Eric Barone, nacido el 5 de noviembre de 1955 en Argelia, durante el periodo de colonia francesa, de padres franceses.

Participa del éxodo de los colonos en 1961, momento de la independencia, y se refugia con su familia en Marsella.

Solitario, Barone aprendió a leer a los 3 años de edad y vivió entre libros de lo más eclécticos.

A los 7 años comienza a vivenciar experiencias personales sobre la bioenergía, que luego contará en forma resumida (parcialmente) en su libro EL NUEVO HUMANO. Se transforma espontáneamente en explorador de la conciencia, indagando a la vez entre los escritos orientales y los más científicos de occidente.

Virtuoso de la guitarra, aprende a tocar el instrumento a los 14 años en pocos meses y de manera autodidacta. Ya como concertista de música clásica, pronto descubre que su vocación, pese a su virtuosismo, no era la música sino analizar los mecanismos del cerebro desde la perspectiva de la cibernética. Antes de cumplir los 16 años redacta lo que se convertirá en su primera obra: un tratado sobre la cibernética del aprendizaje de la lectura musical. En este diagrama de flujos de su creación demuestra atajos novedosos que le hacen concluir que hay demasiados pasos inútiles y costosos en tiempo en el método de aprendizaje clásico.

Rápidamente se rebela contra el sistema escolar tradicional, transformándose en un pésimo alumno y en simultáneo, tomando introspectivamente como objeto de análisis su propio aprendizaje autodidacta de la música, deduce que la sociedad ha instaurado una mentira generalizada segùn la cual: «el ser humano no puede aprender más rápidamente que lo que propone el sistema educativo».

Eric Barone se propone entonces un objetivo bien circunscrito: buscar todos los medios de acelerar el aprendizaje, transformándolo en una meta de interés social, político e humanitario de escala global.

Para la situación de un adolescente de 16 años, ya profesor de música particular de mucho éxito profesional (e incluso económico), que faltaba al colegio para ayudar a su familia de refugiados, este pensamiento parecería iluminado y fuera de la realidad, pero precisamente así se han hecho los más grandes descubrimientos en la historia de la humanidad con rebeldes, contestatarios, pero dotados de actitud metódica, científica y que demuestran una perseverancia a prueba de toda adversidad. A esta edad, verificando cada una de sus hipótesis desde la cibernética aplicada con la colaboración de sus alumnos, emite una lista de conceptos sorprendentes entre los que aseguraba que:

– Ya que no se puede definir lo que es «aprender» se debería al menos explicar lo que es «saber».

– La única palabra que puede reemplazar a «aprender» es «automatizar».

La teoría pavloviana(1) encontraba así su más noble campo de aplicación.

Se abocó entonces a definir todas las consecuencias de un conocimiento automatizado y no automatizado, y a identificar todos los parámetros intervinientes en el acto global que determinan el pasaje de un conocimiento común, externo al ser humano, hacia un conocimiento interno definitivamente inscripto en su memoria.

– «La automatización es la resultante de un alto grado de conciencia invertida en el aprendizaje, confrontado a una alternancia cíclica de trabajo y sueño».

A partir de este concepto que Barone emitió a sus 16 años, se ha construido el sistema más abarcativo y más autárquico de la pedagogía mundial, cuya máxima consecuencia llegó con la «Pedagogía Holo Cibernética» y en 2018 mediante sus aplicaciones descargables por internet. Así Barone proyecta una masificación social de su nueva pedagogía.

Ese concepto se adelantó a todos los aspectos del aprendizaje que la humanidad descubrió a posteriori. Por ejemplo, Eric Barone proponía en aquella primera obra que la diferencia entre un conocimiento no automatizado y el mismo automatizado era consecuencia directa del sueño natural. Años después el profesor Michel Jouvet (2) demostraba la participación del sueño paradójico en el fenómeno del aprendizaje, y la fijación de los conocimientos en la memoria.

Barone dedujo asimismo que para achicar el tiempo necesario para grabar automatismos a lo largo de los días de repetición, bastaba con aumentar el nivel de concentración del estudiante. Él mismo había experimentado estados de auto-hipnotismo y sospechó que el medio y método más rápido, menos costoso y menos invasivo era inducir a sus alumnos en un estado hipnótico. Entre sus 18 y 23 años se abocó a experimentar con voluntarios. Rápidamente, todos sus alumnos voluntarios olvidaron la guitarra clásica para experimentar cómo también podían acelerar su aprendizaje de matemáticas, biología, baile clásico, idiomas, etc.

