Los valores son los cimientos de toda cultura humana, a través de los cuáles, las organizaciones alcanzan sus objetivos de productividad, calidad, compromiso, satisfacción de su personal, sus clientes y la comunidad toda.

El fundamento sobre el que reposa la organización, la filosofía que guía sus formas de relación, conformando la cultura corporativa y que pueden advertirse en la formulación de su visión y prácticas diarias.

A lo largo de la historia encontramos tres taxonomías claramente definidas sobre los valores:

  • La propuesta por Max Scheler (1874-1928), que distingue entre valores sensibles (agradable-desagradable), vitales (noble-vulgar), espirituales (bello-feo, justo-injusto, verdadero-falso) y religiosos (sagrado-profano).
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  • La propuesta por Nicolai Hartmann (1882-1950), que distingue entre valores ontológicos (ser-no ser), vitales (bien-mal), objetivos (verdad-error) y ideales (belleza-fealdad).
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  • La propuesta por Eduard Spranger (1882-1963), que distingue entre valores teóricos (verdad), económicos (utilidad), estéticos (belleza), sociales (amor), políticos (poder) y religiosos (unidad).

Para Ramón Sánchez Noda (2005) «Valor: es la significación positiva adquirida de los sujetos en el marco de las relaciones sociales por los objetos, las convicciones y las ideas al reflejar la actividad humana y sus resultados en correspondencia con los intereses y necesidades del individuo, grupo social o la sociedad en su conjunto».

En el siguiente gráfico mostramos los valores como vectores que trabajan en 4 direcciones: Hacia adentro, haciéndose cargo de la estructura de la propia organización, hacia el costado tomando en cuenta a nuestros clientes internos, hacia afuera tomando en cuenta a nuestros clientes y en el contexto en el que actuamos tomando en cuenta a la sociedad y el planeta del cual formamos parte.

En la práctica he observado como las personas y organizaciones que los abandonan o transigen son castigadas duramente por quienes los rodean. Sin embargo, declararlos no es una tarea sencilla ya que requiere que el conjunto de personas que conforman la organización haya sido sensibilizada, habilitada a participar y posea una visión sistémica capaz de confrontar el cambio.

Como los valores son producto de la maduración de la conciencia, a continuación publicamos nuestra propia taxonomía, en función de expandir, a manera superadora, los niveles de conciencia.

Nivel 1: Valores Personales, Sensoriales (aislados y de aceptación).

Estos valores definen la forma en que nos adaptamos a los estímulos y presiones del medio ambiente familiar, laboral, profesional.

Los valores aislados son el primer paso para llegar a los compartidos, pero no siempre un valor aislado llega a ser compartido, ya sea porque es errado o porque aún no es el momento para ser ilegitimado a nivel social, y la sociedad necesite de siglos para reconocer su valía.

Los valores de aceptación son aquellos que el individuo acepta y enuncia como válidos, pero sin embargo no siempre lo considera a la hora de su acción mientras que los valores reguladores son los que influyen y determinan en los niveles de actuación de los hombres.

La existencia de un valor de aceptación es el primer paso para que un valor se convierta en un valor regulador, pero no siempre un valor de aceptación llega a ser regulador depende mucho de los intereses y nivel de voluntad de las personas.

Los Valores Sensoriales son los que se relacionan con las sensaciones y los placeres físicos y emocionales, como el sabor, el olor, el tacto, el amor, etc.

Nivel 2: Valores Emocionales y Éticos Compartidos

Son los que se relacionan con los sentimientos y las emociones que se generan en las relaciones interpersonales, como la amistad, el respeto, la confianza, etc.

En el contexto de las organizaciones también los conocemos como valores Prácticos, Sociales o Humanos y refieren a: ¿Cómo nos relacionamos entre nosotros?

Cuando muchas personas viven los mismos valores, esos valores compartidos adquieren una dimensión social, aunque su raíz más íntima siga siendo la práctica individual de los mismos.

Algunos ejemplos de valores emocionales y éticos compartidos pueden incluir:

– Empatía: la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona y comprender sus sentimientos y perspectivas.
– Respeto: tratar a los demás con consideración y reconocer su dignidad y derechos.
– Honestidad: ser sincero y decir la verdad en todas las situaciones.
– Responsabilidad: ser consciente de las consecuencias de nuestras acciones y tomar responsabilidad por ellas.
– Justicia: tratar a los demás de manera justa e imparcial.
– Compasión: sentir preocupación por el bienestar de los demás y actuar para ayudarlos.

Estos son solo algunos ejemplos de valores emocionales y éticos compartidos. Cada grupo o sociedad puede tener su propio conjunto de valores que son importantes para ellos.

Nivel 3: Valores Instrumentales, Económicos o Productivos

Los valores instrumentales son los que se relacionan con los medios o las herramientas que se utilizan para conseguir otros valores o fines, como la habilidad, la destreza, el método, etc. en función de la calidad de vida a la que estamos comprometidos.

