Diversas corrientes en la literatura, la filosofía y la psicología han insistido en que «El preocuparse por hallar un sentido a la existencia es una realidad primaria, es la característica más original del ser humano.» Esta búsqueda de sentido implica situar la vida del ser humano particular en un espacio y tiempo que la engloba y la trasciende para darle finalidad, propósito, estructura y función. El sentido implica pues trascendencia. Como lo dice Víçtor Frankl: «El hecho antropológico fundamental es que el ser humano remite siempre más allá de si mismo, hacia algo que no es él, hacia algo o hacia alguien, hacia un sentido. El ser humano se realiza a si mismo en la medida que se trasciende»

Escribe Hostos en 1873 con palabras que muy bien expresan, a modo de ejemplo, lo que vamos a llamar «sentido de trascendencia»:

«Proceso de acciones químicas en perdurable combinación, proceso del conjunto de evoluciones de la materia que constituyen la vida organizada y del conjunto de órganos que determinan un a vida individual? yo soy una relación entre todas las realidades percibidas. Siendo una relación, ¿soy yo un esclavo? ¿soy yo un condenado a recibir leyes de todos, del universo, de mi planeta, de la sociedad donde me he hallado abandonado? Surge entonces toda mi personalidad en mi conciencia y comprobando las operaciones de la razón con todas las realidades que había visto, declaro que soy una entidad responsable de mi vida, que soy una vida limitada en el espacio y en el tiempo, que soy una de tantas relaciones como existen entere todas las leyes del universo físico y moral. Y entonces construyo las tablas de mi fe, basada en el catálogo de mis derechos y mis deberes? Ya estatuido el catálogo de mis deberes y los derechos fundamentales de mi vida, percibo una latente relación ? Es el presentimiento , el preconocimiento de mi finalidad. Yo tengo un fin en mi existencia? está en toda mi alma y sucesivamente es solicitación de mi actividad hacia todo cuanto me rodea, atracción de mi sentimiento por la armonía de la naturaleza y de la vida, creencia racional en la necesidad de vínculo y unión de todo lo que existe, conciencia de que mi vida debe servir para aumentar, no para alterar el orden universal que he conocido

Entonces resumo el resultado de esta indagación y viéndome intelectualmente ligado como átomo, como vida como organismo, como ser racional, como se social, a la materia al espíritu, a los hombres; y educiendo de esa alianza latente mis deberes, mis derechos y mi fe, me siento en la soberana plenitud de mi existencia, en la plena soberanía de mi ser, en la augusta posesión de responsabilidad individual, y tomo de la realidad que me circunda y de mi propia realidad la norma y la conducta de mi vida.»

El sentido de trascendencia como forma de experiencia humana

Definimos el «sentido de trascendencia» como la capacidad de un ser humano para una forma de experiencia y conciencia, es decir, para experimentar (acto hermenéutico simultaneo de interpretar, sentir y vivir) su vida -o actos de la misma- como parte de una totalidad más amplia, en el contexto cual ésta cobra un significado de misión, y de la cual brota un sentido de responsabilidad, pero también de armonía, de paz y de entusiasmo. La experiencia de la trascendencia implica en primer lugar el reconocimiento de que nuestra vida plena se inserta en procesos más amplios en espacio y tiempo a la luz de los cuales adquiere sentido de dirección, goce y liberación.

El sentido de trascendencia confiere un significado a la vida, frente a la mera casualidad o el absurdo. Permite pensar que la vida individual es parte de una trama o plan o propósito. Nos da con ello la esperanza de que podemos esperar un mundo mejor, que es posible librarse del mal voluntario, de que nuestros esfuerzos por lograrlo no serán en vano.

El sentido de trascendencia permite experimentar un estado de conexión, es una experiencia de ser, de pertenecer y de cuidar. Es sensitividad y compasión, gozo y esperanza. Es la armonía entre la vida más interna y la vida exterior, o la vida del mundo o del universo. Es la creencia en la vida humana como parte del eterno torrente del tiempo, de que cada uno de nosotros vino de algún sitio, y esta destinado a algún sitio.

