Del griego dermos ‘piel’, e -itis ‘inflamación’ es cualquier inflamación de la piel con afectación dermoepidérmica.

Inflamación de mi piel. Es la parte de mí ser que toma contacto en primero con el universo y por consiguiente, refleja varios de mis miedos y de mis inseguridades interiores. Una inflamación es una irritación reprimida que intenta expresarse. Este enfado puede ser hacía mí- mismo como hacía los demás.

La dermatitis es un modo de reaccionar si alguien “se resbala” debajo de mi piel, me trastorna, me molesta o si una situación me causa frustración.

Pone en evidencia una necesidad de contacto físico (habitualmente por el tacto) que pide estar colmada o la necesidad de evitar un contacto que me está impuesto y que rechazo.

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Teniendo la dificultad o no atreviéndome a decir a la otra persona que pare, mi piel “hierve” de ira, o al contrario, puedo tener dificultad en manifestar mi necesidad de contacto humano, caricias, etc. Lo importante es respetar mis necesidades, participarlas a las personas interesadas y la dermatitis podrá desaparecer naturalmente.

Los patrones de la inflamación son muy variados, por lo que recibe diversas denominaciones como eccematosa, psoriasiforme, liquenoide, herpetiforme, etc.

Su forma de presentación puede ser: aguda, subaguda o crónica. Y el grado de afectación puede variar desde generalizada (por todo el cuerpo) hasta mínima (pequeñas zonas afectadas).

Según su forma de presentación y características clínica hay los siguientes tipos de dermatitis:

Dermatitis simple o erupción cutánea

Dermatitis atópica o eccema atópico

Dermatitis de contacto

Dermatitis seborreica o seborrea

Dermatitis herpetiforme o enfermedad de Duhring-Brocq

Dermatitis de Berloque