Estos valores se manifiestan mediante la labor productiva y el rol que juega cada persona dentro de las organizaciones.

Todos ellos responden a la pregunta de ¿Cómo crecemos? y están enfocados en los conceptos de productividad y eficiencia, son los que se incentivan a las empresas. Se encuentran desarrollados en las personas emprendedoras que toman decisiones que involucran personas y que manejan recursos con fines utilitarios tales como los ejecutivos, administradores, empresarios, directores tributarios.

Veamos algunos ejemplos:

– Eficiencia: hacer las cosas de manera efectiva y con el mínimo desperdicio de recursos.
– Productividad: producir más con menos recursos y en menos tiempo.
– Innovación: buscar nuevas formas de hacer las cosas para mejorar la eficiencia y la productividad.
– Competitividad: esforzarse por ser el mejor en un mercado o industria.
– Rentabilidad: generar ganancias y beneficios económicos.
– Responsabilidad social: considerar el impacto de las acciones empresariales en la sociedad y el medio ambiente.

Estos son solo algunos ejemplos de valores instrumentales, económicos o productivos. Cada empresa o industria puede tener su propio conjunto de valores que son importantes para ellos.

Nivel 4: Valores Cognitivos, Estratégicos y de Desarrollo

Los valores cognitivos se relacionan con el aprendizaje, la memoria, la atención y el razonamiento, como la comprensión, la claridad, la coherencia, etc.

Refieren a la pregunta de ¿Cómo aprendemos y nos desarrollamos?

Tienen que ver con la forma en cómo generamos ideas para el desarrollo de la sociedad en la que vivimos. Valores que se declaran en conjunto con los seres que nos acompañan para para ser alcanzados en el tiempo y son incluidos dentro de la entidad, la misión y la visión tanto personal como organizacional.

Algunos ejemplos de valores cognitivos, estratégicos y de desarrollo pueden incluir:

– Aprendizaje continuo: valorar el aprendizaje como un proceso constante y buscar oportunidades para adquirir nuevos conocimientos y habilidades.
– Pensamiento crítico: analizar información y situaciones de manera objetiva y tomar decisiones informadas.
– Creatividad: buscar nuevas formas de hacer las cosas y encontrar soluciones innovadoras a los problemas.
– Adaptabilidad: ser capaz de adaptarse a cambios y nuevas situaciones.
– Liderazgo: guiar y motivar a otros para alcanzar objetivos comunes.
– Desarrollo personal y profesional: buscar oportunidades para crecer y mejorar como persona y profesional.

Estos son solo algunos ejemplos de valores cognitivos, estratégicos y de desarrollo. Cada persona o grupo puede tener su propio conjunto de valores que son importantes para ellos.

Nivel 5: Valores Sociales, Culturales y/o Corporativos

Son los que se relacionan con la convivencia, la cooperación y la solidaridad entre las personas y los grupos humanos, como la justicia, la paz, la libertad, etc.

La cultura se perfila con base al conjunto de valores que constituyen el estilo y forma de trabajo, estos determinan la motivación, las relaciones interpersonales y llevan al ejercicio el liderazgo para influir positivamente en los demás. Lo importante es construirlos, incorporarlos y reflejarlos día tras día en las relaciones con los usuarios en la calidad del servicio que brindamos y en las relaciones entre compañeros.

Cuando estos valores faltan o no están lo suficientemente fortalecidos en la conducta colectiva, los individuos y sociedades se vuelven mediocres, conformistas, facilistas, sin visión de futuro y sin grandeza de ánimo para emprender lo nuevo y asimilar los procesos de transformación.

La calidad de vida es calidad ética colectiva porque incorpora valores y por eso mismo es inseparable de la visión de la organización, que es uno de los ámbitos en los que crece la calidad.

Algunos ejemplos de valores sociales, culturales y/o corporativos pueden incluir:

– Responsabilidad social: considerar el impacto de las acciones en la sociedad y el medio ambiente y actuar de manera responsable.
– Diversidad e inclusión: valorar y respetar las diferencias entre las personas y promover la inclusión y la igualdad de oportunidades.
– Ética y transparencia: actuar de manera ética y transparente en todas las situaciones.
– Colaboración y trabajo en equipo: trabajar juntos para alcanzar objetivos comunes y apoyarse mutuamente.
– Excelencia y calidad: esforzarse por lograr la excelencia y ofrecer productos y servicios de alta calidad.
– Innovación y creatividad: buscar nuevas formas de hacer las cosas y encontrar soluciones innovadoras a los problemas.

Estos son solo algunos ejemplos de valores sociales, culturales y/o corporativos. Cada sociedad, cultura o empresa puede tener su propio conjunto de valores que son importantes para ellos.

Uno de los conceptos propios de este nivel de conciencia es el de la Dirección por Valores.

