Tiene 3 significados:
1 – Se aplica a la actuación de una persona o cosa que no tiene ningún fallo o error.

2 -Qué no tiene ningún defecto, mancha o imperfección.

3 – Qué no puede pecar.

Para poder entender bien el valor de la impecabilidad la dividimos en dos, la impecabilidad personal como la impecabilidad laboral que nos ayuda mucho en el área de nuestros deberes tanto del trabajo como de los estudios y actividades.

La impecabilidad personal

En la búsqueda de nuestro bienestar emocional, un factor esencial a tener en cuenta es el manejo correcto de la energía. Como seres humanos, contamos con una cantidad limitada de energía, que malgastamos al enojarnos, hacer corajes, tomar lo que nos dicen a la tremenda, o no tener bien en claro qué es lo que efectivamente deseamos. Para mejor canalizar esta energía y recargar nuestras pilas diariamente, hay dos conceptos que nos ayudarán enormemente: la impecabilidad y la importancia personal.

Ser impecable implica erradicar las situaciones que consumen gran cantidad de nuestra energía, como por ejemplo, no tener un objetivo claro de qué queremos lograr, o permitir que la opinión o el juicio de otras personas nos influyan al punto de afectar nuestros patrones de comportamiento.

¿Cómo lograr ser impecable, sin que la energía se evapore en el camino? Una premisa básica que se aplica a cualquier fin que nos propongamos alcanzar es la importancia de tener una meta clara y definida.

Además, es necesario tratar de imaginarse el arribo a la meta: “¿Cómo te verás al cumplir tu objetivo? ¿Qué frases de aliento o de felicitación te dirás? ¿Qué sensación en particular te embargará?” Detallar todas estas variables resulta fundamental para individualizar el momento preciso de llegada al fin tan esperado.

La importancia personal suele provocar malos entendidos y situaciones incómodas que, nuevamente, atentan contra nuestro buen manejo de la energía, ya que la desperdiciamos en un esfuerzo denodado por tener razón para convencer al otro, en vez de, simplemente, escucharlo, tratar de comprender qué quiere decir con sus palabras, entablar una conexión, sopesar la respuesta que estamos recibiendo y apostar a una comunicación fluida, desde una posición más relajada.

La impecabilidad laboral

La otra vez en un congreso de universidades y empresas hablaban de lo importante que es fomentar en las empresas la cultura de la impecabilidad.

Ellos parten de la idea de que en una empresa, diariamente, se tejen redes de peticiones y compromisos. Procesos, rutinas de trabajo, políticas… todo el funcionamiento puede desmenuzarse como peticiones y compromisos.

Cuando estos están mal hechos o no se cumplen, las personas sufren estrés, enojo, frustración, desmotivación, etc. Y esto afecta a todos: empleados, clientes y proveedores. Cuando están bien hechos (o se cumplen), todo fluye y es más fácil.

Ser impecable básicamente significa cumplir con lo que uno se compromete o hacerse responsable de lo que uno no puede cumplir. Por ejemplo, si nos piden algo y decimos que lo haremos para determinado momento, cumplir. Si dijimos que íbamos a asistir en un determinado horario a una reunión, hacerlo. Y, en aquellos casos que no podemos cumplir, asumir la responsabilidad de decirlo y ver la forma de compensar al otro. Ser impecable no significa ser infalible o no poder fallar nunca. Eso pasará siempre. Ser impecable es gestionar el no cumplimiento.

Impecabilidad Verbal

Según cómo las utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Uno de los filos es el uso erróneo de las palabras y la intención detrás de ellas crea un infierno en vida. El otro es la impecabilidad de las palabras, que sólo engendrará belleza, amor y el cielo en la tierra.  La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Tú plantas una semilla, un pensamiento, y éste crece. Las palabras son como semillas, ¡y la mente humana es muy fértil! El único problema es que, con demasiada frecuencia, es fértil para las semillas del miedo. Durante nuestra domesticación, nuestros padres y hermanos expresaban sus opiniones sobre nosotros sin pensar. Nosotros nos creíamos lo que nos decían y vivíamos con el miedo que nos provocaban sus opiniones, como la de que no servíamos para nadar, para algo.

Ser impecable con tus palabras es no utilizarlas contra ti mismo. Si te veo en la calle y insulto, puede parecer que utilizo esa palabra contra ti, pero en realidad la utilizo contra mí mismo, porque tú me odiarás por ello y tu odio no será bueno para mí. Por lo tanto, si con mis palabras te envío todo mi veneno emocional, las estoy utilizando en mi contra.Ser impecable con tus palabras significa utilizar tu energía correctamente, en la dirección de la verdad y del amor. LLegar a este acuerdo es difícil, porque hemos aprendido a hacer precisamente todo lo contrario. Hemos aprendido a hacer de la mentira un hábito al comunicarnos con los demás, y aún más importante, al hablar con nosotros mismos. No somos impecables con nuestras palabras. El poder de las palabras se emplea de un modo totalmente erróneo. Las usamos para maldecir, para culpar, para reprochar, para destruir. También las utilizamos correctamente, por supuesto. Empleamos las palabras para propagar nuestro veneno personal: para expresar rabia, celos, envidia y odio. Planeamos vengarnos y creamos caos con las palabras. Las usamos para fomentar el odio entre las distintasn razas, entre diferentes personas, entre las familias, entre las naciones… Hacemos un mal uso de las palabras con gran frecuencia, y así es como creamos y perpetuamos el sueño del infierno. Con el uso erróneo de las palabras, nos perjudicamos los unos a los otros y nos mantenemos mutuamente en un estado de miedo y duda.