Escritor nato, Eric Barone preparó entonces lo que fue su único y último libro editado en francés: ABC DEL HIPNOTISMO.

Después de años de discretas investigaciones a sus 28 años, el 13 de octubre de 1983 convocó a toda la prensa francesa en el primer piso de la torre Eiffel para dar su primera conferencia de prensa. Presentó a los primeros alumnos del mundo que habían aprendido a manejar en estado hipnótico y que gracias a ello habían logrado pasar el examen. Una reacción en cadena mediática se generó: NHK Tokyo delegó un equipo para filmar a sus alumnos manejando en estado hipnótico, Paris Match,   L´Express, Le Monde de L´Éducation, Vous et Votre avenir, radios nacionales como RTL Europa 1, canales de televisión como Antenne 2 le dedicaron una hora de emisión el 31 de diciembre del mismo año, por la noche como marcando que algo grande estaba cambiando y que había que decirlo al mundo en una fecha tan simbólica como el cambio de ese año.

Esta etapa de varios años en Paris era para Eric Barone una más de las fases de sus investigaciones, y se encontró en una segunda encrucijada, comparable a la que le hizo elegir entre ser concertista famoso o docente e investigador. Tenía que elegir entre transformarse en empresario explotando su descubrimiento o continuar en la senda de la investigación hasta dar con las causas y consecuencias de su descubrimiento e innovación.

Al momento de decidirse por la investigación, una duda esencial lo impulsaba: había logrado demostrar experimentalmente que nuestro cerebro puede aprender hasta 40 veces más rápidamente pero le restaba descubrir cuál era el carburante desconocido que le permitía lograrlo.

Solo descubriéndolo se podía aspirar a transformar lo que hasta ese momento era una hazaña en un hecho cotidiano, al alcance de todos.

Contestar a esta pregunta le costó 25 años más de experimentación a lo largo de los cuales publicó más de 47 obras para comunicar sus descubrimientos.

Sus libros Cómo aprender a aprender, Cómo aprender a enseñar y Cómo aprender todos los idiomas son los primeros que asientan sus teorías pedagógicas y de inteligencia artificial aplicadas a la enseñanza.

El más importante de sus descubrimientos, al que arribó tras esos 25 años de investigaciones fue el hallazgo de la respuesta a aquella pregunta inicial: aquel carburante era la BIOENERGÍA y muchos de los libros de Barone se dedican a establecer cómo y por qué ésta es el ingrediente principal de la conciencia.

Sus obras se dedican a analizarla caracterizar sus funciones, ver sus nuevos campos de aplicación, diferenciarla de otros tipos de energía que también participan de la vida. Para Eric Barone la bioenergía es el carburante que hace posible la parte de la conciencia que procesa lo abstracto, lo inmaterial, lo multidimensional.

A sus 38 años, publica un documento de síntesis, El Manifiesto de la Conciencia Multidimensional.

Este manifiesto sugiere cómo Barone llegó a crear las app. Descargables por internet con mayor posibilidad de resolver los problemas habituales del aprendizaje, enseñando a los alumnos como llegar voluntariamente a estados de conciencia de alta performance en el aprendizaje o en los temas psicosomáticos. Leamos las conclusiones del autor: Los métodos del futuro que llegaran a acelerar el aprendizaje deberán combinar los siguientes elementos:

1- «La bioenergía» como carburante que alimentara el cerebro en su esfuerzo extremo.

2- «Derivados del hipnotismo» para ayudar artificialmente a la concentración a aumentar de intensidad.

3- El control del sueño natural para ayudar a la fijación del conocimiento.

4- La electrofisiología para medir el impacto de las acciones pedagógicas e interferencias emocionales en décimas de segundos.

5- La inteligencia artificial en su máxima aplicación, que junta a las redes neuronales creara un sistema de organización de conocimientos totalmente isomórfico a la estructura de cada alumno estudiado individualmente.

6- La cibernética del Agregado Holo Memorial, que nunca fue publicada en su totalidad, reservándola para este fase alfa de aplicaciones descargables.

Eric Barone establece así una corriente diferente de la bioquímica, de los implantes biónicos, del electromagnetismo transcraneal y de la electro estimulación, al proponer usar el canal sensorial tradicional para influir sobre las capacidades del alumno.

Considera que es menos invasivo y más lábil en la adaptación a todos los conocimientos.

Barone explica también desde hace 30 años anacronismos que ahora parecen admitidos pero que en su momento eran revolucionarios:

«No podemos estar caminando sobre la luna y continuar aprendiendo como en la edad de piedra».

«No se logrará mejorar el aprendizaje al cambiar constantemente la forma de presentación de los conocimientos, son los alumnos a los que tenemos que cambiar».