Nivel 6: Valores Ambientales. Principios, Valores Universales y Virtudes

Los valores ambientales son los que se relacionan con el cuidado, la conservación y el respeto por el medio ambiente, como la ecología, la sostenibilidad, la biodiversidad ,etc

Los Principios, Valores Universales y Virtudes representan el conjunto de normas que forman parte de la ética y constituyen un marco de referencia para el obrar virtuoso. Remitiendo a la práctica del bien como un fin que produce felicidad al ser humano como ser racional y libre. La ética es una rama del conocimiento en la filosofía que, desde su perspectiva teórica, constituye una base fundamental para la acción orientada a la práctica del bien. A continuación, algunos ejemplos:

  • Principio de vida.
  • Principio de libertad.
  • Principio de humanidad.
  • Principio del bien.
  • Principio de igualdad.
  • Principio de moralidad.

Es importante no confundir estos principios con los valores religiosos, que se ajustan a un dogma en particular.

Las virtudes, como enseñan Gerardo Sánchez Montero y Helena de Etimologías de Chile, van más allá del latín virtutem que señala valor y valor físico, relacionado con vir, (una cualidad que la sociedad tradicional consideró como masculina). Su plural virtutes es asociado a todo tipo de cualidades morales sin género que devienen de la palabra vis (fuerza, potencia) y cuyo plural es vires (fuerzas).

Es así como al relacionar virtutes con vires, acaba significando toda serie de cualidades, fuerzas o potencialidades de actuación de un individuo, y es así como su derivado virtual designa a todo aquello que está en potencia, que es posible gracias a la fuerza interior de algo o a sus cualidades interiores, pero no todavía en acto.

Este conjunto de acciones que nacen del corazón está orientado directamente a causar un bien espiritual, ayudándonos a crecer como personas. Muchas religiones tratan el término en función de que presupone la idea de un plan superior y su fin es hacer siempre el bien, independientemente de las circunstancias. Edificando la sociedad en función de que nos bendicen en forma habitual y permanente.

Algunos ejemplos de valores ambientales pueden incluir:

– Sostenibilidad: utilizar los recursos naturales de manera responsable y equilibrada para garantizar su disponibilidad para las generaciones futuras.
– Conservación: proteger y preservar los ecosistemas y la biodiversidad.
– Responsabilidad ambiental: considerar el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente y actuar de manera responsable.
– Reducción de residuos: minimizar la cantidad de residuos que generamos y gestionarlos de manera responsable.
– Eficiencia energética: utilizar la energía de manera eficiente y reducir nuestro consumo de energía no renovable.
– Acción climática: tomar medidas para reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el cambio climático.

Nivel 7: Valores Intelectuales y estéticos. Frutos del Espíritu y de la Trascendencia

Los valores intelectuales se relacionan con el conocimiento, la inteligencia, la creatividad y el pensamiento crítico, como la verdad, la sabiduría, la originalidad, etc.

Con valores estéticos nos referimos a las Virtudes que sobresalen de una persona, animal, obra de arte, moda, objeto, paisaje, evento, entre otros, y que generan reacciones o apreciaciones positivas o negativas.

Esto Implica:

  • La belleza: es lo que se considera estéticamente hermoso, y se relaciona con lo placentero a los sentidos y percepciones.
  • El equilibrio: se relaciona con lo que se considera estéticamente hermoso según lo que se establezca como armonioso y simétrico.
  • La expresión: se relaciona con la cualidad emotiva o comunicativa que transmite una persona, cosa o acción por su forma, color, textura u otros elementos.
  • El estilo: se relaciona con el conjunto de rasgos distintivos que caracterizan a una persona, cosa o acción por su forma de expresión o representación.

Si por otra parte nos enfocamos en la taxonomía Judeo-Cristiana nos vamos a referir al concepto Frutos del Espíritu, para este nivel.

La palabra fruto procede del latín fructus, nombre de resultado a partir del participio del verbo frui (gozar de, disfrutar de, hacer uso de, consumir). El fructus es pues lo gozado, disfrutado y consumido después de nuestro esfuerzo (agrícola y de cualquier tipo), incluso tiene valor de mero disfrute y utilización. De esta raíz latina se formaron distintos vocablos en latín, de los que conservamos fruta, disfrutar, frumentario, fructuoso, usufructo, fructífero, frugífero, fruición o frugal. Estas palabras latinas se relacionan con una raíz indoeuropea *bhrug- asociada doblemente a la idea de disfrutar y a los productos agrícolas.

En la Teología Cristiana se refiere a la figura del Espíritu Santo quién induce en el alma una serie de hábitos beneficiosos que se conocen como «el Fruto del Espíritu Santo»

Término dado a conocer a partir de las enseñanzas del apóstol Pablo, quién los considera como principios de carácter trascendental, en una relación mutua ya que no actúan cada uno de ellos por separado, sino juntos en esencia, basados en el amor. Este tema es tratado especialmente en este artículo.

La teología judía, también refiere al Espíritu Santo, mentado como «Ruaj Hakodesh», (el aliento de Dios o el Espíritu de Dios). Dicho Espíritu es una personificación del poder creador y vital divino a través del cual Dios participa en la creación y opera sobre ella.

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