La Maestría 7 trata de ayudar a establecer y mantener la intención. Esta se inscribe en una tradición ontológica aplicada al acompañamiento humano que busca transformar la experiencia en acción sostenida.
Un marco ontológico para esta maestría requiere articular distinciones conceptuales, fundamentos epistemológicos y protocolos operativos que permitan a un facilitador —coach o mentor — acompañar a una persona o equipo desde la formulación de una intención hasta su mantenimiento en contextos reales y cambiantes.
Este documento integra y sintetiza los marcos previos que sustentan la práctica para ofrecer una arquitectura coherente, operativa y evaluable de la intención como fenómeno ontológico y práctico.
1. Fundamentos ontológicos y epistemológicos
1.1. ¿Qué es un marco ontológico aplicado a la conciencia y la acción?
Un marco ontológico define qué elementos de la realidad se consideran relevantes para una intervención, cómo se relacionan entre sí y qué niveles de existencia (cuerpo, emoción, lenguaje, contexto social, dinámica espiritual) se toman en cuenta para producir transformación.
En el desarrollo de la conciencia, el marco ontológico traduce conceptos abstractos en indicadores observables, protocolos y criterios de evaluación que permiten diseñar intervenciones coherentes y sostenibles.
1.2. Supuestos epistemológicos relevantes
- La observación es teoría‑dependiente: no podemos observar lo que no distinguimos; por eso la formación de distinciones (lenguaje, actos performativos, indicadores corporales) es central para acompañar la intención.
. - La acción es performativa: el lenguaje no solo describe, sino que crea mundos posibles; las declaraciones, compromisos y rituales son actos que generan realidades operativas.
. - La agencia se construye: la intención no es un rasgo fijo sino una capacidad que se desarrolla mediante prácticas, retroalimentación y experimentación segura.
. - Sistemas y sostenibilidad: la intención se sostiene mejor cuando se articula con redes relacionales, acuerdos y estructuras que la protegen y la amplifican.
2. Hacia una Definición Operativa de la Intención
Intención se define aquí como una configuración integrada de:
(a) una dirección deseada (propósito),
(b) una energía motivacional (afecto y cuerpo),
(c) un conjunto de declaraciones y compromisos lingüísticos, y
(d) un plan de acción con rituales y acuerdos de rendición de cuentas.
La intención es, por tanto, un fenómeno multidimensional que requiere intervenciones en los planos corporal, emocional, lingüístico y relacional para ser establecida y mantenida.
3. Componentes clave para establecer la intención
3.1. Atención y presencia (vinculación con Maestría 4: Proponer el presente)
Establecer intención exige presencia atenta: la capacidad de sostener una atención plena hacia el momento presente para identificar recursos, obstáculos y oportunidades emergentes. La presencia permite distinguir entre impulsos reactivos y decisiones deliberadas, y facilita la formulación de intenciones que sean realistas y significativas en el contexto actual.
3.2. Escucha profunda (vinculación con Maestría 2: Escucha)
La escucha no es solo recepción de información; es un acto ontológico que revela estructuras de sentido, juicios y narrativas que sostienen o bloquean la intención. Una escucha que integra cuerpo, emoción y lenguaje permite detectar contradicciones internas, ambigüedades y zonas de confusión que deben resolverse antes de fijar una intención operativa.
3.3. Lenguaje performativo y declaraciones
Formular la intención en actos de lenguaje claros y en primera persona transforma la posibilidad en compromiso. Declaraciones, pactos y enunciados públicos (o ritualizados) funcionan como anclas lingüísticas que reconfiguran identidades y habilitan nuevas prácticas.
3.4. Cuerpo y afecto
La intención se encarna: la postura, la respiración, el tono y la energía corporal son indicadores y recursos para sostener la motivación. Protocolos somáticos (anclajes, respiración coherente, micro‑rituales) aumentan la probabilidad de que la intención se traduzca en acción sostenida.
