Cada vez que hablamos de superación y procesos es natural que paralelamente aparezcan un concepto como en de las dimensiones. Dicho concepto fue creado para nuestra comprensión de las cosas. Para la conceptualización. Declara el Dr Fabián Sorrentino en el Manual del Mentor.

Las dimensiones expresan principalmente la medida en que algo se extiende en diversas direcciones en longitud, superficie o volumen. Dimensión viene del latín dimensio, dimensionis (medida, medición, extensión en todas direcciones en el espacio) y es el nombre de acción del verbo dimetiri, compuesto del prefijo di-/dis- (separación por múltiples vías) y el verbo metiri (medir), de donde también proceden medir, mesura, desmesura, inconmensurable e inmenso.

Y se origina en una raíz indoeuropea *mē- (medir) que también dio lugar en griego a la palabra μέτρον («metron», medida) que encontramos en compuestos técnicos del tipo anemómetro, optometría, termómetro, etc.

Una variante de la raíz indoeuropea *mē-, en sus formas * mēn-/ *mōn- significan luna, pues era la luna el astro principal para la medida del tiempo en el mundo indoeuropeo arcaico.
Esta variante da lugar: En latín a la palabra mensis (primero luna, luego mes), que nos da mes, mensual y menstruación.

Por lo tanto en el universo hay dimensiones en todas partes desde los mismos idiomas. Las dimensiones son el arranque de todo y no solo son estudiadas por las ciencias duras. También están presentes en las experiencias de la Fe.

En las jerarquías celestiales, por ejemplo, hay un libro del siglo 3 o 4 que nos habla de la creación, entendida como la divinidad misma que se expande. Las dimensiones de la pureza, descriptas por el cristianismo en la biblia, se clasifican en dimensiones. A continuación las citamos.

El Hombre

Al hablar sobre el significado bíblico del hombre, comenzamos por evocar, que en el Antiguo como en el Nuevo Testamento no definen al hombre, sino que se da una representación fuerte de lo que es el hombre. Para comprender la descripción que se hace sobre el hombre en la biblia, nos debemos trasladar a los primeros capítulos de las sagradas escrituras donde lo considera como una de las formas de vida terrestre y obra del Creador, Jehová Dios. Jehová formó al hombre del polvo del suelo, sopló en sus narices el aliento de vida “y el hombre vino a ser alma viviente”. (Gé 2:7; 1Co 15:45.) Después que Adán fue creado y puso nombre a los animales, Jehová hizo que cayese en un profundo sueño, y, mientras dormía, tomó una de sus costillas y la usó para hacer a la mujer. Por esa razón, cuando se la presentó, Adán pudo decir: “Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi carne”. La llamó Mujer (´isch·scháh) “porque del hombre fue tomada esta”. (Gé 2:21-23.) Después Adán le puso por nombre Eva (que significa “Una Viviente”). (Gé 3:20.)

Desde el conocimiento gnóstico el hombre tiene 7 cuerpos, que podríamos reconocer como dimensiones dentro de las dimensiones descritas en este artículo. Estos cuerpos son: el físico tridimensional, el vital o etérico, el astral (el visto en los sueños- la región de los muertos), el mental, causal (el cuerpo de la voluntad), alma y espíritu a los que podemos acceder a través de una alineación y limpieza profunda. Algunos otros autores hablan de chakras en el cuerpo a través de los cuales pasan la energía.

Los Principados, Arcángeles y Ángeles

Los principados son los guardianes de las naciones y los países. Supervisan aquellos eventos que afecten a las naciones, incluyendo política, temas militares y comercio.

Según la angelología cristiana del Pseudo Dionisio Aeropagita, los Principados (del griego αρχαι arjai, plural de αρχη arjē mencionados en la Epístola a los Efesios 3:10) son la séptima categoría del coro celestial, completando, junto con arcángeles y ángeles, el tercer grupo jerárquico del mismo. Manifiestan el dominio de Dios sobre la naturaleza. También llamados ángeles integradores, los principados son los guardianes de las naciones y los países. Supervisan aquellos eventos que afecten a las naciones, incluyendo política, temas militares y comercio. En la iconografía bizantina se los reconoce por su atuendo militar y sus armas que incluyen lanzas o hachas, además del lirio en flor y el sello. En la catedral de Chartresse representan en hábito sacerdotal; alba y dalmática junto con el evangeliario. En la catedral de Milán portan en su mano una peña rocosa sobre la que se yergue una fortaleza.

