La disonancia cognitiva y los sentimientos-conductas incongruentes: ¿Qué son y cómo afectan a nuestra vida?

Ambos conceptos están relacionados con la coherencia entre lo que creemos, sentimos, pensamos, decimos y hacemos.

Comencemos por establecer una distinción entre ambos conceptos:

La disonancia cognitiva es un término que se usa en psicología social para describir el malestar o la incomodidad que experimentamos cuando tenemos dos ideas, creencias o actitudes que son contradictorias o incompatibles entre sí. Por ejemplo, si creemos que fumar es perjudicial para la salud, pero al mismo tiempo somos fumadores, estamos ante una situación de disonancia cognitiva.

esto nos genera una tensión psicológica que nos motiva a reducir o eliminar este sentimiento. Para ello, podemos recurrir a diferentes estrategias, tales como:

  • Cambiar una de las ideas, creencias o actitudes para que se ajuste a la otra. Por ejemplo, dejar de fumar o convencernos de que fumar no es tan malo.
  • Buscar información o evidencia que apoye nuestra idea, creencia o actitud preferida y rechazar la que la contradiga. Por ejemplo, leer artículos que minimicen los riesgos del tabaco y evitar los que los resalten.
  • Añadir nuevas ideas, creencias o actitudes que justifiquen nuestra elección o comportamiento. Por ejemplo, pensar que fumar nos ayuda a relajarnos o a socializar.
  • Reducir la importancia o el valor de una de las ideas, creencias o actitudes en conflicto. Por ejemplo, pensar que fumar no es tan grave como otros problemas o vicios.

La disonancia cognitiva influye en nuestros pensamientos, sentimientos, decisiones y comportamientos. Algunas consecuencias de ella son:

  • Ansiedad, culpa, vergüenza o estrés por mantener ideas, creencias o actitudes contradictorias.
  • Racionalización, negación o distorsión de la realidad para justificar nuestras elecciones o acciones.
  • Evitación, rechazo o resistencia a conocer información nueva que pueda desafiar nuestras ideas, creencias o actitudes existentes.
  • Perseverancia, rigidez o dogmatismo en nuestras ideas, creencias o actitudes para defenderlas frente a posibles amenazas.

Las sentimientos y conductas incongruentes, por su parte, son aquellos que no se corresponden o no se relacionan con nuestras ideas, creencias o actitudes. Por ejemplo, decir lo contrario de lo que pensamos o hacer lo contrario de lo que decimos. Las conductas incongruentes pueden ser una forma de reducir la disonancia cognitiva, pero también pueden generarla.

Revisemos sus causas:
  • Presión social, cultural o grupal para adaptarnos a las normas, expectativas o demandas de los demás. Por ejemplo, fingir que nos gusta algo que no nos gusta para caer bien o evitar el rechazo.
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  • Miedo, inseguridad o falta de confianza para expresar nuestras ideas, creencias o actitudes auténticas. Por ejemplo, ocultar nuestra opinión por temor a las críticas o al conflicto.
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  • Confusión, ignorancia o falta de claridad sobre nuestras ideas, creencias o actitudes reales. Por ejemplo, no saber lo que queremos o lo que nos conviene.
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  • Interés, conveniencia o beneficio personal para obtener alguna ventaja o recompensa. Por ejemplo, mentir para conseguir un trabajo o un favor.

Las conductas incongruentes también tienen un impacto en nuestra vida, ya que afectan a nuestra autoestima, credibilidad y relaciones2. Algunas consecuencias de las conductas incongruentes son:

  • Baja autoestima, insatisfacción o frustración por no ser fieles a nosotros mismos ni a nuestros valores.
  • Pérdida de credibilidad, confianza o respeto por parte de los demás por no ser coherentes ni honestos.
  • Deterioro de las relaciones interpersonales por generar desconfianza, decepción o conflicto.

En conclusión, la disonancia cognitiva y las conductas incongruentes son fenómenos psicológicos que nos afectan a todos en mayor o menor medida, y que pueden tener consecuencias negativas para nuestro bienestar y nuestro desarrollo personal. Por eso, es importante ser conscientes de ellos y tratar de resolverlos de forma constructiva, buscando la coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos, como lo expreso en este artículo.

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Revisemos ahora la Constancia Cognitiva

Esta contrapartida refiere a la habilidad de mantener coherencia en nuestro mundo interno, activando nuestra conducta para restaurar nuestro estado de tranquilidad cuando nos enfrentamos a estímulos cognitivos que nos generan incoherencia. Para comprender este concepto, es necesario entender que la motivación surge de la relación entre los pensamientos, las creencias, las actitudes y la conducta. Puediendo concebir como un estado de tensión con propiedades desagradables y con potencial para movilizar la conducta de una persona, disminuyendo la tensión y creando una mentalidad retributiva.

La mentalidad retributiva proviene del pensamiento religioso como respuesta al malestar o al dolorEs común en muchas religiones del mundo y persiste como un residuo en la mentalidad moderna en muchos momentos de nuestra vida.

