Infección de la piel superpuesta con zonas rojas que puede aparecer en el adulto como en el niño. Soy una persona hipersensible. No aprendí a amarme y, al temer estar herido, vivo mucho en función de lo que los demás esperan de mí. Tengo miedo de estar abandonado. Si tengo eczema, ya viví una situación de separación muy intensa. Ésta pudo incluso ocurrir cuando estaba en el vientre de mi madre. En mi vida, tendré tendencia a volver a crear situaciones en que me sentiré separado, particularmente de la gente a quien amo.

El eczema “afectando” la piel, lo que a mí me falta, incluso inconscientemente, es el contacto, el tacto de la persona antes de la separación, que ahora perdí o que sólo tengo raras veces. Es pues mi piel que hacía contacto con el otro y, al habérseme quitado este contacto, mi piel expresa su necesidad de estar tocada, bajo forma de eczema. Esto me lleva a aislarme, a retirarme y a despreciarme. Me olvido constantemente en detrimento de los demás. Concedo mucha importancia a lo que la gente puede pensar de mí o al modo en que me perciben. La imagen que proyecto es muy importante. Tengo dificultad en ser yo.

No saber a dónde me lleva mi destino me crea mucha inquietud y entonces, me gana la ansiedad. Paso de la desesperación a la rebelión o a la ira. Esta desesperación que “incuba” irrumpirá” por olas. Todos estos factores reunidos me llevan a vivir una frustración e irritación. Si bien intento complacer a todo el mundo, olvido tener en consideración mis propias necesidades; todo esto para hacerme amar por los demás. Actúo en función de las esperas de los demás en vez de hacer lo que a mí me gusta. Rechazo a quien soy yo. No me amo como soy, por lo tanto el hecho que la piel que es aparente y que toda la gente puede ver, esté en mal estado, incluso “fea”, confirmará en lo físico cómo me percibo interiormente.

Cuanto más me rechazo, más atraigo gente alrededor de mí que me darán la sensación de rechazarme; mi miedo del rechazo se manifestará! Esto me lleva a “emprender la retirada” y a cortarme de la realidad exterior aunque, para mis adentros, lo que deseo es acercarme a la gente. Así puedo estar “irritada” emocionalmente son que esté consciente. Con la eczema voy a erigir una barrera física entre yo y los demás para protegerme y evitar sentirme amenazado o herido. Sin embargo, en el caso de un bebé, voy a desarrollar una costra de leche porque necesito más calor humano y contacto físico con la gente a quien amo.


Sintiéndome “aislado”, manifestaré eczema para acercarme a los demás. Necesito amor y atención. En el caso de un niño, mi necesidad de estar tocado se manifiesta con el de tener un contacto piel con piel (en el sentido literal del término) con una persona que me ama y no un contacto en el cual habría una manta o prendas que impedirían este contacto físico. Sea yo un adulto o un niño, esta costra representa lo que debo soltar para por fin volverme yo, este yo escondido desde hace tanto tiempo. Debo dejar ciertas actitudes, ciertos esquemas mentales para desprenderme de mi pasado y concentrarme sobre las acciones por tomar para realizar mi potencial. Debo aceptarme tal como soy y amarme. LO QUE A MI NO ME DOY, NO PUEDE SERME DADO, TAL ES LA LEY DE LA RECIPROCIDAD. Identifico pues mis necesidades reales y actúo en función de éstas. Aprendo a vivir plenamente el instante presente, sabiendo que cada gesto que hago hoy forma mi mañana. Adelanto en la vida con confianza.