3.5. Diseño de micro‑experimentos y escalabilidad
Convertir intención en práctica requiere micro‑experimentos: acciones acotadas, medibles y seguras que permitan comprobar hipótesis, aprender y ajustar sin riesgo desproporcionado. Estos ciclos rápidos de prueba‑registro‑ajuste fortalecen la agencia y la confianza práctica.
4. Tránsito y Estrategias para mantener la intención
4.1 Tabla de los Niveles MET donde muestra el desarrollo en función de las fases de la conciencia

4.2 ¿Cómo mantener la intención?
4.1. Ritualización y rutinas
Los rituales reducen la fricción entre intención y acción. Diseñar rituales pre‑acción (señales corporales, frases de anclaje, checklists breves) convierte la intención en hábito operativo. La ritualización debe ser simple, repetible y vinculada a indicadores observables.
4.2. Acuerdos de rendición de cuentas y redes de sostén
La sostenibilidad de la intención se potencia mediante acuerdos explícitos con otros: pares, mentores, equipos o comunidades. Las redes de apoyo ofrecen retroalimentación, refuerzo social y recursos cuando la motivación flaquea.
4.3. Monitoreo y retroalimentación
Establecer indicadores observables y sistemas de registro (diarios breves, métricas cualitativas, revisiones semanales) permite detectar desviaciones tempranas y ajustar estrategias. La retroalimentación debe ser específica, orientada a la acción y basada en evidencia observable.
4.4. Gestión de la ambigüedad y la confusión
Antes y durante la ejecución, la confusión y la ambigüedad emergen como amenazas a la intención. La intervención ontológica consiste en clarificar términos, reformular juicios y transformar contradicciones en decisiones operativas mediante preguntas precisas y reformulaciones que reduzcan la nebulosa cognitiva y emocional.
4.5. Re‑declaraciones y rituales de re‑alineación
Cuando el contexto cambia o la intención pierde fuerza, es útil realizar re‑declaraciones públicas o rituales de re‑alineación que actualicen el compromiso y reconfiguren la identidad operativa.
5. Integración con la ODC y los otros Marcos Ontológicos
5.1. Tránsito de la Maestría 7 a través de las Capas de la ODC

La construcción de esta Maestría se apoya directamente en la Maestría 4 (Presente) y la Maestría 2 (Escucha).
Presencia atenta (Maestría 4): provee el terreno fenomenológico donde la intención puede ser formulada con realismo y discernimiento; sin presencia, las intenciones tienden a ser aspiracionales y desvinculadas de la realidad operativa.
Escucha profunda (Maestría 2): habilita la detección de juicios, narrativas y emociones que condicionan la viabilidad de la intención; sin escucha, los compromisos quedan ciegos a las contradicciones internas y relacionales.
5.2. Secuencia práctica integrada
- Escuchar: mapear la narrativa, juicios y afectos que sostienen la situación (Maestría 2).
- Presenciar: traer al presente los recursos y limitaciones concretas; distinguir lo que es observación de lo que es interpretación (Maestría 4).
- Formular: construir declaraciones performativas y micro‑experimentos que traduzcan la intención en acciones concretas (Maestría 7).
- Sostener: ritualizar, acordar rendición de cuentas y monitorear mediante indicadores observables (Maestría 7).
Esta secuencia no es lineal sino iterativa: la escucha y la presencia alimentan la formulación y el sostenimiento de la intención en ciclos de aprendizaje continuo.
6. Modelo operativo: protocolos, distinciones y herramientas
6.1. Distinciones ontológicas centrales
- Intención vs. objetivo: la intención integra propósito, energía y compromiso; el objetivo es una meta específica y medible. Ambos son complementarios.
- Declaración vs. promesa: la declaración es performativa; la promesa implica responsabilidad relacional y suele requerir acuerdos de rendición de cuentas.
- Micro‑experimento vs. hábito: el micro‑experimento es una prueba acotada; el hábito es la consolidación de prácticas repetidas y ritualizadas.
6.2. Protocolo de intervención (pasos prácticos)
- Exploración inicial: escucha fenomenológica para mapear juicios, emociones y recursos.