Los arcángeles atienden las áreas de los esfuerzos humanos y son los líderes administrativos de los seres celestiales. Un arcángel recibe, usualmente, una tarea de importancia para la humanidad. Por este motivo no hay diferencias físicas en ángeles y arcángeles, la diferencia radica en rol asignado por Dios.

La Biblia menciona tres por su nombre: Miguel Arcángel (en el libro de Daniel y en el Apocalipsis), Rafael Arcángel (en el libro de Tobías) y Gabriel Arcángel (en el libro de Daniel y en el evangelio según San Lucas).

En el Cristianismo, los arcángeles son una categoría de ángeles. Constituyen uno de los nueve coros de la jerarquía angelical. Los arcángeles son los penúltimos, antes de los propios ángeles (tal y como lo indica el prefijo arc, que significa superior).

Los siete nombres son: Miguel, el jefe del ejército celestial,| Gabriel, el mensajero celestial, | Rafael, el protector de los viajeros, de la salud y del noviazgo, | Uriel, el encargado de las tierras y de los templos de Dios, | Raguel, el encargado de la justicia, de la imparcialidad y de la armonía, | Sariel, el encargado de los espíritus de los hombres que pecan, | Remiel, el encargado de los resucitados.

Según el Canon bíblico (excluyendo el texto apócrifo), solo se llama arcángel a Miguel, y Gabriel es un ángel mensajero. Solo se menciona a Rafael en el Libro de Tobías, que es deuterocanónico, por lo que es reconocido por las comunidades judías de la Diáspora, por todas las iglesias ortodoxas, y también por la Iglesia católica, pero ha sido rechazado por los judíos rabínicos jerosolimitanos y por los protestantes.

Los ángeles son la orden inferior en la jerarquía angelical, y los más conocidos por los hombres. Son los que más están relacionados a los asuntos humanos. Dentro de la categoría de ángeles hay muchos tipos de funciones. Son los ángeles de esta jerarquía los que son enviados como mensajeros y protectores ante los hombres. Los más invocados por los hombres.

Un ángel es un ser sobrenatural, inmaterial o espiritual presente en algunas religiones cuyos deberes son asistir y servir a Dios. Los ángeles son a menudo representados como mensajeros de Dios en la Biblia hebrea, Biblias cristianas y el Corán. Según las tres principales religiones monoteístas, los ángeles ejecutan los juicios de Dios y sirven a los creyentes. Desde este punto de vista, son normalmente considerados como criaturas de gran pureza destinadas en muchos casos a la protección de los seres humanos. En este sentido, en el catolicismo, se habla del ángel de la guarda o ángel custodio, que sería aquel que Dios tiene señalado a cada persona para protegerla. Por contraposición, también existe la figura del ángel caído, aquel que ha sido expulsado del cielo por desobedecer o rebelarse contra Dios. Los ángeles más conocidos en el cristianismo son: San Miguel, San Gabriel y San Rafael.

En el judaismo y el islam también existen determinadas jerarquías.

Las Dominaciones, Virtudes y Potestades.

El término dominaciones es una traducción del latín dominationes usado por la Vulgata latina para traducir del griego bíblico las palabras κυριότητες (kyriotētes) y κυριότητος (kyriotētos), plurales del sustantivo kyriotēs que significa «poder o posición como señor«, cuya raíz κυριός, significa «señor».Κyriotētes es empleado en dos ocasiones en el Nuevo Testamento, dentro de las cartas paulinas, para referirse a la jerarquía angélica, la primera en Efesios 1, 21 y la segunda en Colosenses 1, 16:

[…] según la fuerza de su poderosa virtud, que El ejerció en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos, por encima de todo principado, potestad, poder y dominación y de todo cuanto tiene nombre, no sólo en este siglo, sino también en el venidero. Efesios 1, 19 – 21 (Versión griega del Codex Vaticanus)

» Porque en El fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles; los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades; todo fue creado por El y para El.» Colosenses 1, 16

En ambos casos, san Pablo refiere a este tipo de ángeles en el listado de poderes sobrenaturales sometidos a Jesús para enfatizar su poder y su posición como Señor de todo lo creado,​ empleando términos comunes para autoridades civiles de su tiempo, al punto de que se ha llegado a dudar de si el término refiere verdaderamente a los ángeles o las potestades humanas.

