La pena o tristeza es una de las emociones básicas (no natales) del ser humano, junto con el miedo, la ira, el asco, la felicidad y la sorpresa.
Es un estado afectivo provocado por un decaimiento de la moral. Es la expresión del dolor afectivo mediante el llanto, el rostro abatido, la falta de apetito, etc. A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres. La alegría es la emoción contraria.

La tristeza puede ser un síntoma de la depresión, que se caracteriza, entre otras cosas (abatimiento general de la persona, descenso de la autoestima y sentimientos de pesimismo, desesperanza y desamparo), por una tristeza profunda y crónica. En psiquiatría se habla de tristeza patológica cuando hay una alteración de la afectividad, que se produce un descenso del estado de ánimo, que puede incluir también pesimismo, desesperanza y disminución de la motivación. La tendencia alternativa entre las emociones de alegría y de tristeza es la labilidad emocional. Los síntomas más evidentes de la tristeza en el ser humano son: llorar, nervios y decaimiento moral.

En varios países latinoamericanos, la noción de pena hace referencia al pudor, la timidez o el retraimiento: “A Felicitas le da pena desfilar en ropa interior”, “Javier sintió pena y se sonrojó después de haber confundido el nombre de la esposa de su jefe”, “Me da pena hacer algo semejante”.

La Melancolía, por su parte, es un término que deriva del latín y que, a su vez, tiene origen en un vocablo griego que significa bilis negra. Se trata de una tristeza vaga, permanente y profunda, que puede haber nacido por causa física o moral y que hace que el sujeto que la padece no se encuentre a gusto ni disfrute de la vida.

La melancolía suele se tratada en la actualidad como una enfermedad que puede aliviarse mediante la combinación de terapia y ciertos fármacos. La base de los tratamientos está en el análisis psicológico, para llegar a las causas internas de la melancolía, mientras que los fármacos apuntan a controlar los síntomas físicos que puede generar el trastorno (como malestar estomacal, dolor de cabeza y otros).

Los especialistas consideran que la melancolía, al igual que la tristeza y otras emociones, pasa a ser patológica cuando altera el normal pensamiento del individuo y dificulta su desempeño social. Por ejemplo: se considera normal que una persona se sienta melancólica una tarde y se quede en su casa mirando fotografías viejas; en cambio, si dicha conducta se repite a lo largo de varios días y el sujeto abandona su vida social y sus obligaciones, la melancolía pasa a ser un tipo de depresión, y requiere de tratamiento.

En la década del ’90, el movimiento grunge hizo una especie de culto de la melancolía y el desencanto. De hecho, la banda norteamericana Smashing Pumpinks editó un disco titulado “Mellon Collie and the Infinite Sadness”  (un juego de palabras que bien puede entenderse como “la melancolía y la tristeza infinita”).

Muchos géneros musicales se apoyan en la melancolía, tal como sucede con una importante porción del repertorio operístico (sobre todo, de origen italiano) y la música pop, por diversos que parezcan a simple vista. No resulta difícil comprender las razones, dado que el arte está en contacto directo con nuestras emociones y mucha gente se apoya en la música para superar momentos difíciles de la vida, tales como la pérdida de un ser querido. En este sentido, sin embargo, una canción de tono melancólico no puede resultar muy beneficiosa para nadie, ya que el incesantelamento ante un hecho irreparable es el potencial comienzo de una depresión.

Algunas notas freudianas acerca del duelo y la melancolía
El celebrado y controvertido padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, publicó en el año 1915 un escrito titulado “Duelo y Melancolía“, a través del cual desarrolla una comparación del duelo que se consideraba normal y la melancolía tomada como patología; para ello, analiza ciertos puntos en común, como la sensación de dolor, la pérdida de voluntad de conectarse con el mundo exterior, el desprendimiento de los propios sentimientos y la disminución de la productividad.

Cabe resaltar que ambos estados se disparan tras haber perdido a un objeto amado o tras el derrumbamiento de un ideal. Veamos a continuación algunos puntos distintivos de cada caso:

* el duelo se define como la reacción ante la pérdida (que puede o no ser de una persona) y se trata de una situación consciente, que se caracteriza por la constante reflexión acerca de la ausencia de dicho objeto amado;

* la melancolía tiene lugar por la falta de aceptación de la pérdida, por la resignación ante la falta del objeto amado;

* el duelo consiste en sobreponerse a la pérdida en un período variable de tiempo, tras el cual se consigue deshacerse del malestar y existe la posibilidad de seguir adelante;

* la melancolía distorsiona la situación y convierte la ausencia del ser querido en una cuestión personal, que atenta, entre otras cosas, contra la propia autoestima.

Interpretación Psicológica:
La pena está vinculada a la forma de ansiedad, una inquietud o una tristeza que se manifiesta por llantos, sonidos de dolores, soledad. Mi corazón está herido y enfermo después de una experiencia pasada lastimosa y dolorosa. Mi pena puede ser larga o durar un instante. Busca la verdadera causa generalmente profunda o inconsciente. Después de años, varias heridas de infancia pueden volver a brotar así como cierta toma de consciencia. Me mantengo abierto a lo que vivo e identifico rápidamente la verdadera fuente de mi pena para poder cambiarla. Acepto mi toma de consciencia y la integro. De este modo, vuelvo a encontrar mi alegría y salgo de esto “crecido”.

Si me alimento de pesares, alimento mi cuerpo de pena, tristeza, disgusto frente a lo que hubiese podido hacer o no, decir o pensar. Mis pesares me roen en el interior y bajan mi nivel de energía. Crean un terreno propicio a la enfermedad. Aprendo a tener una actitud positiva sabiendo que siempre hago lo mejor que sé. Aprendo a partir de mi pasado y esto me permite mejorarme, tomar experiencia, volverme más sabio.

La gran tristeza y el desgano, no es otra cosa que los síntomas de una profunda Reconfiguración Energética que está alcanzando los límites que su cuerpo físico y emocional pueden soportar, al menos, algunos así podrán percibirlo, pero tranquilícense! ésto no supone ningún riesgo vital. El mayor inconveniente que tiene ésta etapa, es que el dolor interno es muy grande y el avance es demasiado lento. Entonces es muy importante permanecer tranquilos y no entrar en desesperación. Daniel Cipolat.

La tristeza se define como “un estado natural o accidental de pena, melancolía”. Una tristeza profunda puede llevarme a volverme diabético. Es todo mi cuerpo el que rechaza la alegría de vivir. Tengo la sensación de que nada me sonríe, siento la pena que corre a través mío, mi corazón se desgarra; este inmenso vacío parece querer crecer adentro mío para dejar sitio a esta pelota de pena. Quiero que ésta explote, tengo necesidad de “picante” en mi vida, de calor que pondrá en ebullición todas las lágrimas que están en mí y que dejarán también mi cuerpo, como el vapor que se reúne con el cielo. Así podré colmar este vacío de dulzura y ternura. Y las ideas oscuras se desvanecerán; encontraré mi dinamismo y mi alegría de vivir.

La Tristeza y el Bazo
El bazo implica sostén, nutrición y primera crianza, por lo que está asociado con la tristeza y la depresión cuando fallan estos elementos en el individuo, no solo el sostén y nutrición de los alimentos, sino el alimento espiritual o afectivo. La tristeza se siente en el corazón y afecta toda el área del pecho, produce pesadez, falta de aliento, cansancio y depresión.

Fuentes Narrativas:
Wikipedia y Definicion.de: Definición de melancolía
salud-natural.com