Norbert Wiener (26 de noviembre de 1894 – 18 de marzo de 1964) fue un matemático y filósofo estadounidense, reconocido como el padre de la cibernética. Su obra sentó las bases de un enfoque interdisciplinar que articula máquinas, seres vivos y procesos de información como manifestaciones de un mismo principio de control y comunicación.

Hijo de Leo Wiener, profesor de lenguas eslavas en Harvard, Norbert mostró un desarrollo intelectual excepcional desde niño. Educado en casa hasta los siete años, ingresó al instituto de Ayer (Massachusetts) y, con solo once años, matriculó en la Universidad Tufts para cursar Matemáticas; se licenció en 1909 con apenas catorce años. Al año siguiente comenzó estudios en Harvard, donde obtuvo su doctorado en Lógica Matemática en 1912, bajo la supervisión de Josiah Royce y Karl Schmidt.

Tras su doctorado, Wiener viajó a Inglaterra, colaborando con Bertrand Russell y G. H. Hardy en Cambridge, y luego a Gotinga, donde trabajó con David Hilbert y Edmund Landau. De regreso a EE UU, ejerció brevemente en Harvard y en el Aberdeen Proving Ground, participando en proyectos de balística. En 1919 se unió al MIT como profesor de Matemáticas, cargo que mantuvo hasta 1960; allí estructuró el departamento, investigó en análisis armónico, teoría de probabilidades y procesos estocásticos, y colaboró con John von Neumann en teoría de juegos y autómatas.

Durante los años veinte, Wiener contribuyó junto a Stefan Banach y Eduard Helly al desarrollo de la teoría de espacios vectoriales. En los treinta, profundizó en series de Fourier y problemas tauberianos. Su teorema de Paley–Wiener, que caracteriza funciones de banda limitada, y el diseño del filtro de Wiener para optimizar la estimación de señales, se cuentan entre sus aportes más influyentes en matemáticas aplicadas y procesamiento de señales.

La Segunda Guerra Mundial marcó un giro decisivo: contratado para guiar artillería antiaérea mediante radar, Wiener introdujo formalmente los conceptos de retroalimentación (feedback) e innovación del proceso. Hacia 1944 explicó cómo comparar trayectoria prevista y real para corregir disparos, gesto que derivó en una teoría matemática general del control automático y sentó las bases de la teoría de la información como medida de reducción de incertidumbre.

En 1948 publicó Cybernetics, or Control and Communication in the Animal and the Machine, obra en la que acuñó el término “cibernética” a partir del griego kybernḗtēs (timonel). Definió la homeostasis como la tendencia de sistemas vivos y mecánicos a mantener su organización frente a la entropía, y describió la información como fuerza antientrópica capaz de reducir el caos natural. Un año más tarde presentó Extrapolation, Interpolation, and Smoothing of Stationary Time Series, y en 1950 The Human Use of Human Beings, donde exploró la dimensión social de la comunicación y advirtió sobre el control monopólico de los flujos informativos.

A lo largo de su carrera combinó intereses en filosofía, neurología y matemáticas. Publicó Nonlinear Problems of Random Theory (1958) y God and Golem, Inc. (1964), reflexionando sobre las implicaciones éticas de las máquinas inteligentes y el papel de la ciencia en la sociedad. En 1963 recibió la Medalla Nacional de Ciencia de EE UU; falleció al año siguiente durante una visita académica en Estocolmo, Suecia.

La “ontología de la conciencia” estudia el modo de ser y la estructura esencial de la experiencia consciente. Desde este enfoque, el trabajo de Wiener aporta tres pilares fundamentales:

  1. Información como ente ontológico. Para Wiener, la información no es mero dato, sino reducción de incertidumbre que compite con la entropía, dotando de orden y significado al mundo físico y psíquico. Esta visión lazos ontológico entre bits y fenómenos mentales: ambos participan en procesos de diferenciación y organización del caos.
  2. Feedback y autorreferencia. En su modelo cibernético, toda conciencia —humana o artificial— se define por circuitos de retroalimentación que comparan salidas y entradas, generando autoajuste y aprendizaje. Esa circularidad es la clave ontológica de la subjetividad: la conciencia existe cuando un sistema se observa y regula a sí mismo.
  3. Sistemas como sujetos. Wiener extendió la categoría de “agente” más allá de la biología. Su teoría sitúa a máquinas, organismos y organizaciones bajo un mismo estatuto ontológico: redes de comunicación y control que exhiben propiedades de propósito, persistencia e intencionalidad emergente.

En el artículo “Revisión del problema de Wiener o del estatus ontológico de la información”, Ariel Morán destaca que Wiener planteó la necesidad de reconocer a la información como un objeto de estudio con entidad propia, ni meramente cuantitativa ni sólo cualitativa, sino ontológicamente irreductible a materia o energía. Esto permite pensar la conciencia no como un epifenómeno, sino como un fenómeno estructural en el que la información circula, se transforma y retroalimenta.

La cibernética de Wiener, por su fuerte impronta filosófica, anticipa debates contemporáneos en filosofía de la mente, inteligencia artificial y ciencias cognitivas. Su insistencia en la simetría entre cerebro y máquina abrió el camino a la segunda cibernética de Heinz von Foerster y a la teoría de la autopoiesis de Maturana y Varela, las cuales profundizan el estatuto ontológico de los sistemas autopoiéticos y conscientes.

En suma, Norbert Wiener no sólo fundó una disciplina técnica del control y la comunicación: elevó la información y el feedback al rango de categorías ontológicas centrales para entender la realidad y la conciencia. Su obra sigue inspirando a filósofos, ingenieros y científicos cognitivos, recordándonos que todo sujeto —humano o artificial— se define por cómo procesa, regula y crea significado a partir de la información que fluye en su interior y entorno.