- Clarificación: disolver ambigüedades mediante preguntas de precisión y reformulaciones que reduzcan la confusión.
- Formulación de intención: redactar una declaración en primera persona que incluya propósito, criterios de éxito y primer micro‑experimento.
- Diseño de ritual: seleccionar una práctica somática o lingüística que actúe como ancla pre‑acción.
- Acuerdo de rendición: definir con quién se comparte el compromiso y cómo se reportará el progreso.
- Monitoreo: establecer indicadores observables y un calendario de revisión.
- Ajuste: iterar el micro‑experimento según evidencia y re‑declarar si es necesario.
6.3. Herramientas concretas
- Mapa de intención: documento breve que contiene declaración, micro‑experimentos, rituales y acuerdos.
- Registro de micro‑experimentos: formato simple para anotar hipótesis, acciones, resultados y aprendizajes.
- Checklist ritual: lista de pasos corporales y lingüísticos para activar la intención antes de la acción.
- Rueda de coherencia: instrumento para evaluar congruencia entre cuerpo, emoción, lenguaje y acción.
7. Tránsito por las 5D con Indicadores observables
7.1. Indicadores corporales
- Postura y tono vocal antes y después del ritual.
- Frecuencia de prácticas somáticas (número de repeticiones por semana).
- Señales de regulación emocional (respiración, pausas).
7.2. Indicadores relacionales y psicológicos
- Número y calidad de interacciones de apoyo.
- Retroalimentación recibida y su impacto en ajustes.
- Existencia de acuerdos explícitos y su cumplimiento.
7.3. Indicadores cognitivo/lingüísticos/conductuales
- Claridad y concreción de declaraciones en primera persona.
- Frecuencia de reformulaciones y re‑declaraciones.
- Uso de lenguaje performativo (p. ej., “me comprometo a…”).
- Cumplimiento de micro‑experimentos (porcentaje de acciones realizadas).
- Persistencia en la práctica tras la primera semana (curva de adherencia).
- Calidad de la rendición de cuentas (especificidad y evidencia).
7.4. Indicadores cuánticos
- Coherencia cardíaca (HRV coherence): mide cómo se sincroniza y regula el ritmo del corazón cuando una persona se concentra o se calma; es un indicador de equilibrio emocional y atención.
- Sincronía cerebral (coherencia EEG inter‑participante): mide cuánto se parecen en el tiempo las ondas cerebrales (especialmente las ondas relajadas) entre personas o entre momentos antes y después de una práctica de intención.
- Variación del campo electromagnético local: mide cambios repetibles en el campo magnético del entorno o en pequeñas emisiones de luz del cuerpo que ocurren durante momentos de intención concentrada.
- Efecto sobre variable objetivo: mide si la intención influye en algo externo y medible (por ejemplo, cambiar la probabilidad de un resultado aleatorio) durante el ejercicio de intención.
- Frecuencia de coincidencias improbables: mide cuántas veces ocurren coincidencias sorprendentes entre lo que se intenta y eventos externos, más allá de lo que esperaríamos por casualidad.
- Correlación multimodal temporal: mide si varios indicadores (corazón, cerebro, campo y resultados externos) cambian al mismo tiempo durante la intención, mostrando una conexión entre ellos.
- Reproducibilidad del micro‑experimento: mide si al repetir el mismo experimento de intención en condiciones similares se obtienen resultados parecidos, es decir, si el efecto es consistente.
7.5. Indicadores de Carácter Espiritual
- Experiencia de unidad y sentido (escala mística): mide la intensidad de sensación de unidad, presencia de lo sagrado y alteraciones positivas en la percepción del yo y del tiempo.
- Compasión y conducta altruista: mide cambios en empatía y la frecuencia de actos altruistas observables y verificables.
- Práctica espiritual sostenida: mide la regularidad, duración y adherencia a prácticas espirituales (oración, meditación, rituales).