Disonancia cognitiva y mentalidad retributiva son ejemplos de modelos homeostáticos, en los que el alejamiento de los valores óptimos (desequilibrio, inconsistencia, conflicto) impulsa a la persona a realizar alguna conducta con la que recuperar el equilibrio y la consistencia tal como lo expresa la siguiente obra: Psicología social de la motivación – José Francisco Morales Domínguez – Google Libros.

Heider y la teoría del equilibrio o balance

Esta teoría intenta explicar cómo las personas perciben y evalúan sus relaciones con los demás.

Heider fue un psicólogo austriaco-estadounidense que se interesó por el estudio de la percepción social, es decir, cómo las personas interpretan la realidad social a partir de sus propias cogniciones y emociones. En 1946, publicó un artículo titulado “Actitudes y relaciones cognitivas”, donde propuso la teoría del equilibrio y balance.

La teoría del equilibrio y balance se basa en la idea de que las personas buscan mantener una consistencia o armonía entre sus actitudes y las actitudes de los demás, especialmente cuando hay una relación afectiva o de simpatía entre ellos. Para ello, Heider usó el concepto de triada o unidad cognitiva, que consiste en tres elementos: una persona (P), otra persona (O) y un objeto o evento (X). Estos elementos pueden tener una relación positiva (+) o negativa (-) entre sí, según si implican simpatía o antipatía, acuerdo o desacuerdo, atracción o rechazo, etc.

Según Heider, una triada es equilibrada o balanceada cuando el producto de las relaciones entre los tres elementos es positivo (+), es decir, cuando hay congruencia entre las actitudes. Por ejemplo, si P simpatiza con O (+), y O simpatiza con X (+), entonces P simpatiza con X (+). En cambio, una triada es desequilibrada o desbalanceada cuando el producto de las relaciones entre los tres elementos es negativo (-), es decir, cuando hay incongruencia entre las actitudes. Por ejemplo, si P simpatiza con O (+), pero O no simpatiza con X (-), entonces P no simpatiza con X (-).

La teoría del equilibrio y balance sostiene que las personas experimentan una tensión o disonancia cuando se encuentran ante una triada desbalanceada, y que tratan de reducir esa tensión cambiando alguna de las relaciones para lograr el equilibrio o balance. Por ejemplo, si P simpatiza con O (+), pero O no simpatiza con X (-), entonces P puede cambiar su actitud hacia O (-) o hacia X (+) para restablecer la armonía.

La teoría del equilibrio y balance fue una de las primeras teorías que intentó explicar cómo las personas perciben y evalúan sus relaciones con los demás, y cómo estas influyen en sus actitudes y comportamientos. Sin embargo, también recibió algunas críticas y limitaciones, como:

  • No considera la intensidad o la importancia de las relaciones entre los elementos de la triada, ni el grado de implicación o compromiso de la persona.
  • No tiene en cuenta la influencia de otros factores sociales, culturales o situacionales que pueden afectar a la percepción y evaluación de las relaciones.
  • No explica cómo se forman las actitudes iniciales ni cómo se resuelven los conflictos entre varias triadas desbalanceadas.
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Finalmente enfoquémonos en algunas estrategias para disminuir nuestras disonancias cognitivas
  • Cambiar una de las ideas, creencias o actitudes para que se ajuste a la otra. Por ejemplo, dejar de fumar o convencernos de que fumar no es tan malo.
  • Buscar información o evidencia que apoye nuestra idea, creencia o actitud preferida y rechazar la que la contradiga. Por ejemplo, leer artículos que minimicen los riesgos del tabaco y evitar los que los resalten.
  • Añadir nuevas ideas, creencias o actitudes que justifiquen nuestra elección o comportamiento. Por ejemplo, pensar que fumar nos ayuda a relajarnos o a socializar.
  • Reducir la importancia o el valor de una de las ideas, creencias o actitudes en conflicto. Por ejemplo, pensar que fumar no es tan grave como otros problemas o vicios.

Estas estrategias citadas por el conocimiento vulgar de algunos mentores transaccionales y pragmáticos no siempre resultan efectivas ni saludables, ya que pueden implicar una racionalización, una negación o una distorsión de la realidad. Por eso, te recomiendo optar por alternativas más constructivas y positivas, como:

  • Aceptar la disonancia cognitiva como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento personal. Por ejemplo, reconocer que tenemos un conflicto interno y buscar soluciones creativas y racionales.
  • Buscar un equilibrio entre nuestras ideas, creencias y actitudes, sin caer en los extremos ni en las contradicciones. Por ejemplo, moderar nuestro consumo de tabaco y compensarlo con hábitos saludables.
  • Exponernos a información nueva y diversa que nos ayude a ampliar nuestra perspectiva y a cuestionar nuestras ideas, creencias y actitudes. Por ejemplo, leer libros, ver documentales o conversar con personas que tengan opiniones diferentes a las nuestras.
  • Buscar el apoyo y la ayuda de otras personas que nos puedan orientar y acompañar en nuestro proceso de cambio. Por ejemplo, acudir a un profesional de la salud, a un amigo o a un grupo de autoayuda.

 

Compilación y posterior desarrollo del Dr Fabián Sorrentino en función de las siguientes fuentes: