A lo largo de la historia del cristianismo han surgido diversas corrientes y movimientos que, en su interpretación teológica, rechazan la doctrina trinitaria clásica y, en consecuencia, no reconocen al Espíritu Santo como una persona con entidad propia, sino más bien como la manifestación, poder o fuerza activa de Dios.

A continuación se enlistan y describen algunas de las principales corrientes:

  1. Testigos de Jehová
    • Posición: Rechazan la doctrina de la Trinidad y sostienen que Dios es una sola persona, Jehová. Para ellos, el Espíritu Santo no es una entidad personal, sino la fuerza activa mediante la cual Jehová lleva a cabo sus propósitos.
    • Implicaciones: Esta visión enfatiza la unicidad absoluta de Dios y evita atribuirle características personales al Espíritu.
  2. Pentecostales de Unidad (Oneness Pentecostals)
    • Posición: Aunque se autodenominan “pentecostales”, rechazan la idea de tres personas en un solo Dios. En su teología, Dios se manifiesta en diferentes modos o “apariencias” (por ejemplo, como Padre, Hijo o Espíritu) en lugar de ser tres personas distintas.
    • Implicaciones: En este marco, el Espíritu Santo se entiende como una forma de manifestación del poder divino, no como una personalidad independiente.
  3. Christadelphians
    • Posición: Este grupo, que se formó en el siglo XIX, adopta una postura no trinitaria. Sostienen que el Espíritu Santo representa el poder o la energía de Dios, en lugar de un ser personal, y destacan la identidad única de Jehová.
    • Implicaciones: Se subraya la dirección divina y la acción del poder de Dios en la creación y redención, sin necesidad de postular un Espíritu con voluntad o emociones.
  4. Unitarios (Cristianos Unitarios o Unitarismo Cristiano)
    • Posición: En esta tradición se rechaza la doctrina de la Trinidad. Los unitarios tienden a concebir a Dios como una sola persona y a interpretar al Espíritu Santo como la influencia o acción de Dios en el mundo, más que como un sujeto con personalidad.
    • Implicaciones: Esta visión favorece una interpretación estricta de la unicidad de Dios, en la que cualquier manifestación divina (incluido lo que se llama Espíritu) es una extensión de la actividad de Dios.
  5. La Ciencia Cristiana (Christian Science)
    • Posición: Aunque su sistema teológico es único y difiere en muchos aspectos de la teología tradicional, la Ciencia Cristiana enseña una concepción de Dios en la que el Espíritu se entiende como un principio o fuerza vital de la Divinidad, más que como una persona separada.
    • Implicaciones: Se enfatiza la idea de que la divinidad es inmaterial y unificadora, evitando una división en “personas” dentro del Dios que se manifiesta a la creación.
  6. Grupos Derivados o Disidentes del Movimiento Adventista
    • Posición: Si bien la mayoría de los Adventistas del Séptimo Día son trinitarios, a lo largo de su historia han surgido algunas corrientes o desprendimientos que adoptan una interpretación no trinitaria. En estos casos, el Espíritu Santo es visto más bien como la fuerza operativa de Dios que impulsa la obra redentora, en oposición a tratarlo como una persona con atributos relacionales y emocionales.
    • Implicaciones: Esta postura permite enfatizar la soberanía y unidad exclusiva de Jehová, alineándose con un monoteísmo estricto.
  7. Corrientes Históricas Arianas y Socinianas
    • Posición: Durante los primeros siglos de controversia teológica (especialmente en el contexto de las disputas sobre la divinidad de Cristo y la naturaleza del Espíritu), surgieron movimientos como el arianismo y el socinianismo. Aunque su preocupación se centró principalmente en la deidad del Hijo, muchas de estas corrientes también tendieron a minimizar o negar la plena personalidad del Espíritu Santo, viéndolo como un poder emanado de Dios.
    • Implicaciones: Estas posturas históricas influyeron en algunas corrientes modernas no trinitarias y han contribuido a la visión de un Dios unitario en el que el “Espírituconstituye la actividad divina y no una entidad consciente e independiente.

Cada una de estas corrientes tiene razones teológicas, exegéticas e históricas que respaldan su interpretación del Espíritu Santo como una fuerza o manifestación del poder divino y no como una persona con entidad propia. Esta diversidad de interpretaciones refleja la riqueza y complejidad del pensamiento cristiano a lo largo del tiempo, y aunque todas se sitúan dentro del espectro del cristianismo, difieren significativamente en cómo entienden la naturaleza de Dios y su activa obra en el mundo.