El lado oculto del lenguaje.

Me interesa el tema de la escucha, no sólo porque es fundamental para el coach profesional, sino porque es clave para toda persona en tanto que necesita contactarse de manera sana y funcional con todos los demás, en la pareja, la familia, el trabajo, los estudios, y en la sociedad en general.

La comunicación humana tiene dos facetas: hablar y escuchar. Generalmente se piensa que es más importante el hablar. No es así. También se piensa que la escucha es pasiva, en tanto que el habla es activa. Tampoco es así. Sostengo que escuchar es al menos tan importante como hablar, porque ambas fases de la comunicación interpersonal nos permiten un contacto genuino con los demás. También sostengo que la escucha es activa, y esta actividad de la escucha se manifiesta cuando hacemos breves preguntas al que habla, para garantizar que estamos entendiendo lo que el otro quiere decir.

En mi práctica profesional de Coaching, empleo el método de la No-directividad, guiándome por el modelo G.R.O.W. La No-directividad consiste en privilegiar la centralidad y el protagonismo del cliente, y no los del coach, de modo que la escucha del coach es “ingenua”, es decir, deliberadamente decido poner en suspenso mis juicios, decido no interpretar lo que el cliente dice o quiere decir. La ingenuidad de mi escucha me lleva a chequear permanentemente las afirmaciones y declaraciones de mi cliente. Permanentemente pregunto: “¿Qué quieres decir cuando afirmas . . . [eso que dijiste]?” Yo no soy el que sé, el que sabe es mi cliente.

Las razones por las cuales creo que este es el mejor método en las conversaciones de Coaching, son dos. En primer lugar, estoy convencido de que el cliente merece todo mi respeto; y no escuchar verdaderamente al cliente (sin proyectar en él mis interpretaciones) es faltarle el respeto, como sostiene Rafael Echeverría. En segundo lugar, a través del Coaching el cliente necesita sacar sus propias conclusiones, necesita tener su propio darse cuenta, necesita clarificar su mente y su mundo interior; si yo diagnostico lo que le pasa, o si le digo qué debe hacer, no estoy haciendo Coaching. Hay casos en que las personas necesitan un diagnóstico, y también otros necesitan que les digamos qué hacer, pero es tarea de terapeutas y de instructores, respectivamente, y no corresponde a la distinciónCoaching”.

Me parece interesante leer críticamente lo que dice Rafael Echeverría acerca del escuchar: “Las personas están empezando a aceptar que escuchan mal” (Ontología del Lenguaje, 141).

Agrega Echeverría: “Comúnmente no nos preocupamos siquiera de verificar si el sentido que nosotros damos a lo que escuchamos corresponde a aquel que le da la persona que habla” (145). Creo que aquí está la clave del problema de la escucha interpretativa en el proceso de Coaching: ésta no escucha lo que el cliente quiere expresar, no escucha el sentido que está en la mente del que habla, sino que escucha lo que el “experto” (el coach) cree que el cliente quiso decir, el coach escucha entre líneas, no escucha lo que el cliente dijo, sino lo que él supone que dijo.

Veamos cómo lo explica Echeverría: “Examinemos algunos ejemplos. Si pregunto a un cliente, ‘¿Puedo llamarlo la próxima semana para continuar esta conversación?’ y él replica ‘De acuerdo’, yo bien podría escuchar, ‘Él está interesado en mi producto’. Si pregunto a Emilia, ‘¿Qué vas a hacer la noche de Año Nuevo?’ y ella responde, ‘Me quedaré en casa’, yo podría escuchar ‘Emilia quiere eludir las tensiones que le producen las actividades sociales’. Si mi hijo me pregunta, ‘Papá, ¿me puedes dar cincuenta dólares?’, yo podría escuchar, ‘Está planeando salir con su novia’ ” (Ontología del Lenguaje, 149).

“Obviamente –reconoce Echeverría— esto no fue lo que se dijo; pero sí fue lo que yo escuché. . . . En todos estos ejemplos, lo que escuchamos simplemente no fue dicho, pero no por eso implica que escuchamos mal. Por el contrario, podríamos estar escuchando en forma bastante efectiva. Postulamos que esta parte del escuchar, que va más allá del hablar, es un aspecto primordial del escuchar efectivo” (149-150). Es en este punto donde discrepo con Echeverría. Es más, creo que este autor se contradice a sí mismo en el capítulo V de su libro Ontología del Lenguaje, sobre la escucha (Ontología del Lenguaje [Ed. Granica: 2007], cap. 5).