Dado que las palabras es una magia que poseemos los seres humanos y su uso equivocado es magia negra, utilizamos la magia negra constantemente sin tener la menor idea de ello. Las personas que nos quieren emplean magia negra con nosotros, pero no saben lo que hacen. Por ello debemos perdonarlos, porque no saben lo que hacen. Ejemplo: Te despiertas por la mañana sintiéndote muy contenta. Te sientes tan bien, que te pasas horas delante del espejo arreglándote. Entonces, una de tus mejores amigas te dice: “¿Qué te ha pasado? Estás horrorosa. Mira tu vestido; haces el ridículo”. Ya está; con eso es suficiente para enviarte a lo más profundo del infierno. Quizás esa amiga te hizo este comentario sólo para herirte, y lo consiguió. Te dio una opinión que llevaba tras ella todo el poder de sus palabras. Si aceptas esa opinión, se convierte en un acuerdo, y entonces tú misma pones todo tu poder en esa opinión, que se convierte en magia negra.

Los hechizos de este tipo son difíciles de romper. La única manera de deshacer un hechizo es llegar a un nuevo acuerdo que se base en la verdad. La verdad es el aspecto más importante del hecho de ser impecable con tus palabras. La espada tiene dos filos: en uno están las mentiras que crean la magia negra, y en el otro, está la verdad que tiene el poder de deshacer los hechizos. Sólo la verdad nos hará libres. Y la verdad nunca será una verdad a medias, sin contexto, utilizando la información que nos interesa y ocultando otra parte. Por eso por encima de razones, está la intención detrás de las palabras.

Considera las relaciones humanas diarias, e imagínate cuántas veces nos lanzamos hechizos los unos a los otros con nuestras palabras. Con el tiempo, esto se ha convertido en la peor forma de magia negra: son los chismes. El chismorreo es la magia negra de la peor clase, porque es puro veneno. Aprendimos a contar chismes por acuerdo. De niños, escuchábamos a los adultos que nos rodeaban chismorrear sin parar y expresar abiertamente su opinión sobre otras personas. Incluso opinaban sobre gente a la que no conocían. Mediante esas opiniones, transferían su veneno emocional, y nosotros aprendimos que esta era la manera normal de comunicarse. Contar chismes se ha convertido en la principal forma de comunicación en la sociedad humana. Es la manera que utilizamos para sentirnos cerca de otras personas, porque ver que alguien se siente tan mal como nosotros, nos hace sentir mejor. Hay una vieja expresión que dice: “A la miseria le gusta estar acompañada”, y la gente que sufre en el infierno no quiere estar sola. El miedo y el sufrimiento son un aspecto importante del sueño del planeta; son la razón de que ese sueño nos continúe reprimiendo.

Si hacemos una analogía y comparamos la mente humana con un ordenador, el chismorreo es comparable a un virus informático, que no es más que un programa escrito en el mismo lenguaje que los demás, pero con una intención dañina. Se introduce en el ordenador cuando menos te lo esperas, y en la mayoría de los casos, sin que ni siquiera te des cuenta. Una vez se ha introducido en él, tu ordenador no va demasiado bien o no funciona en absoluto, porque todo se lía y hay tal cantidad de mensajes contradictorios que resulta imposible obtener resultados satisfactorios.

El chismorreo entre los seres humanos funciona de la misma manera. Por ejemplo, empiezas un curso con un nuevo profesor; es algo que esperabas desde hace mucho tiempo. El primer día te encuentras con alguien que anteriormente asistió a ese curso y te dice: “¡Ese profesor es un pedante y un pelmazo! No tiene ni idea, y además, es un pervertido, de modo que ve con cuidado”. Las palabras de esa persona y las emociones que te transmitió cuando te hizo este comentario se te quedan inmediatamente grabadas; sin embargo, no eres consciente de qué motivos tenía para hacértelo. Quizás estaba enfadada por haber suspendido, o simplemente hacía suposiciones fundamentadas en el miedo y los prejuicios. Pero dado que has aprendido a ingerir información como un niño, parte de ti cree el chisme. Y en la clase, mientras el profesor habla, sientes que el veneno aparece en tu interior y te resulta imposible comprender que lo ves a través de los ojos de la persona que te fue con el chisme. Entonces, empiezas a hablar de ello con los otros integrantes del curso, hasta que acaban por ver al profesor del mismo modo: como un pelmazo y un pervertido. Realmente no soportas estar ahí, y pronto decides dejar de ir. Culpas al profesor, pero el culpable es el chisme. Un pequeño virus informático es capaz de generar un lío de este tipo. Una mínima información errónea puede estropear la comunicación entre las personas e infectar a todos aquellos que toca, que a su vez contagian a más gente.

