La manía (del griego antiguo μανία maníālocura, demencia, estado de furor’) es un trastorno mental consistente en una elevación anómala del estado anímico. Forma parte de los trastornos del ánimo, constituyendo una de las fases del llamado trastorno bipolar.

Es importante no confundir un estado maníaco con algunos rasgos obsesivos (obsesión por la limpieza y el orden por ejemplo), puesto que se ha integrado en el lenguaje en términos como piromanía, cleptomanía y otros trastornos mentales que derivan más bien de trastornos obsesivos, aunque bien puedan estar relacionados.

Las manías son costumbres que esconden angustia y ansiedad. Este estado de agitación trae una sobreexcitación en los movimientos y un humor exaltado. Es un modo de buscar la paz y la calma. Puede ser una forma de huida ya que me obligo a evolucionar siempre en el mismo marco, impidiéndome así explorar nuevas avenidas, para sentirme siempre en seguridad y dueño de la situación.

Debo determinar cuál es la fuente de esta ansiedad a fin de encontrar más calma interior y más armonía. Así veré la vida con más paz y serenidad. Mis gestos y mis actitudes estarán más de acuerdo con mi sabiduría interior.

Un episodio maníaco se caracteriza principalmente por una modificación del humor de la persona, así como por la presencia de algunos de los síntomas que describimos más abajo.

Muchos aspectos permiten que se considere la manía como una «depresión invertida», en el sentido de una aceleración e intensificación de los pensamientos y de las emociones (todo es más fuerte, más vivo, más intenso, incluyendo el dolor moral o la tristeza, lo que puede acarrear confusiones en el diagnóstico). Los síntomas más típicos serían:

⃞ Excitación, alteración, sentidas como «presiones internas»;

⃞ Humor elevado: clásicamente eufórico, aunque también destacan irritabilidad, mayor reactividad y tendencia a ponerse fácilmente colérico;

Actividad sin reposo, agitación improductiva. Se empiezan varias cosas que no son acabadas;

⃞ Disminución del pudor, pérdida de inhibición, pudiendo llegar a actitudes de seducción y contactos sexuales excesivos, teniendo en cuenta que la persona en estado normal no habría deseado tener ese tipo de comportamiento;

⃞ Aceleración del pensamiento: nuevos y numerosos pensamientos pasan por la mente de la persona sin que ésta pueda detenerlos;

⃞ Dificultad para concentrarse, fácil distracción;

⃞ Trastornos del curso del pensamiento (digresiones múltiples), pérdida del hilo de la conversación;

⃞ Fuga de ideas: dificultad para seguir el discurso de una persona que sufre de manía, ésta suele olvidar el tema inicial;

Logorrea: habla abundante, acelerada e imparable, siendo esto el reflejo de la aceleración del pensamiento;

⃞ Excesiva confianza en sí mismo;

⃞ Disminución de la necesidad de dormir sin que la persona sienta la fatiga asociada a esa falta de reposo. Esta falta de sueño es a menudo uno de los primeros signos de un episodio maníaco;

Sentimiento altruista: ganas de ayudar a los demás, hiperempatía;

⃞ Hipersensibilidad afectiva y sensorial;

Labilidad emocional: pasar de la risa a las lágrimas con mucha facilidad;

 

En el transcurso de un episodio de manía, o un delirio de grandeza, el enfermo puede envolverse en asuntos que pueden tener consecuencias muy graves para las personas concernidas, sus familiares o él mismo. Puede por ejemplo endeudarse con grandes créditos, que luego no podrá devolver.

La imagen completa de una manía en el paciente puede ser muy variable según la persona y a cada episodio. El enfermo toma conciencia de las consecuencias sociales así como del sufrimiento de sus familiares y amigos cuando la manía empieza a disminuir. Es muy probable también que sentimientos de vergüenza y culpabilidad sigan estos episodios. Mientras trascurren los familiares no pueden impedir la acción del enfermo, ya que éste no se deja frenar ni aleccionar. Es posible que el paciente reaccione con hostilidad y agresividad cuando se lo contradice en sus deseos o proyectos.

Es importante comentar que la mayoría de los comportamientos observables durante la manía no provienen del carácter o de la personalidad del enfermo, que durante un episodio maníaco no tiene conciencia de que está enfermo, puesto que se siente «perfectamente bien, nunca se ha sentido mejor», lo que hace que el paciente no acepte el tratamiento por no considerarlo necesario.