La experiencia de la trascendencia

En la mayoría de las culturas las personas se refieren a lo que aquí llamamos sentido de trascendencia como la experiencia de lo espiritual. Al respecto señalan Zohar y Marshall (2001): «Lo espiritual significa estar en contacto con un conjunto más grande, profundo y rico que sitúa nuestra presente situación limitada en una nueva perspectiva. Es poseer un sentido de algo más allá», de algo más que confiere valor y sentido en lo que ahora somos. Ese «algo más» espiritual puede ser una realidad social más profunda o una red social de significados. Puede ser conciencia o hallazgo de dimensiones mitológicas o arquetípicas o religiosas de nuestra situación. Puede ser un sentido más profundo de la verdad o la belleza. Y puede ser abrirse y adaptarse a una sensación profunda y cósmica del todo una sensación de que nuestras acciones forman parte de un mayor proceso universal. Sea cual fuere nuestro uso específico de lo espiritual, sin él nuestra visión queda nublada, nuestras vidas parecen pobres y nuestros objetivos penosamente finitos.»

Por su parte, John Dewey se refiere a «lo religioso» como un forma de experiencia, que no se limita a las religiones, que puede estar presente en cualquier actividad humana, como la ciencia o el arte, y que se relaciona estrechamente con nuestro concepto de trascendencia.

En términos generales puede hablarse de cinco formas de experimentar o vivir la trascendencia:

a) El experimentarse como parte de un orden o plan universal o divino. Esta es la experiencia propia de las grandes religiones.

b) El experimentarse como parte de la naturaleza física en general y de la humana en particular como realidades en constante proceso evolutivo. Esta es la experiencia que se deriva de intentos de fundar la religión o la ética en generalizaciones elaboradas por la ciencia natural.

c) El experimentarse como parte del proceso histórico de constitución de la humanidad plena, de su perfectibilidad, de una agenda histórica que pasa de generación en generación. Esta es la experiencia de la trascendencia que se da en el humanismo de la modernidad, tanto en sus variantes idealistas, como la de Karl Krause, y la materialista histórica de Kart Marx.

d) El experimentarse como miembro de una forma concreta de humanidad, de una colectividad que comparte una geografía, una cultura una historia: el pueblo, la nación. Es la experiencia de la trascendencia desde una perspectiva política comunitaria., propia de, por ejemplo, el nacionalismo

e) El experimentarse a sí mismo como proyecto y tarea constante de

superación, de integración y desarrollo pleno para consigo, la comunidad y el universo. Es la experiencia de la trascendencia como se la entiende en psicologías humanistas como la de Abraham Maslow.

Estas cinco formas no son excluyentes, se combinan históricamente, predominan una más que otra en épocas o culturas. Se manifiestan en religiones, movimientos sociales, filosofías, mitos, etc.

La pérdida del sentido de trascendencia

El famoso psicólogo Víctor Frankl ha analizado como en la sociedad de consumo y abundancia sólo hay una necesidad que no encuentra satisfacción y esa es la necesidad de sentido, su voluntad de sentido.

En ausencia de un sentido de trascendencia las personas viven en un vacío existencial que se manifiesta en la búsqueda del placer, el consumo desmedido de objetos, información y espectáculo. La gran enfermedad de nuestro tiempo, comenta Frankl es la carencia de objetivos, el aburrimiento, la falta de sentido y de propósito. «Las personas tienen los medios para vivir, pero carecen de sentido por el qué vivir»

Para algunos autores la pérdida del sentido e trascendencia es consecuencia del humanismo occidental antropocéntrico, racionalista y voluntarista, surgido con la economía de mercado, que convierte al ser humano en amo en lugar de huésped de lo existente. A este humanismo oponen el oriental, el cual tiene un sentido profundo de la interconexión entre la vida y todo lo que es, un profundo sentido de responsabilidad con todo el mundo y todas las cosas. Este humanismo oriental es consciente de que todo empeño humano forma parte del gran tejido del universo. Esta visión del ser humano lleva a una actitud de humildad y gratitud hacia la naturaleza.

