antepasados dejaron en nosotros; vivencias, respuestas, reacciones, huidas, silencios… pero también situaciones de mucha valía; intervenciones que nos invitaban a probar de qué tipo de madera estamos hechos. 

Fuimos hijos, fuimos niños, fuimos hermanos, compañeros, amigos. Somos padres y maestros de las generaciones actuales y las que están por venir (aunque muchas veces lo olvidamos), incluso cuando ocurre el fenómeno de la observación, no nos damos cuenta que “alguien”, siempre nos mira.

Como decía en el primer párrafo “contaba la leyenda” … pero hay “historias” de las que nos podemos adueñar, y comenzar a protagonizar, con la premisa de que toda acción genera una reacción, en síntesis: la actitud que tomamos frente a la sensación de una posible soledad, es la que determinará cuál es el rumbo de nuestra vida, y el impacto afortunado o no, que podamos brindar tanto a nosotros mismos, como a nuestro entorno.
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Percibiendo la soledad

¿Cómo y cuándo fue la última vez que sentiste soledad, desasosiego, frío, incertidumbre, miedo, desesperación, dolor?… Muchas veces Dios, El Universo, La Fuente, (o donde elijas depositar tu Fe) desde muy temprano   pone frente a nosotros, situaciones que nos exceden, y de las cuales no tenemos incidencia en las decisiones finales, pero que, de igual forma nos impactan y nos dejan inmóviles, el típico efecto colateral. Entonces sentimos que no fue una soledad elegida, sino, impuesta. En mi caso, este tipo de sensaciones aparecen cuando, a los siete años de edad, mi padre me contó que ésa noche iba a irse de casa.  No sé si alguien puede estar preparado para una noticia que aún sin entender del todo cambiaría tu vida, tal como la conocías, de la noche a la mañana.

Lo único que tenía claro, desde ese momento, es que en nombre del Gran Amor que por todos sentía, aun con esa edad, debía ser útil y funcional al resto de la familia que había quedado en “ruinas”.  Aunque ahora, viéndolo en perspectiva, fue una decisión acertada, a pesar que eso sacudiera nuestra historia, y con ello, el amor más grande que conocía hasta allí.

Hoy lo puedo relatar sin dolor y con claridad, pero por mucho tiempo en esa época veía y sentía todo este escenario muy nublado. Algo puedo rescatar, lo único real y de lo que puedo dar fe, es que todo cambia, para bien o para mal, hay que estar preparado para lo nuevo, que, en definitiva… siempre llegará.
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Atrapada en el pasado

Regresando al inicio de mi propia historia de soledad, la verdad es que no existe una manera específica de contar cuál fue el preciso momento, donde me sentí inundada por la sensación de soledad, como una manta que te envuelve. Estuve incansablemente, estacionada en los recuerdos.

No obstante, sí podría identificar cuándo decidí (entendiéndose que al decidir, elegimos con una convicción avasalladora), que esa sensación debía ser la génesis para la creación de una nueva yo. 

En ese diseño tenía claro que además de mis palabras, mis acciones debían acercar a los otros, a un posible nuevo comienzo en sus vidas. 

Desde mis experiencias personales, de las vivencias que me atravesaban en esos días, o en aquellos, donde el entendimiento no alcanzaba, para consolar tanta tristeza, algo surgió.

Había una frase que se instalaba en mis pensamientos, conscientes e inconscientes, pero con tanta seguridad que parecían hablarme mirándome a los ojos.
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¿Entonces, hasta cuándo?

Hasta cuando iba a permitir que todos los días sean una fotocopia calcada del día anterior, haciendo que las horas pasen sin más. 

Si fuera por encontrar una causa, todos las conocemos, ya que cada uno de nosotros es atravesado por multitud de ellas. Pero no es el ¿por qué? el que cambia el rumbo. Sobre todo, cuando no le ponemos un sentido sustancial a nuestra vida. 

Es la respuesta al ¿para qué siento esta soledad? la que nos brinda sabiduría y nos da la oportunidad de convertirnos en instrumentos de Dios para la asistencia del otro.

Entonces te regalo la posibilidad que hagas tuya esta historia. Y puedas sentir que al leerla me estás contando tus propias causas.
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De cara al futuro

Sentí que no me alcanzaba mi manera de ser, para salir de ese espacio oscuro, sin sentido. Pensé que si me distraía aún más, lograría llenar de tinieblas, el resto de lo que estaba a mi alrededor. Difuminar todo lo que me era incomodo, sin discriminar lo que podía perder, si no me despabilo.

También me percaté de que, en mi afán por encajar en las expectativas ajenas, y no producir demasiados daños colaterales, me fui enviando una carta de desalojo a mí misma.

Incluso era una persona que no tenía la certeza de conocer hasta ese momento. 

Recuerdo que alguien me dijo una vez, “las bases de tu vida deben ser, el autoconocimiento, la libertad y la construcción de tu energía. Todas guiadas por Dios». Cuatro elementos a los que no tenía acceso, por lo menos hasta ese día.

Todos somos una historia que contar, es menester estar atentos a lo cotidiano. Si logramos identificarnos como aprendices, todos los demás nos hacen de espejos de aquello a lo que personalmente nos estamos autoexponiendo. Y  automáticamente nos transformamos en alumnos.

Es allí mismo cuando unes los puntos para atrás, y sientes que la teoría no hacía más que acercarnos a la comprensión. Pero también me percaté de que de esta moneda solo estaba viendo la cara, y algo faltaba para identificar la cruz.
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La ciencia en la interpretación de la soledad

Hablemos de la ciencia que estudia el amor a la sabiduría, te hablo de la filosofía (desde su etimología del griego filos: amor; sophia: sabiduría) comprendiendo en sí misma, distintos campos, como lo son, el conocimiento, la consciencia, la ética, el lenguaje, la moral, la belleza. El ser en todo su existir, incluyendo su soledad.

Con todo lo expuesto, algo me quedaba inconcluso, el otro lado de la moneda, como hablábamos párrafos atrás.

La acción ¿Cómo abordarla?¿Desde dónde? ¿Cuándo?

Como te digo, hay personas que son puros ejemplos en silencio, que pasan por nuestro costado y quizás, apurados en lo que la vida, o vaya a saber quién, espera de nosotros, no los percibimos. Pero eso tiene una solución. Estar atentos, ir por los caminos despiertos, conectados con la fuente que más te represente, y si como me pasó, no sabes cuál es tu comienzo. Déjate guiar, transfórmate en enseñable. Llénate de humildad y fe. 

A la filosofía le faltaba una aliada que la representara de manera práctica, en esta actual manera de vivir en sociedad.
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La bioética como aliada

Aparece la bioética, y en ella la concreción tan anhelada. Utilizar a nuestro favor la ciencia, compendiar de manera bien pluralista aquellos conceptos que no nos detenemos a poner en el diario vivir.  Conjuga verbos, creer, pensar, decir, hacer, escuchar, entender, compartir, ayudar, leer al otro y al entorno que lo atraviesa. 

Pero ¿Qué es? La bioética es un campo interdisciplinario que combina la ética, la filosofía, la medicina, la biología y otras disciplinas para abordar cuestiones morales relacionadas con la vida y la salud. Surge como una respuesta a los avances científicos y tecnológicos que plantean nuevos dilemas éticos en el ámbito de la medicina y la biología.

Algunos de los aspectos más importantes de la bioética son:

