Desde el inicio, los habitantes primitivos miraron al cielo para buscar explicaciones a los fenómenos naturales y encontrar una conexión con lo divino.
Los Sumerios (4.000 a.C.) miraron al cielo para estudiar los astros y predecir así, los ciclos de la naturaleza.
El Antiguo Egipto (3.000 a.C.) miró al cielo para buscar una conexión con los dioses que le permitiera la vida después de la muerte.
Los griegos (del siglo 5.º a.C.) miraron al cielo para estudiar astronomía y apropiarse de la filosofía.
Los Romanos del siglo I, lo miraron para buscar una conexión con los dioses que les permita la gloria militar.
Los Cristianos de la Edad Media, lo miraron para encontrar su conexión con Dios, buscando comprender la vida, después de la muerte.
Los Astrónomos Renacentistas del siglo XV, miraron al cielo para descubrir nuevos mundos.
Los Filósofos de la Ilustración del XVII, lo miraron para buscar una conexión con la razón y la naturaleza.
Los Artistas del Romanticismo del siglo XVIII, miraron al cielo para buscar inspiración y comprender la expansión del universo.
Los Científicos Victorianos del siglo XIX, miraron al cielo para expandir la astronomía y la física.
Los Astronautas del Apolo, lo miraron para explorar el espacio y ganar la guerra fría.
En este siglo, los Científicos están mirando al cielo para estudiar más allá de la astronomía y la física. Lo hacen esperando encontrar un nuevo hogar. Habiendo aceptado que desde hace siglos no estamos solos, y venimos conectando con culturas de otros mundos. Que en los agujeros negros y la física cuántica hay nuevas respuestas. Lo hacen para detectar las fuerzas fundamentales del universo, la expansión de este y la naturaleza del tiempo. Y así es como han encontrado nuevas conexiones entre la materia oscura y la naturaleza del universo… que parece ser tan relativa, como el observador que estamos siendo.
Hoy, cada vez más seres humanos, estamos mirando el cielo para encontrar y reencontrarnos. Entendiendo que con El renace la Esperanza.
Escrito está, desde el inicio, el ser humano ha mirado el cielo, solo qué si no sabemos que enfocar, continuaremos sin distinguir cuando lo profetizado, suceda. Y tú… ¿qué estás listo para encontrar?
Un cuento del Dr. Fabián Sorrentino.