Implicaciones educativas: El sentido de trascendencia como competencia humana

Probablemente hay un criterio bastante generalizado en nuestro pueblo de que la escuela debe atender la problemática de la inmediatez y del hedonismo en parece vivir buena parte de nuestra juventud y la falta de un sentido de trascendencia en la misma. Pero la estricta separación entre Iglesia y Estado propia de nuestro sistema constitucional, la falta de unanimidad o consenso por parte de los estudiosos sobre una delimitación de este tema, la multiplicidad de creencias de los estudiantes y sus familias y los maestros en torno a lo trascendente, hacen de este tema uno de difícil y controvertido tratamiento.

Es por ello que para propósitos del tratamiento de este tema en el currículo se proponen los siguientes principios para un trabajo no doctrinario con el mismo:

1 – El tema del sentido de la trascendencia y de lo trascendente será tratado como un objeto de estudio que es parte de la experiencia histórico-cultural y psicológica del ser humano, que queda expresada en diversos géneros y producciones literarias, filosóficas y religiosas.

2 – El sentido de trascendencia será trabajado como una dimensión del desarrollo humano, como la competencia para una forma especial de interpretar la realidad y la actividad humana, que admite diferentes y múltiples formas (religiosas, filosóficas, políticas y psicológicas) de concebir lo trascendente y que puede manifestarse en cualquier actividad humana.

3 – Ninguna de estas formas debe ser privilegiada a costa de las otras. A la escuela no le interesa que el estudiante se adscriba a una particular forma de concebir la trascendencia, sino fomentar la competencia para que el propio estudiante aprenda a entender y desarrollar su sentido de trascendencia en relación a lo que toma como lo trascendente. Lo que el estudiante convierte en objeto de su sentido de trascendencia depende sobe todo de la familia, y de la comunidad moral y/o religiosa a la que pertenece y de la moral publica.

Entendido como capacidad o competencia humana para una forma de experiencia, el sentido de trascendencia es una dimensión del ser humano, de su desarrollo, de su relación con la realidad y consigo mismo; un modo de apropiación de la realidad, una forma de conciencia, constituida por una manera peculiar de, simultáneamente, objetivar la realidad de la que somos parte y subjetivarnos, es de constituirnos en sujeto.

Desde esta perspectiva, el sentido de trascendencia se relaciona con lo que Zohar y Marshall llaman «inteligencia espiritual», la cual caracterizan en los siguientes términos: «la inteligencia con que afrontamos y resolvemos problemas de significadosvalores, la inteligencia con que podemos poner nuestros actos y nuestras vidas en un contexto más amplio, más rico y significativo, la inteligencia con que podemos determinar que un curso de acción o un camino vital es más valioso que otro.»

Para estos autores la inteligencia espiritual es la que permite el crecimiento y la transformación en dirección a una mayor evolución de nuestro potencial humano. La utilizamos, comentan, para lidiar con problemas existenciales, problemas con que nos sentimos atascados, atrapados por nuestros propios hábitos del pasado o por neurosis o problemas de enfermedad y desdicha. La inteligencia espiritual nos hace conscientes de que tenemos problemas existenciales y nos permite resolverlos o al menos encontrar una cierta paz pese a ellos.

Entendido en esta forma el sentido de trascendencia se manifiesta en comportamientos inteligentes como:

⃞ El experimentar e interpretar los asuntos y controversias humanas en una perspectiva espacio-temporal amplia y de larga duración.

⃞ El tener, en consecuencia, flexibilidad y paciencia ante los mismos.

⃞ La capacidad para afrontar y trascender el dolor.

⃞ El actuar inspirado por visiones, un sentido de misión y valores.

