Diálogo sobre el dolor y el sufrimiento entra la Ontología de la Conciencia de Sorrentino y la pintura de Siamgodh
Para el Dr. Fabián Sorrentino, conciencia y corporalidad conforman una unidad irreductible: el dolor no es un síntoma patológico, sino un modo de aparecer de la existencia que desvela la apertura relacional de la conciencia —hacia el cuerpo, hacia los otros y hacia lo divino— y su llamado ético-creativo (Sorrentino, El Fin de la Soledad, 2024, pp. 117–119). Esta visión encuentra en la práctica pictórica de Siamgodh un correlato plástico: cada obra es un espacio donde el sufrimiento se inscribe, se fragmenta y se reintegra en una poética del archivo vivo.
Cuando Siamgodh aplica veladuras superpuestas de acuarela, por ejemplo en su serie “Grietas Compartidas” (2024), no busca suavizar el dolor, sino materializarlo como estrato sensible. Allí, la transparencias ocultan y revelan simultáneamente, evocando la tensión ontológica que Heidegger describió en la angustia: un quiebre que autentica al Dasein al mostrarle su finitud (Ser y Tiempo, 1927). Sorrentino retoma este quiebre y lo amplía hacia lo trascendente: el “glitch poético” de Siamgodh —esas fisuras cromáticas donde asoman destellos metálicos— simboliza la irrupción de lo sagrado en la herida, recordándonos que el sufrimiento abre siempre a un espacio de gracia.
Desde la psicología humanista, Viktor Frankl afirma que el sufrimiento deja de ser estéril cuando la conciencia lo convierte en eje de sentido (El hombre en busca de sentido, 1946). En “Grietas Compartidas”, un pentágono irregular emerge contra un fondo rojo profundo: el espectador, confrontado con esa mancha, se ve invitado a proyectar su propia historia de pérdida y a reconocerla como paso hacia la autotrascendencia. Carl G. Jung, en tanto, describe el dolor como llamada de los arquetipos inconscientes que requieren integrarse al yo (Símbolos de transformación, 1953). Los símbolos oníricos que Siamgodh incorpora —ojos flotantes, laberintos— actúan como puertas al inconsciente colectivo, transformando cada trazo en reverso psicológico de un proceso de individuación.
En la fenomenología, Edmund Husserl y Maurice Merleau‑Ponty enseñan que el dolor es vivencia corporal: una atmósfera que invade la percepción y redefine el mundo circundante (Husserl, Ideas, 1913; Merleau‑Ponty, Fenomenología de la percepción, 1945). Las “Sombras Translúcidas” —serie donde Siamgodh superpone veladuras en gradación de gris— hacen tangible esa atmósfera: el límite entre figura y fondo se difumina, obligando al espectador a sentir la hondura de la herida como propia. Hermann Schmitz, en su fenomenología del cuerpo, habla de ese estado atmosférico que inunda piel y espacio (Fenomenología del cuerpo, 1968): Siamgodh lo traduce en capas pictóricas que expanden el dolor más allá del lienzo.
Finalmente, en la Ontología Teísta de Sorrentino, el sufrimiento desvela la gratuidad del don divino y la responsabilidad creativa de la conciencia. Por su parte, el “Archivo Vivencial” de Siamgodh no es solo memoria íntima, sino memorial comunitario: sus obras funcionan como micro-monumentos donde cada espectador co-archiva sus propias experiencias de dolor y redescubre en la fractura pintura un eco de lo trascendente.
Referencias
- Frankl, V. E. (1946). El hombre en busca de sentido.
- Heidegger, M. (1927). Ser y Tiempo.
- Husserl, E. (1913). Ideas relativas a una fenomenología pura.
- Jung, C. G. (1953). Símbolos de transformación.
- Merleau‑Ponty, M. (1945). Fenomenología de la percepción.
- Schmitz, H. (1968). Fenomenología del cuerpo.
- Sorrentino, F. (2024). Ontología de la Conciencia: Conciencia Creativa
- Sorrentino, F. (2024). Ontología de la Conciencia: El Fin de la Soledad
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