¿Cómo llega Echeverría a sus conclusiones con respecto a la escucha interpretativa, es decir, cómo sostiene la validez de escuchar lo que no se dijo? Su fundamento es que distingue dos formas de ser como humanos: el “ser ontológico” y la “persona” (174).

¿Qué es el “ser ontológico”? Todos los seres humanos, dice Echeverría, “compartimos una forma común de ser y, a este respecto, todo otro es como nosotros” . . . “Compartimos una forma común de ser con la persona que nos está hablando” (174), y “a partir de este terreno común es que interpretamos al otro, que fabricamos nuestras historias acerca de las acciones que los otros realizan” (175).

¿Y qué es ser “persona”? Significa que ningún otro es como nosotros. “El acto de escuchar está basado en el respeto mutuo, en aceptar que los otros son diferentes de nosotros, que en tal diferencia son legítimos y en la aceptación de su capacidad de tomar acciones en forma autónoma de nosotros. El respeto mutuo es esencial para poder escuchar. Sin la aceptación del otro como diferente, legítimo y autónomo, el escuchar no puede ocurrir. Si ello no está presente sólo podemos proyectar en los otros nuestra propia manera de ser [nuestro ser ontológico]” (169-170).

La pregunta que nos hacemos es: ¿a quién escucha el coach cuando su cliente le habla?, ¿a un “ser ontológico” o a una “persona”?, es decir, ¿qué es lo decisivo, lo que el otro tiene en común conmigo o lo que lo diferencia y lo hace ser legítimamente otro? Y a propósito, ¿a quién escucha Ud. cuando su pareja, su madre, su hijo le habla? ¿a quién escucha cuando habla su jefe o su colaborador, o su socio? Hay dos opciones: que Ud. interprete al otro proyectando en él su propia manera de ser y pensar, o que Ud. acepte que el otro es diferente de Ud. y que, como tal, tiene derecho a ser escuchado verdaderamente.

Desde el punto de vista del Coaching no-directivo (Europeo, o Humanista), postulamos que el coach debe escuchara a la “persona”, a ese otro que es diferente y nos puede sorprender con sus diferencias. Para eso, el coach debe suspender sus interpretaciones –lo que en la Fenomenología significa hacer epojé— y abrirse a una escucha “tonta”, “ingenua”, que refleja o espeja exactamente lo que el otro dice. Esto requiere de una escucha muy atenta. Además, esa escucha debe ser activa: el coach pregunta –sin sacar al cliente del tema que está exponiendo— para asegurarse de que “el sentido que le da a lo que escucha corresponde a aquel que le da la persona que habla”.

Tanto para hablar como para escuchar hace falta una “apertura”: hacer accesible nuestra alma ante el otro, y acoger, recibir el alma del otro (170).

Esta es la esencia del Coaching No-directivo, y en este punto se produce una diferencia decisiva con el Coaching Ontológico, (lo que sin embargo, a mi juicio, no es razón para creer que la línea Ontológica del Coaching y la línea No-Directiva no se puedan llegar a complementar dialécticamente).

Cuando escuchamos hablar a una “persona” no sólo oímos los sonidos que salen de su boca sino que interpretamos esos sonidos para darles el sentido de palabras, oraciones coherentes, idioma. Pero nuestra interpretación no debe ir más allá. Después de todo, nuestras interpretaciones no son “la verdad” sino sólo nuestros juicios. Postulamos desde el Coaching No-Directivo que no debemos interpretar el sentido que le da a sus expresiones la persona que habla. Tanto el sentido como las intenciones y los propósitos del discurso son de aquella persona que habla. Y la tarea del que escucha es escuchar el sentido, las intenciones y los propósitos del que habla, escuchar “su verdad”. De lo contrario, no lo estaremos respetando. Podríamos estar tergiversándolo e incluso, a veces, manipulándolo.

¿Estás dispuesto a aprender a escuchar al otro? Puede llegar a ser delicioso, y puede llegar a enriquecer tu propio mundo personal. Y lo más importante a mi juicio: llegarás a ser un coach efectivo y útil para tu cliente, ayudándole a tomar conciencia de su propio yo, a través de un proceso de “auto descubrimiento”, lo cual es la esencia del Coaching.

 

ESPINOSA, E., «El escuchar: El lado oculto del lenguaje» [en línea], International Non Directive Coaching Society, 2015. [fecha de consulta DÍA de MES de AÑO]. Disponible en http://www.internationalcoachingsociety.com/el-escuchar-el-lado-oculto-del-lenguaje