En la gran visión de Juan en Patmos, el cielo parecía sellado en misterio. Nadie podía abrir el libro de los destinos. El anciano le dijo: “No llores. He aquí, el León de la tribu de Judá ha vencido”. Y apareció el León, pero su forma era la de un Cordero inmolado.
Había sufrido, pero su victoria era eterna. Avanzó con autoridad, y al romper los sellos, la creación entera estalló en alabanza. Ángeles y ancianos se postraron: “Digno es el Cordero”. Porque Él venció al pecado con amor, y a la muerte con vida. Nadie pudo detenerlo. El León Imparable había asegurado la redención para siempre. (Apocalipsis 5:1-14).
Cristo es descrito como un León por su poder, autoridad y victoria definitiva sobre el pecado y la muerte. Y se considera imparable porque nada ni nadie puede detener su plan redentor. Su sacrificio y su amor son la máxima expresión de fortaleza y compasión.
“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.” — Apocalipsis 5:5
El León como Símbolo de Justicia y Protección
El león también aparece como imagen de justicia divina y protección sobre su pueblo:
“El león ruge, ¿quién no temerá? Habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?” — Amós 3:8
Dios actúa con poder e intervención soberana. Su voz es como el rugido del león, imponiendo respeto y manifestando su juicio justo.
Valor y Confianza en Dios
El creyente que confía en Dios, vive en oración y fe, también puede reflejar las cualidades de un león imparable:
“El impío huye sin que nadie lo persiga; mas el justo está confiado como un león.” — Proverbios 28:1
Por su parte, Elena G. de White utiliza imágenes de poder espiritual, firmeza y perseverancia que podrían asociarse al símbolo de un «León Imparable»:
Cristo como Fuente de Fortaleza
No somos imparables por nosotros mismos, sino porque estamos sostenidos por Él:
“La fortaleza para resistir el mal se obtiene mediante comunión con Dios… La oración ferviente y el estudio de la Palabra son indispensables.” — El Deseado de Todas las Gentes, p. 96
Valentía y Perseverancia en la Misión
Elena White alienta a los creyentes a ser valientes y perseverantes, especialmente en la obra de Dios:
“La mayor necesidad del mundo es la de hombres –hombres que no se compren ni se vendan, hombres que sean fieles y honrados en lo más íntimo de sus almas, hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde, hombres cuya conciencia sea tan fiel al deber como la brújula al polo, hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos.”
— La Educación, p. 57
Estos hombres y mujeres reflejan el carácter de un “león imparable”: inquebrantables en la verdad, guiados por el Espíritu Santo, movidos por el amor a Dios y al prójimo.
Oración y Poder Espiritual
El poder espiritual que hace “imparable” al creyente proviene de la oración y la comunión constante con Dios:
“Los hombres de oración deben ser hombres de acción. Las oraciones y los consejos no pueden suplir la falta de acción. La energía y el espíritu que se manifiestan en la oración deben acompañar los esfuerzos realizados por la salvación de las almas.”
— El Camino a Cristo, p. 101
En resumen, el “León Imparable” refiere a la siguiente cosmovisión:
- Vive bajo la autoridad y victoria de Cristo, el León de Judá.
- Se apoya en la oración y la comunión diaria con Dios.
- Es justo, valiente y perseverante en la misión que Dios le encomienda.
- Resiste el pecado con firmeza y defiende la verdad con amor.
- Actúa con poder espiritual, sabiendo que nada ni nadie puede detener los propósitos divinos.
No es quien confía en su fuerza, sino quien vive en dependencia constante del poder de Dios.
“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
— Zacarías 4:6
Este es el llamado para nuestro tiempo: Hombres y mujeres que se eleven con la fuerza del León de Judá, inamovibles en la verdad, implacables en el amor, guiados por el Espíritu Santo.