La presbicia es una anomalía de la visión, el defecto de un ojo que no ve con claridad los objetos cercanos a causa de una mala acomodación.

De acuerdo con la ciencia médica, es normal que esta mala acomodación del ojo se manifieste en los humanos hacia la edad de 45 años. Es interesante constatar que la palabra acomodación, cuando se habla del ojo, tiene la siguiente definición: «colocación precisa del ojo en la función visual», y esa misma palabra también significa: «adaptarse fácilmente a las personas y a las circunstancias». En metafísica, se puede decir que la persona que sufre presbicia tiene problemas para adaptarse a lo que pasa a su alrededor.

Es posible que le resulte difícil verse en el espejo, ver cómo envejece su cuerpo, no verse tan deseable, etc. Quizá le cueste trabajo ver su situación familiar actual o su situación laboral.

El hecho de que no veas bien de cerca es un mensaje muy preciso de tu cuerpo que te quiere hacer saber que dejas que te moleste demasiado lo que ves cerca de ti. Te dice que dejes de creer que al envejecer disminuyen tus capacidades.

Es posible que tu cuerpo comience a desgastarse físicamente, lo cual es natural; sin embargo, con la edad adquieres fuerza en los planos emocional y mental, gracias a la madurez y la sabiduría adquiridas. Recibes el mensaje de que pierdes demasiado tiempo en la dimensión física; esto nubla tu visión interior y no ves todo el valor que tienes, ese valor adquirido con el paso de los años. No olvides que tu forma de ver la vida hoy determinará tu porvenir.

Tu capacidad para adaptarte fácilmente a las personas y a las circunstancias que se presenten en tu vida mejorará mucho tu visión y la calidad de tu vida. La presbicia es un estado que impide ver los objetos de cerca. Revela un miedo del presente. ¿Cuál es la cosa de mi vida, cerca de mí, que me niego a ver? Puede tratarse de mi incapacidad a “poner las cosas a punto” y a ver con claridad lo que me es accesible y cerca mío.

Pongo más interés en los demás, en mis relaciones personales y en los acontecimientos exteriores en vez de mirar en mí y desarrollar cada vez más mi yo interior. Este estado puede haber sido causado por un impacto o por un traumatismo que me hizo creer que el presente no era para mí. Volviéndome extravertido y mirando lejos, elijo ignorar lo que sucede cerca de mí, mis sueños están orientados hacia el futuro.

Mis ojos se vuelven como un vigía que está continuamente al acecho de lo que sucede lejos. Vivo inquietud porque lo que me preocupa ahora me inquieta: envejezco, los niños dejan la casa, me vuelvo más triste. Así, mi visión se transforma en función de lo que quiero y de lo que no quiero ver. En el caso en que sólo uno de ambos ojos esté afectado, es importante que considere las situaciones vinculadas con el lado del cuerpo afectado (izquierdo: intuitivo; derecho: racional). Acepto ver la vida hoy, con todas sus bellezas y sé que estoy seguro, AQUÍ Y AHORA.