Lee el siguiente texto de corrido y 1 sola vez:

¨ (…) La amargura y la decepción son dos vivencias humanas a las que los prisioneros estuvieron especialmente inclinados. La amargura es una vivencia anímica que se filtra lentamente en el alma humana. No hay vida humana que no haya pasado por malos momentos. Pero, cuando estos momentos persisten, llegan a teñir la vida entera y a impregnarla de un sabor amargo. Son los pequeños detalles de la vida ordinaria los que pueden conducir al ser humano a esta vivencia.

¿Cómo vivieron los prisioneros esta amargura? La experimentaron al entrar en contacto con sus amigos, con sus familiares y conocidos. La gente que vivió fuera de los campos de concentración también experimentó la crudeza de la guerra: movilizaciones, bombardeos, hambruna, presión emocional continua, soledad. Por eso, se puede comprender que, al salir en libertad, prisionero encontrara, con frecuencia, una acogida cálida y la comprensión de su padecer. A lo sumo, debe de haber escuchado frases como ¨nosotros no sabíamos nada¨, ¨nosotros también sufrimos¨ o un simple encogerse de hombros.

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Estos hombres salidos de la prisión, probablemente se preguntaron: ¿Para escuchar y ver esto es lo que padecí? ¿Es esto todo lo que puedo esperar de aquellos por quienes esperé, padecí y lloré?

Necesidad de ser escuchado, aceptado, reconocido. Los hombres y mujeres que no necesitaron respuesta… comenzaron a tomar conciencia de que los planes se tenían que invertir. En adelante, los prisioneros tendrían el reto de ser capaces de responder infatigablemente a las circunstancias.

Aquí yace la piedra fundamental de la experiencia del médico prisionero: el ser humano no es tanto un ser que pregunta, sino, más bien, un ser con la capacidad de responder a las circunstancias. Ésa es una característica específicamente humana: ser responsable es tener la habilidad-de-responder.

Junto con la amargura, se suscitó otro riesgo: la decepción. La decepción padecida como la comprobación de que siempre hay más y más hondura en el sufrimiento humano. Decepción experimentada por hombres y mujeres de diferentes maneras. Decepción como la de aquél prisionero común y corriente que, después de un largo viaje, llegó a su patria, a su ciudad o pueblo y, tras caminar lentamente, con las manos en los bolsillos, reconoció su hogar. Prisionero que tocó el timbre y que, luego de una espera que se hizo infinita, no obtuvo respuesta. O aquél otro que comprobó que el hogar había desaparecido con la guerra, que la esposa se había marchado con otro hombre o que había fallecido.

La decepción golpea con una fuerza terrible el alma del hombre o mujer en esta tercera etapa. Pero ¿qué le queda al ex prisionero? Tal vez, se halla ante las puertas de un descubrimiento radicalmente nuevo y radicalmente suyo: si la primera fase o ingreso en el campo de concentración se vivió como ¨el fin del propio mundo¨ o como ¨la profunda desnudez¨… ahora, tiene que enfrentarse a la creación personal de un nuevo mundo.

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Esta fue la experiencia personal del prisionero Nº 119.104. Sentir el despojo total en septiembre de 1942. Perderlo todo: su esposa, padre y madre, hermano y cuñada, amigos y conocidos. Regresar, en mayo de 1945, a Viena y encontrar que su mundo tiene que ser reconstruido. Este hombre llegó a casa, tocó el timbre y aquellos seres queridos… no salieron a abrirle. El doctor Frankl confirmó una gran verdad: Quedo yo mismo. Por amor a esta vida mía, volveré a comenzar. La auto-aceptación y la autoestima o más sencillamente: el amor a sí mismo es el punto de partida de su crecimiento como persona que siente el valor de hacerse responsable su propia existencia. (…).¨

Luis Guillermo Pareja Herrera en su libro: ¨Viktor Frankl-Comunicación y Resistencia¨

Ahora Responde a las siguientes preguntas:
1 – ¿Qué aprendizaje te dejó el texto anterior?
2 – ¿Cuál es el gran aprendizaje del prisionero 119.104?
3 – ¿Qué sucedía cuando los prisioneros llegaban a su hogar?
4 – ¿Cuáles son las emociones que relata el prisionero en el texto?
5 – ¿Cuáles fueron las consecuencias que sufrieron las familias de los prisioneros?

6 – Al contestar las preguntas, ¿Lo hiciste fluidamente o tuviste que releerlo una o varias veces? ¿Qué crees que fue lo que pasó?

Vivir presentes es vivir conscientemente, y ese ser consciente nace cuando venimos al mundo y se crea cuando comprendemos que el aquí y ahora es donde estamos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. No hay más que el presente para enfocarnos y crear el futuro.

Somos conscientes cuando nos damos cuenta de que somos únicos e irrepetibles. De que somos iguales como seres humanos pero no idénticos. Cuando el ser humano toma conciencia de ello.

¿Y qué es aquello que nos hace ¨darnos cuenta¨ de nuestra conciencia?
Hay situaciones límites en las cuales el ser humano toma conciencia de su humanidad, En esa toma de conciencia podemos observar cómo responde o reacciona ante las circunstancias, qué emociones se disparan y si encuentra un sentido para su vida. Algunas situaciones límites son: la culpa, el sufrimiento, el quebranto, una enfermedad grave, un accidente, la muerte, Las situaciones límite nos paran en un momento de nuestras vidas y es allí donde elegimos dar (o no) el gran salto.

Cuando un hecho o situación límite nos sucede, generalmente tendemos primero a sentir dolor, ese dolor es aquél que nos molesta en los pensamientos, nos golpea el cuerpo y por ese dolor cambiamos el lenguaje.

Por su lado Jorge Pinotti nos dice en su libro ¨Coaching Ontológico:

El Ser Aquí y Ahora, estar Presentes¨: ¿Cuántas veces iniciamos actividades y todavía estamos enganchados en las cosas que ocurrieron antes o que van a suceder después de lo que estamos haciendo?

Estar presente tiene que ver con parar toda la inercia conversacional del tiempo del antes y el después y escuchar los pensamientos, verlos pasar como si fueran nubes, escuchar los estados emocionales y escuchar las sensaciones físicas. En todo momento es posible hacer este chequeo. Es posible estar presente y una manera de empezar a aparecer ante mí mismo, de tornar conciencia de mí es dándome cuenta de lo que ven mis ojos, de lo que perciben mis oídos. Es posible sentir el peso de este libro en las manos, la textura de la tapa, el peso del cuerpo sobre la silla. Es posible percibir todos los sonidos, los colores, la temperatura del aire, los olores etcétera. Una manera de tornar conciencia es empezar a escuchar la conversación interna.

¿Cuántas veces nos quedamos enganchados con cosas del pasado? ¿Cuántas veces tenemos enojo o resentimiento o lo que fuera, que viene durando desde varios días, meses o años y mañana vamos a querer todavía seguir hablando de eso? Una manera de em¬pezar a estar presente es empezar a notar las propias resistencias, cómo nos quedamos enganchados peleándonos en lugar de estar creando aquello que queremos. Cuando resistimos algo le estamos entregando todo nuestro poder y nos deja adheridos a eso.

Esta nota forma parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red. Y que forman parte del Manual del Mentor del Dr Fabián Sorrentino.