- Paz interior y resiliencia espiritual: mide niveles de serenidad, reducción del miedo y capacidad de recuperación ante el estrés desde una perspectiva espiritual.
- Discernimiento ético y sabiduría aplicada: mide la calidad de decisiones orientadas al bien común y la coherencia entre valores declarados y acciones.
- Transformación relacional: mide cambios en la calidad de las relaciones: empatía, confianza, cohesión y participación comunitaria.
- Gozo profundo y sentido perdurable: mide el aumento sostenido de gozo, gratitud y sentido de propósito que trasciende reacciones basadas en el miedo.
Estos indicadores permiten evaluar no solo si la intención se cumple, sino cómo se sostiene y se integra en la identidad operativa del sujeto o del equipo.
8. Riesgos, límites y consideraciones éticas
8.1. Riesgos comunes
- Intenciones mal formuladas: vagas, contradictorias o desconectadas del contexto.
- Sobrecarga ritual: rituales demasiado complejos que generan abandono.
- Dependencia externa: sostener la intención únicamente por presión social sin internalización.
8.2. Límites del acompañamiento
El facilitador no debe sustituir la agencia del cliente; su rol es habilitar distinciones, diseñar experimentos y sostener procesos, no imponer metas ni garantizar resultados. Además, cuando emergen problemas clínicos o de salud mental, corresponde derivar a profesionales especializados.
8.3. Ética
- Consentimiento informado para intervenciones somáticas o relacionales.
- Transparencia sobre métodos y criterios de evaluación.
- Respeto por la autonomía: las re‑declaraciones deben ser voluntarias y no coercitivas.
9. Ejemplos aplicados (breves casos ilustrativos)
9.1. Caso individual: reorientación profesional
- Escucha: identificar juicios limitantes (“no soy capaz”).
- Presencia: mapear recursos actuales y restricciones reales.
- Intención: “Me comprometo a explorar tres opciones profesionales en 90 días mediante entrevistas informativas semanales” (declaración en primera persona).
- Micro‑experimento: una entrevista informativa por semana.
- Ritual: 3 minutos de respiración coherente antes de cada contacto.
- Rendición: reporte semanal a un mentor.
- Monitoreo: número de entrevistas realizadas; sensación de claridad tras cada entrevista.
9.2. Caso grupal: proyecto de innovación
- Escucha: detectar discrepancias en prioridades del equipo.
- Presencia: acordar criterios de viabilidad.
- Intención: “El equipo se compromete a validar una hipótesis de usuario en 30 días con al menos 10 entrevistas” (declaración colectiva).
- Ritual: reunión breve diaria de 10 minutos para alinear acciones.
- Rendición: tablero visible con métricas.
- Monitoreo: entrevistas realizadas; aprendizajes documentados.
10. Marco Teórico y Conclusiones
La Maestría 7 «ayudar a establecer y mantener la intención» requiere una sintesis práctica de las 5D ontológicas: (cuerpo, mundo emociónal, campo cognitivo y lenguaje, dinámica cuántica y espiritual) y herramientas operativas (micro‑experimentos, rituales, acuerdos).
Su eficacia depende de la integración con la escucha profunda, la presencia atenta que revela las condiciones internas y relacionales que condicionan la intención; la presencia permite formular intenciones realistas y situadas; y la maestría 7 que traduce ambas en prácticas sostenibles y evaluables.

Este marco propone una arquitectura que es a la vez conceptual y práctica: define distinciones claras, protocolos replicables y criterios de evaluación observables. Su implementación exige formación en escucha fenomenológica, habilidades para diseñar micro‑experimentos y competencias para construir rituales y acuerdos que sostengan la acción en el tiempo.
Al integrar estas capacidades, el acompañante ontológico habilita a las personas y equipos a transformar deseos en compromisos efectivos y sostenibles, contribuyendo así a procesos de cambio que perduran más allá de la sesión.
Un desarrollo del Dr Fabián Sorrentino, para el entrenamiento de la Carrera de Coaching bajo las 9 maestrías de la IAC