  • Enfoque pluralista, que reconoce y respeta la diversidad de perspectivas culturales, religiosas y filosóficas sobre cuestiones éticas. No impone un conjunto único de valores, sino que  invita a considerar una amplia gama de opiniones y creencias al abordar problemas éticos complejos. Tomar en cuenta las otras miradas, tan válidas como las tuyas.
  • Desafía a pasar de las palabras a la acción, a traducir nuestros principios éticos en comportamientos concretos que promuevan la justicia y el bienestar para todos. Nos anima a ser agentes de cambio en nuestro entorno, a trabajar por un mundo más justo, compasivo, incluso cuando no esté respaldado por leyes o regulaciones formales. Y en el tema que nos venimos enfocando, a solidarizarnos con la vivencia de la soledad que «sufre» el otro, desde la empatía desde el haber compartido algo común, compartiéndoles que la soledad se puede transitar, atravesar.
  • Promueve la empatía y la compasión hacia los demás seres vivos, reconociendo su dignidad y su dolor. Nos recuerda que no solo debemos preocuparnos por el bienestar humano, sino también por el de otras especies y el medio ambiente en general. Escuchando, mirando, sintiendo a los otros, integrándonos en el entorno porque no alcanza solo con decir yo tengo empatía.
  • Desafía a pasar de las palabras a la acción, a traducir nuestros principios éticos en comportamientos concretos que promuevan la justicia y el bienestar para todos. Nos anima a ser agentes de cambio en nuestro entorno, a trabajar por un mundo más justo y compasivo, incluso cuando no esté respaldado por leyes o regulaciones formales.

En resumen, la bioética nos invita a pensar de manera crítica sobre nuestras acciones y decisiones, a considerar las diversas perspectivas éticas y a actuar de manera coherente con nuestros valores morales. Es un llamado a la responsabilidad y la solidaridad con los demás seres vivos y con el mundo que compartimos.

Sin juzgar, nos propone estar listo para sentirnos parte del otro y que ese otro sienta que cuenta con una red de contención cuando menos se lo espera, aunque fuera de un perfecto desconocido.

La bioética vino para quedarse y sentar precedentes. Encontrándose en esas situaciones donde hay vacíos, y las páginas del libro quedan en blanco porque no se sabe cómo completarlas de manera lógica. Porque te enseña a tener en cuenta lo que hasta ahora no te interesaba. La vida en su totalidad. La moral. La ética

A través de ella, declaro que me importa el prójimo en todas sus formas de ser un ser viviente, y también las cosas, que aun de otra manera, también sienten. 

La bioética te invita a dejar de decir lo que dices para empezar a hacerlo, y que, aunque no está ordenado por una ley,  tengas la imperiosa elección de hacerlo por motus propio y desde el disfrute de estar haciendo lo mejor para todos

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¿A dónde miras?

Es urgente que comencemos a explorar en nuestro interior, puntos que hasta ahora pasamos por alto. Muchas veces nos sentimos incapacitados, pero si transformamos nuestra mirada sobre las cosas, ellas cambiarán de forma. 

Hay maneras de reciclarnos, de ponernos de cara a la vida y dejar que ésta  nos sorprenda, y que si nos lo permitimos descubrir, toda prueba esconde tras de sí, la mayor de las bendiciones… pero en esta transacción debemos estar dispuestos a conectarnos con el aprendizaje que esa experiencia viene a dejarnos. Nadie es más grande que aquel que decide atravesar una tormenta, aun sin tener todas las respuestas a mano.
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De la Soledad al propósito 

Hoy, voy a compartir con ustedes,  la historia de Martina, una persona que honra conmigo el inmensurable significado de la palabra amistad.
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Sintiendo que el mundo se voltea

Martina tenía once años, y una mañana cualquiera, algo se presentó espontáneamente poniendo en pausa aquella infancia feliz…

Tuvo una meningitis y un accidente cerebro vascular (ACV), que dejaron como secuela principal, la pérdida de memoria; entre otras cosas.

Las secundarias no tardarían en llegar…habiendo perdido total conciencia y conocimiento de quién era ella misma. Una vez recuperada físicamente, tomó la iniciativa de volver a su establecimiento escolar (aquel que concurría antes de los episodios arriba mencionados). 

Al principio todo parecía transcurrir normalmente, fue recibida y apoyada por sus entonces compañeros, pero a medida que el tiempo y las actividades pasaban, Martina sentía que no a todas ellas era convocada. Por lo cual debía resignarse, y continuar su rutina de permanencia en clase. Aunque no la invitaran a cumpleaños, dejarán de incluirla en los grupos de Trabajos Prácticos, y en las competencias de Educación Física, cuando los niños organizaban los integrantes de cada equipo, ella tenía que esperar que el profesor decidiera a último momento a cuál pertenecer, porque los alumnos no la tenían en cuenta de primera intención.