⃞ La negativa a causar daño al planeta y actuar en la perspectiva de las futuras generaciones.

⃞ La tendencia a comprender las cosas en forma integrada y holística.

⃞ La capacidad para romper esquemas mentales, hábitos y convenciones y actuar creativamente.

Como toda competencia humana, el sentido de trascendencia supone un conjunto de conceptos, operaciones cognitivas y actitudes.

En primer lugar, en términos de operación cognitiva el sentido de trascendencia se relaciona con lo que tradicionalmente se ha llamado contemplación. La contemplación difiere de los proceso cognitivos racionales de construcción de conocimiento que analizamos en términos del sujeto consciente frente a un objeto. La experiencia contemplativa corresponde mejor a una «vivencia», es decir a un acto de conciencia por el cual la persona humana se capta en relación consigo misma y con una realidad exterior a ella, que se le impone inmediatamente y la hace reaccionar con una cierta plenitud momentánea. La experiencia implica una toma de conciencia de algo que repercute en el sujeto de forma vital y concreta, actuando no sólo la inteligencia y la imaginación, sino también la sensibilidad (sentimientos, afectos, emociones, voliciones, etc.) y otras zonas inconscientes.

. En relación con el proceso contemplativo Abraham Maslow estudio lo que llamó «experiencias cumbre o pico». En estas experiencias el sujeto y el mundo se perciben como un todo integrado, unificado, perfecto, realizado, viviente, hermoso, gozoso, universal, eterno y autosuficiente. En ellas hay una tendencia a perder el miedo, la ansiedad, la confusión, las inhibiciones, el temor a la enfermedad y a la muerte. Maslow también demostró que estas experiencias han sido reportadas universalmente en todas las culturas y en todo momento de la historia.

⃞ Una experiencia pico tiene algunas de las siguientes características:

⃞ Una emoción profunda y muy fuerte semejante al éxtasis.

⃞ Una profunda sensación de paz o tranquilidad.

⃞ La sensación de estar a tono, en armonía o ser uno con el universo.

⃞ Una sensación de profundo conocimiento o profundo entendimiento.

⃞ La sensación de que es una experiencia muy especial que sería difícil o imposible describirla adecuadamente con palabras.

Las experiencias pico son definidas como las mejores, más importantes y significativas experiencias de la vida de uno y son similares en varios aspectos a las experiencias místicas y espirituales.

Gustavo Flaubert describe en su novela La tentación de San Antonio este tipo de experiencia pico, en boca de su personaje: «Frecuentemente he sentido que algo mucho mas grande que yo se fundía con mi ser, que poco a poco iba hacia dentro del verdor de los pastos y de la corriente de los ríos. No demoré mucho en saber donde estaba mi espíritu, que se hacía universal, extendiéndose por todos lados. Era como si una inmensa armonía llenase el alma con palpitaciones maravillosas y sentía una plenitud inexpresable y una comprehensión de la no revelada totalidad de las cosas. Las diferencias se desvanecían y todo era bañado de infinitud?Un poco mas y me habría vuelto naturaleza o la naturaleza se habría convertido en mí?inmortalidad, ilimitación, infinitud. Yo tengo todo! Yo soy Todo!».

En segundo lugar, el sentido de trascendencia implica el desarrollo de una perspectiva holística que requiere de las más amplias estructuras conceptuales. En la perspectiva holística nuestra atención no está puesta en objetos, eventos o personas aisladas, en lo inmediato o en lo que personalmente nos concierne, sino en ir más allá de éstos e interpretarlos como aspecto de algo más amplio que los comprende.

Estas estructuras cognitivas que constitutivas de la experiencia de lo trascendente John Dewey las llama ideales. Dice al respecto: «se reconoce que los objetos de religión son ideales en contraste con nuestro estado presente. ?Pero la realidad de fines ideales, como ideales, esta apoyada por su innegable poder en al acción. Un ideal no es una ilusión, porque la imaginación sea el acto a través del cual se capta?.. Los fines, los ideales no existen sólo en la «mente» existen en el carácter, la personalidad y la acción.»

