La pelvis es la apertura de la zona de la pelvis sostenida por las caderas y la columna. Los dolores en esta zona frecuentemente se perciben como punzadas. La palabra está muy adecuada porque esta comarca de la pelvis, soportada por las caderas, me ayuda a andar, a estar en movimiento, y por lo tanto a “lanzarme” en la vida o en un nuevo proyecto (como “punzado” por una “lanza”).

Este proyecto puede dar nacimiento a alguien, pero también a mí – mismo, sobre todo en lo que se refiere a nuevas actitudes o nuevos comportamientos. Esto implica una comunicación tanto en el plano sexual, como interpersonal. Es importante que me haga confianza en las decisiones por tomar frente a nuevas direcciones por elegir, que ponga cosas en marcha para descubrir toda la riqueza de mi mundo interior y todas las posibilidades que a mí se ofrecen.

La pelvis es la parte ósea que reúne y separa al mismo tiempo la parte inferior de la parte superior del esqueleto humano. Es el lugar de origen de todos los movimientos de desplazamiento, locomoción y acción del cuerpo. Corresponde al hecho de lanzarme en la vida. La pelvis representa el poder bajo todas sus formas. Es el recipiente que acoge las energías del poder que mantienen el ego.

Si tengo una pelvis ancha o muy ancha (con nalgas gordas) creo inconscientemente que la vida o las situaciones de mi vida limitan mi poder. Intento pues recogerlo. Intento compensar físicamente, bloqueando de un modo involuntario todas las energías en este lugar (miedo, inseguridad, cólera). Seguirá quizás un malestar o un conflicto en lo que se refiera a mi sexualidad.

Es importante que las energías circulen más armoniosamente en mi cuerpo y que crea sinceramente que hice lo conveniente. Incluso si quiero coger poder, puedo tomar consciencia y aceptar con el corazón que no hay poder por coger salvo el del plano mental.

Si quiero liberar todas estas energías y encontrar un mejor equilibrio energético, empiezo a amarme tal como soy, a manifestar mi alegría, confianza y fe