Imagínate que cuando otras personas te cuentan chismes, introducen virus informáticos en tu mente que hacen que pienses cada vez con menor claridad. Después imagina que, en un esfuerzo por aclarar tu propia confusión y para aliviarte del veneno, tú también chismorreas y contagias estos virus a otras personas.

Ahora, imagínate que esta pauta prosigue en una cadena interminable entre todos los seres humanos de la Tierra. El resultado es un mundo lleno de personas acostumbradas a obtener información a través de circuitos que están obstruidos por un virus venenoso y contagioso. Una vez más, este virus es lo que los toltecas denominaron mitote el caos de miles de voces distintas que intentan hablar al mismo tiempo en la mente. Aún peores son los magos negros o “piratas informáticos”, que extienden el virus intencionadamente. Recuerda alguna ocasión en la que tú mismo (o alguien que conozcas) estabas furioso con otra persona y deseabas vengarte de ella. Para hacerlo, le dijiste algo con la intención de esparcir el veneno y conseguir que se sintiera mal consigo misma. De niños actuamos de este modo casi sin darnos cuenta, pero a medida que vamos creciendo, nuestros esfuerzos por desprestigiar a la gente son mucho más calculados. Entonces, nos mentimos a nosotros mismos y nos decimos que la persona en cuestión recibió un justo castigo por su maldad. Cuando contemplamos el mundo a través de un virus informático, resulta fácil justificar incluso el comportamiento más cruel. No somos conscientes de que el mal uso de nuestras palabras nos hace caer más profundamente en el infierno.

Durante años, las palabras de los demás nos han transmitido chismes y nos han lanzado hechizos, pero lo mismo ha hecho la manera en que utilizamos las palabras con nosotros mismos. Nos hablamos constantemente, y la mayor parte del tiempo decimos cosas como: “Estoy gordo. Soy feo. Me hago viejo.

No entiendo nada. Nunca seré lo suficientemente bueno. Nunca seré perfecto”. Es necesario que empecemos a comprender lo que son las palabras y lo que hacen. Si entiendes lo de Sé impecable con tus palabrasverás cuántos cambios ocurren en tu vida. En primer lugar, cambios en tu manera de tratarte y en tu forma de tratar a otras personas, especialmente aquellas a las que más quieres. Piensa en las innumerables veces que has explicado chismes sobre el ser que más amas para conseguir que otras personas apoyasen tu punto de vista. ¿Cuántas veces has captado la atención de otras personas y has esparcido veneno sobre un ser amado para hacer que tu opinión pareciese correcta? Tu opinión no es más que tu punto de vista, y no tiene por qué ser necesariamente verdad. Tu opinión proviene de tus creencias, de tu ego y de tu propio sueño. Creamos todo ese veneno y lo esparcimos entre otras personas sólo para sentir que nuestro punto de vista es correcto.

Si adoptamos este acuerdo y somos impecables con nuestras palabras, cualquier veneno emocional acabará por desaparecer de nuestra mente y dejaremos de transmitirlo en nuestras relaciones personales, incluso con nuestro perro o gato. La impecabilidad de tus palabras también te proporcionará inmunidad frente a cualquier persona que te lance un hechizo. Solamente recibirás una idea negativa si tu mente es un campo fértil para ella. Cuando eres impecable con tus palabras, tu mente deja de ser un campo fértil para las palabras que surgen de la mala intención, pero sí lo es para las que surgen del amor. Puedes medir la impecabilidad de tus palabras a partir de tu nivel de autoestima. La cantidad de amor que sientes por ti es directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras.

Ahora mismo estoy plantando una semilla en tu mente. Que crezca o no, dependerá de lo fértil que sea tu mente para recibir las semillas del amor. Tú decides si llegas o no a establecer este acuerdo contigo mismo: Soy impecable con mis palabrasNutre esta semilla, y a medida que crezca en tu mente, generará más semillas de amor que reemplazarán a las del miedo. Este es el  acuerdo al que debes llegar si quieres ser libre, ser feliz y trascender el nivel de existencia del infierno. Es muy poderoso. Utiliza tus palabras apropiadamente. Empléalas para compartir tu amor. Usa la magia blanca. Es posible. Lo es porque yo mismo lo hice y no soy mejor que tú. Somos exactamente iguales. También tú puedes hacerlo. Si yo soy impecable con mis palabras, ¿por qué no tú? La impecabilidad de tus palabras te ayudará a llegar a la libertad personal, a trascender el sueño del miedo y llevar una vida diferente. impecable con tus palabras(D.M. Ruiz)

Fuentes: Prácticos de Jaime. Valor de Ser.