En un sentido similar a Dewey, José Ingenieros habla de los ideales en los siguientes términos:

«Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un Ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala: si la dejas apagar no se reenciende jamás. Y si ella muere en ti, quedas inerte; fría bazofía humana. Sólo vives por esa partícula de ensueño que te sobrepone a lo real.

La evolución humana es un esfuerzo continuo del hombre para adaptarse a la naturaleza, que evoluciona a su vez. Para ello necesita conocer la realidad ambiente y prever el nítido de las propias adaptaciones: los caminos de su perfección. Sus etapas refléjanse en la mente humana como idealistas porque circunstancias propicias determinan su imaginación a concebir perfeccionamientos posibles.

Los ideales pueden no ser verdades; son creencias. Su fuerza estriba en sus elementos afectivos; influyen sobre nuestra conducta en la medida en que los creemos. Por eso la representación abstracta de las variaciones futuras adquiere un valor moral: las más provechosas a la especie son concebidas como perfeccionamientos. Lo futuro se identifica con lo perfecto. Y los ideales, por ser visiones anticipadas de lo venidero, influyen sobre la conducta y son el instrumento natural de todo progreso humano.

Mientras la instrucción se limita a extender las nociones que la experiencia actual considera más exactas, la educación consiste en sugerir los ideales que se presumen propicios a la perfección.

El concepto abstracto de una perfección posible toma su fuerza de la Verdad que los hombres le atribuyen: todo ideal es una fe la posibilidad misma de la perfección En su protesta involuntaria contra lo malo se revela siempre una indestructible esperanza de lo mejor: en su agresión al pasado fomenta una sana levadura de porvenir.»

Por otro lado, el sentido de trascendencia implica una perspectiva holística que depende de macro conceptos como lo son los de «sistema» y «evolución». Conceptos como estos nos ayudan a entender y apreciar la complejidad, interconectividad y totalidad de las cosas.

Finalmente el sentido de trascendencia se relaciona, como toda competencia con la dimensión afectiva del ser humano. Tanto Frankl como Maslow han insistido en el aspecto motivacional del sentido de trascendencia La voluntad de sentido es la última y más profunda motivación del hombre (supuestas la motivación intrínseca y la extrínseca). En el sentido de trascendencia la persona encuentra el sentido de su vida en el servicio a lo «otro». a los demás. Estamos ante una nueva clase de motivación, en virtud del cual el ser humano sale de sí mismo y se proyecta hacia las necesidades de los demás.

En la motivación trascendente el sujeto no se mueve por las consecuencias que espera tras la acción realizada (premio), ni por las se produzcan en él en virtud de la acción ejecutada (satisfacción por el trabajo bien hechoaprendizaje, desarrollo personal). Se mueve por las consecuencias que espera que produzca su acción en otra u otras personas de su entorno. Si la motivación extrínseca genera un vínculo de interés; y la motivación intrínseca genera un vínculo psicológico, la motivación trascendente genera un vínculo moral o de servicio.

Decía Mahatma Ghandí, ese extraordinario ejemplo de sentido de trascendencia: «La espiritualidad no consiste en conocer las escrituras y en trabarse en debates filosóficos sino en cultivar el corazón, en poseer una fortaleza inconmensurable»

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Autor: Ángel R. Villarini Jusino
El Dr. Ángel R. Villarini Jusino es Catedrático de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico, Recito de Río Piedras; Profesor Honorario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en la República Dominicana; Presidente de la Organización para el Fomento del Desarrollo del Pensamiento Internacional; Vice presidente para Latinoamérica de la International Association for Cognitive Education and Psychology; y Director del Proyecto para el Desarrollo de Destrezas de Pensamiento y del Encuentro Internacional de Educación y Pensamiento de la Universidad de Puerto Rico. Ver en medio original.