Si bien ella, a medida que iba creciendo, trataba en terapia estas circunstancias (no elegidas), y solicitaba guías y apoyo para poder sobrellevarlas… no dejaba de invadirla ese sentimiento contundente y omnipresente de profunda soledad.
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De la resignación a la aceptación

Ante la disyuntiva de seguir en esa postura de obligada resignación; o darle una nueva oportunidad a su historia, tenía que optar por esa alternativa, que sólo ella podía plantearse posible: La Aceptación como Eje del Cambio.

Entonces (sin recordar vivencias pasadas, pero sí algunos nombres y apellidos) comenzó a contactar, por fuera del área escolar a aquellas personas que habían compartido el jardín de infantes alrededor de sus cuatro o cinco años. 

Más tarde, decidió cambiar definitivamente de escuela. Lejos de la desolación y del dolor que supone ser evitada por sus hasta entonces, supuestos amigos y compañeros cercanos en el marco de un crecimiento ya invadido por experiencias realmente desafiantes.

Lejos de las dudas sobre volver a exponerse a nuevos juicios y miradas ajenas, ella convivía con la idea de seguir dando un paso, otro y uno más. Y aunque eso no la llevara a destino,  la acercaba a él.
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Viviendo desde el propósito 

El tiempo pasó, como todo pasa… Martina hoy tiene 24 años, y comprendió cada una de sus experiencias para transformarlas en servicio permanente. Es una persona que creció a niveles exponenciales, y que rodea con su dulce mirada y su cálido corazón a todas aquellas personas que son atravesadas por incontables travesías. 

Su historia es un poderoso ejemplo de cómo la soledad puede transformarse en un propósito de vida significativo. En su caso, la sensación de ser dejada de lado por sus compañeros de escuela la sumergió en un profundo sentimiento de soledad, pero en lugar de resignarse a esa situación, decidió convertirla en una oportunidad para ayudar a los demás.

Martina comenzó buscando conexión con personas de su pasado, tratando de reconstruir lazos que la hicieran sentir menos sola. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que esa búsqueda no estaba dando frutos, decidió cambiar de rumbo y buscar una nueva comunidad en la que pudiera florecer.

Con valentía y determinación, Martina se embarcó en un camino de servicio hacia los demás.

Martina es Payamédica vistiendo colores y llevando sonrisas a cada niño, adulto, o anciano con cáncer; enfermedades terminales. O simplemente paseando por las salas de esos hospitales y personas olvidadas que encuentran en ella el brillo que perdieron.

También es Paramédica y Rescatista, ofreciendo ayuda a aquellos que se encuentran en situaciones de emergencia. Dándoles una segunda oportunidad.

Además es Coach Ontológico Profesional, brindando apoyo emocional y guiando a otros en su propio viaje de autodescubrimiento. Porque su propio desafío le ha permitido afinar su escucha y poder orientar al otro, para que pueda encontrar sus propios superpoderes que permanecen ocultos tras el dolor.

Martina hizo de la Soledad un servicio en cuerpo y alma. Hizo que en la oscuridad se enciendan mil luces. 

A través de sus acciones altruistas, Martina encontró un propósito mayor que trascendía su propia experiencia de soledad. Descubrió que al ayudar a los demás, podía llenar el vacío en su corazón y encontrar significado en su vida.

La historia de Martina nos enseña que la soledad no tiene por qué ser un destino final, sino más bien un punto de partida para un viaje de autodescubrimiento y servicio. Nos recuerda que todos tenemos el poder de transformar nuestras experiencias más difíciles en oportunidades para hacer del mundo un lugar mejor.

Solo resta contarles, que cualquiera puede ser Martina, porque todos llevamos dentro esa posibilidad, cada uno desde sus propios superpoderes.

Y objetivamente, dejando de lado el profundo amor y agradecimiento que por ella profeso, agradezco que por un instante, a través de su historia, nos muestre este sendero donde la soledad nos conduce a vivir desde el propósito.

¡Muchas gracias por ponerlo en práctica cada día!