El sistema locomotor está vinculado a mi movilidad y mi flexibilidad, lo mismo que a mi apertura interior y mi apertura exterior. Reúne los huesos, los músculos, los tendones y los ligamentos.

El armazón que sostiene todo mi cuerpo está formado de los huesos. Éstos son los que representan mis principios morales, mi estructura, mi honradez, mi rectitud, mi estabilidad. Cuando me vuelvo demasiado rígido en mis pensamientos, mis huesos también lo hacen y corren peligro de romperse más fácilmente. En cuanto a las extremidades de mi cuerpo y mis músculos, simbolizan la acción y el movimiento.

Gracias a mis manos, puedo “coger” las cosas, agarrarme a ellas. Mis piernas me permiten avanzar en la vida. Una dificultad a moverme me indica que tengo miedo de progresar. Una falta de humildad o una negación a “doblarme” o a admitir mis errores tendrá por efecto que me costará doblar las rodillas. Mis pies representan la estabilidad.

Conservo así el contacto con la tierra firme, tengo “ambos pies en el suelo”. Cada parte de mi cuerpo me ayuda a tomar consciencia de mi flexibilidad o de mi rigidez. Elijo estar a la escucha de mi cuerpo porque es el guía de mi estado interior.