«No se aprende con libros, en la escuelas o con videos, solo se aprende durante el sueño».

«Si no aportamos nuevas definiciones a la conciencia, la memoria, la vida, el tiempo, las emociones, no podremos mejorar las facultades de aprendizaje, porque solo estaremos demostrando nuestra profunda ignorancia de los mecanismos que los producen»

Libros como «Hipnotismo & Bioenergía» «Terapia Akáshica», presentados en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en 2005 constituyeron el acto oficial de nacimiento de la Terapia Akáshica. Los lectores especialista afirman que los descubrimientos alcanzados por las investigaciones de Barone acerca del papel de la bioenergía en los procesos de la conciencia, de la memorización, y del aprendizaje conforman una profunda ruptura epistemológica con las teorías de la neurociencia y hasta de los expertos de energìa orientales o de medicina ayurveda orientales.

Llegado al año 2012, Barone considera que este complejo mecanismo que había percibido como una consecuencia lógica de sus investigaciones pero irrealizable hace 30 años, encuentra el momento donde la tecnología informática puede y debe empezar a hacerlo posible. Vivimos en una época donde la realidad virtual, la electrofisiología, la programación, están listas para soportar los requisitos que él determinó como esenciales para su funcionamiento. De aquí la sucesión de aplicaciones descargables que aparecerán a lo largo del año 2018.

Se instala además de a poco en el público la idea de que la velocidad del aprendizaje no es más un valor inmutable, y que haber frenado y normalizado nuestra velocidad de aprendizaje ha constituido un daño gigante para la humanidad y bloqueado nuestra evolución. Podemos sin embargo ahora intentar reparar y compensar este atraso ofreciendo a la generación actual y a las venideras una puerta a la aceleración de la velocidad de aprendizaje.

Nuestra generación de jóvenes está confrontada a una tasa masiva de desocupación, a una crisis de tecnología alarmante y a posibilidades de capacitación a precios exorbitantes; a ignorancia hasta en cuestiones de higiene, nutrición, pedagogía familiar; a un subrendimiento de esfuerzos estatales y privados en educación. Y las generaciones adultas, instaladas en puestos laborales en revolución permanente sufren para adaptarse a un reciclaje permanente, con la sensación permanente de estar submergida por un maremoto tecnológico que los engullirá tarde o temprano.

Todos estos sufrimientos pueden empezar a vislumbrar su camino de escape con los sistemas descentralizados de autoaprendizaje que ha diseñado el autor.

Estas aplicaciones que difundirá desde 2018 la editorial que dirige, permitirán una enseñanza individualizada, pero masiva, una velocidad de aprendizaje que no dependerá de los recursos económicos familiares o de la pertenencia a una clase social determinada. Y por fin resolverá la cuadratura del círculo de la pedagogía que resumió en esta frase: «todos queremos enseñar pero sin nunca definir al alumno como aprender». Un desafío que levantó en sus dos libros ya citados: «como aprender a aprender» y «como aprender a enseñar», y que retruca con estas aplicaciones descargables.

Respecto a esta creación y proyecto, Eric Barone se encuentra nuevamente ante una encrucijada, aunque pudo resolverla y ya tomó la decisión de llevarla a cabo:

Hubo dos estrategias opuestas en el mundo del software: la de Bill Gates de vender y lucrar con el DOS y luego Windows, y la de Linux Torvalds de obsequiar Linux a la humanidad. Ninguna fue totalmente acertada, ya que la inmensa fortuna del primero terminó siendo invertida en una fundación destinada a luchar contra la pobreza y la decisión del segundo ha provocado, tal vez a su pesar, un lucro incesante por parte de quienes se valieron de su sistema: Linux es utilizado por el 78% de los principales 500 servidores del mundo y por el 89% de las 500 mayores supercomputadoras.

El camino intermedio entonces es involucrar simultáneamente en la difusión de las app. de aprendizaje acelerado a empresas comerciales y a fundaciones humanitarias, imitando así el trabajo por ejemplo del grupo TATA-INDIA, cuyas dos terceras partes de capital están en manos de tres fundaciones de la familia que destinan todos sus beneficios a obras sociales para ayudar a los más desfavorecidos.

Este grupo respeta cuatro fines del hinduismo llamados «kama» (amor), «arhta» (trabajo y negocios), «drama» (sentido del deber) y «mosksha» (liberación del dolor y de la ignorancia).

Reproducido a fines estrictamente académicos de las siguientes Fuentes: Cultura Bioenergética y Eric Barone.