Las dominaciones no aparecen en el listado de jerarquías espirituales señalado en la Carta a los Romanos 12, 2, que se limita a enumerar a los ángeles, principados y potestades; mientras que en Efesios 3, 10, aún más breve solamente nombra «a los principados y potestades de los cielos.

Las Virtudes (también llamados «Ángeles de La Guardia«) son aquellos ángeles que tienen como misión ayudar al ser humano a acercarse a Dios, bajan a la tierra, pero no como forma humana, sino como entes abstractos. Cada ser humano posee sus virtudes que lo ayudan a acercarse a Dios y así finalmente a la hora de la muerte gozar en su comunión.

También se les ha asociado en muchos aspectos a los servidores de la Virgen María, y se ha concluido que los ángeles que la acompañan son en su mayoría virtudes. Suelen llevar flores o símbolos de María y están muy relacionados con la Pasión de Cristo.

A las virtudes se les adjudica ser las portadoras de la gracia y el valor, y su deber principal es el de trabajar por los milagros en la tierra. Tradicionalmente se decía que los ángeles que presidieron la Ascensión de Jesús fueron justamente Virtudes.

Según el teólogo cristiano Pseudo Dionisio, las potestades son entidades angélicas que forman parte, junto a las Dominaciones y las Virtudes, de la segunda jerarquía angélica. Las potestades permanecen en nuestro plano finito de realidad, y se encargan de mantener el equilibrio cósmico, las leyes físicas. Se les ha denominado por ello «custodias de las fronteras», en tanto que vigilan los márgenes del mundo espiritual con el mundo físico. Dionisio el Areopagita señaló que, como guardianes celestiales, las Potestades están provistas de conciencia que les evita hacer el mal. Se cree que estos son los guardianes del mundo espiritual y por lo tanto los encargados de llevar a las almas ante la presencia de Dios una vez que mueren, el líder del coro de las potestades se cree que es el arcángel Azrael.

San Pablo hace mención a estas entidades en su carta a los Efesios, presentando la vida cristiana como una lucha o combate espiritual: «porque nuestra lucha no es contra hombre de carne y hueso sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire

Nuevamente San Pablo, en su carta a los Colosenses, hace mención a Cristo como cabeza del universo y dice: «Él (Cristo) es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en Él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por él y para él«.

En su libro, Summa Daemoniaca, el Padre José Antonio Fortea dice: «De cada una de las nueve jerarquías cayeron ángeles transformándose en demonios. Es decir, hay demonios que son virtudes, potestades, serafines, etc. Aunque sean demonios siguen conservando intacto su poder e inteligencia«.​ Para una completa comprensión de estas entidades consultar la obra, también de este autor, Historia de Mundo Angélico, una historia del mundo angélico, crónica de la creación de los tronos y potestades, narración de la prueba y caída de los serafines y querubines

Los Tronos

A veces identificados con los Ophanim, son, en la teología cristiana, el tercero de los coros, o tipos, de la más alta categoría de ángeles, tras los serafines y querubines.​ Sostienen el trono de Dios, que dirige directamente su categoría, y transmiten su voluntad a las demás. Suelen ser representados con alas multicolores.

A los discípulos de Jesucristo, a los llamados apóstoles del cordero se les ofrecen doce tronos para gobernar. De manera que son niveles de reyes sobre los hombres

Los Querubines

En la angelología cristiana, un querubín (Heb. כְּרוּב, pl. כְּרוּבִים, Ing. trans kərūv, pl. kərūvîm, Lat. cherub[us], pl cherubi[m], Acadio ܟܪܘܒܐ) es un tipo de ángel del segundo de los nueve coros angélicos. Son considerados como los guardianes de la gloria de Dios. Su nombre significa «los próximos» o «los segundos». Es común que se les confunda o asocie con los putti, en la forma de un niño con alas, sin embargo estos son seres de carácter secular, no bíblicos.

