Acrónimo de los términos sadismo y masoquismo, en el cual una persona obtiene placer al ser dominado o maltratado durante el acto sexual.

El sadomasoquismo implica una relación en la que uno de los socios expresa su dominación (sadismo) y el otro expresa su sumisión (masoquismo). Ocurre que personas sumisas hallen en esto cierto equilibrio en su relación. Sin embargo, si siento la necesidad de practicar esta forma de relación, seguramente quiero liberarme de cierto estrés interior, bien pudiendo controlar o sometiéndome. Me libero así de ciertas angustias que pueda tener.

Debo tomar consciencia que puedo desarrollar, en mí subconsciente, este programa: soy libre cuando controlo y me siento mejor después o, en el otro caso, me siento libre cuando me someto “voluntariamente” y me siento mejor después. Este programa corre el riesgo de resurgir en mi vida en el momento en que menos me lo espero. Así, en circunstancias de estrés importante, podré identificar que la solución será controlar o someterme. Debo estar atento al hecho de que me vuelvo lo sobre lo cual llevo mi atención.

Así, este comportamiento que puede parecer negativo corre el riesgo de ampliar ciertas actitudes negativas en mí. Tomo consciencia de mi deseo de liberarme de mis miedos y de mis limitaciones y del hecho que debo desarrollar más la humildad que la sumisión, el hecho de estar guiado que de controlar. Así podré buscar una satisfacción para mi mayor desarrollo personal.

En esta relación uno de los socios expresa su dominación (sadismo) y el otro expresa su sumisión (masoquismo). Ocurre que personas sumisas hallen en esto cierto equilibrio en su relación. Sin embargo, si siento la necesidad de practicar esta forma de relación, seguramente quiero liberarme de cierto estrés interior, bien pudiendo controlar o sometiéndome.

Me libero así de ciertas angustias que pueda tener. Debo tomar consciencia que puedo desarrollar, en mí subconsciente, este programa: soy libre cuando controlo y me siento mejor después o, en el otro caso, me siento libre cuando me someto “voluntariamente” y me siento mejor después.

Este programa corre el riesgo de resurgir en mi vida en el momento en que menos me lo espero. Así, en circunstancias de estrés importante, podré identificar que la solución será controlar o someterme. Debo estar atento al hecho de que me vuelvo lo sobre lo cual llevo mi atención.

Así, este comportamiento que puede parecer negativo corre el riesgo de ampliar ciertas actitudes negativas en mí. Tomo consciencia de mi deseo de liberarme de mis miedos y de mis limitaciones y del hecho que debo desarrollar más la humildad que la sumisión, el hecho de estar guiado que de controlar. Así podré buscar una satisfacción para mi mayor desarrollo personal.

El sadismo es una característica de la naturaleza humana, difícil de identificar en otras especies, ampliamente documentada desde los orígenes de la especie mediante hallazgos antropológicos y obras históricas. Los actos de crueldad elaborada, excesiva o gratuita contra animales, personas y colectivos constituyen una constante en el desarrollo de la humanidad, frecuentemente justificados como exigencias de mantenimiento de la disciplina, del orden familiar, del orden social, del orden divino, de necesidades de sometimiento, ejemplarización o retribución, y consecuencia de los actos de guerra. Muchas sociedades han llegado a transformar algunos de estos actos de crueldad en festejos colectivos, como es el caso del circo romano o la tortura y ejecución públicas de los condenados.

La realización de algunos de estos actos de crueldad constituye mandato divino en la mayoría de las religiones, si bien en algunas ocasiones estas mismas religiones actuaban de limitadores de los mismos.

Giordano-Enlèvement-Hélène-Caen

Por lo común, tales actos de crueldad se han considerado malignos cuando se realizan por razones exclusivamente personales y privadas, al margen de estos mecanismos de socialización o sacralización. Por ello, resulta complejo separar la crueldad y el sadismo de sus justificaciones sociales en tiempos anteriores a la Edad Moderna, y sólo nos han llegado noticias de sádicos históricos cuando el uso privado o el nivel y grado de elaboración de la crueldad llamaron la atención de sus coetáneos. Este es el caso de personajes como Calígula, Tiberio, Gilles de Rais, Vlad Tepes, Murad IV, Isabel Báthory o Catalina la Grande. En general, la crueldad es indistinguible del ejercicio del poder familiar o social hasta la llegada del humanismo renacentista y la plasmación final de la singularidad individual en las declaraciones de derechos de la Edad Moderna; por tanto, resulta imposible hasta este momento diferenciar claramente el disfrute personal de la crueldad de los ejercicios de crueldad colectiva. Y quienes comenzaron a hacerlo, fueron rápidamente caracterizados como pervertidos o psicópatas.