Tienen una característica de guardianes y al mismo tiempo de «carruaje». En Ezequiel 1:9 se dice de los querubines que «sus alas se juntaban unas con otras», por lo que se da la imagen de un grupo homogéneo, constituyendo una especie de «carroza celestial».

Su desplazamiento es veloz: «los seres iban y volvían, como si fueran relámpagos» (Ez 1:14). De acuerdo con el Apocalipsis su velocidad es como la de un relámpago.

Los Serafines

Sirven como encargados del trono de Dios y cantándole continuamente sus alabanzas. Se dice que rodean el trono de Dios, regulando el movimiento de los cielos según emana de Dios. Se los representa con tres pares de alas, con dos cubrían sus rostros, y con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Se cubren para protegerse del intenso resplandor que emite Dios.

Los serafines son mencionados en Isaías 6:1–7:/
1 En el año que murió el rey Ozías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas henchían el templo.
2 Y encima de él estaban serafines: cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, y con dos cubrían sus pies, y con dos volaban.
3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Yavé de los ejércitos: toda la tierra está llena de su gloria.
4 Y los quiciales de las puestas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se hinchió de humo.
5 Entonces dije: Ay de mí! que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Yahvé de los ejércitos.
6 Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas:
7 Y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.

El Alfa y el Omega

Es una manera en que se denomina el nombre de Dios en el alfabeto griego, donde Alfa es la primera letra y Omega es la última letra, el que Dios se llame por esas dos letras recalca que antes de Dios no había ninguno y no habrá ninguno después Apocalipsis21, 6 (comparese a Juan 4:14 y 7:37); y 22, 13 del Apocalipsis (de la Biblia cristiana).

En griego está escrito como «το ‘Αλφα και το Ωμέγα». Sería similar a referirse en español a «A y Z». Aunque, cuando aparece este título es clarificado con el título adicional «el principio y el fin» (Apocalipsis 21, 6; 22, 13).

En la Versión Reina Valera de Apocalipsis 1, 11 dice: «Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último». Este versículo claramente muestra una referencia indisputable a Dios. Sin embargo, esta frase no aparece en los manuscritos griegos más antiguos (incluyendo el Alejandrino, el Sinaítico y el Códice Ephraemi Rescriptus). El especialista Robert Young afirma que «el manuscrito más antiguo lo omite».

Muchos especialistas y diccionarios aplican este título tanto a Dios Padre como a Jesucristo. De ahí que las letras Alfa y Omega yuxtapuestas se usen desde antiguo como un símbolo cristiano (ver ejemplos).

Este símbolo lo sugiere el Apocalipsis, donde muchos creen que que Cristo, así como Yahvé, es «el primero y el último» (ii, 8); «el Alfa y el Omega, el primero y el último, el principio y el fin» (cf., xxii, 13; i, 8). Clemente de Alejandría habla de la expresión como «el alfa y el omega por Quien solo el fin se convierte en principio y el fin de nuevo en el principio original sin ninguna interrupción» (Stromata, IV, 25). Tertuliano (De Monogamiâ, v), y por Prudencio (Cathemer, ix, 10) sabemos que en el siglo IV la interpretación de los escritos apocalípticos seguían siendo los mismas: «Alpha et Omega cognominatus, ipse fons et cláusula, Omnium quae sunt, fuerunt, quaeque post futura sunt» que traduce «Alfa y Omega sinónimo, el origen y el final mismo de todas las cosas que son, fueron y serán». Fue, sin embargo, al principio de la cristiandad en que el símbolo Alfa y Omega se encontraba en boga.

Esta frase es interpretada por muchos cristianos como significado de que Dios existió desde el principio del tiempo y que existirá por siempre

Algunos Espíritus o seres inteligentes; se han revelado desde el cuarto plano hacia abajo. Nosotros somos lo únicos de esa lista que atravesamos niveles de conciencia negativos en la escala.