Si hay un valor que cobra múltiples significados en nuestra dinámica sociedad, es la aclamada Decencia.

Para interpretarlo en forma precisa propongo ir a su raíz en latín dencentia que significa «cualidad del que es apropiado». Con los siguientes componentes léxicos: decere (ser apropiado), -nt- (sufijo que indica agente, el que hace la acción), más el sufijo -ia (cualidad). V

Dice el chiste que «decente» viene «de centavos», gente con dinero. En realidad decente viene del latín decens, decentis, a través de su acusativo decente(m), y significa conveniente, apropiado, adecuado.

La palabra decens es el participio de presente del verbo latín decere que quiere decir «ser apropiado». Este verbo es vinculado con la raíz indoeuropea *dek- (tomar, aceptar), que comparte con δοξα (doxa = opinión, alabanza, gloria) en griego y de ahí las palabras dogma, paradoja, ortodoxo y doxología.

¿A que cualidad se asociaba este término a principios del siglo XX?

En el tomo 17 de la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana (Espasa), cuya publicación fue anterior a 1938,  nos habla de la cualidad de un ser humano para acatar las normas sociales de convivencia y las  buenas costumbres, como camino para la construcción de la dignidad y honorabilidad.

La decencia, en esos tiempos, solía asociarse a la desnudez o a la provocación sexual. Un ejemplo común de persona indecente era aquélla que se mostraba sin ropa o con vestimenta inadecuada en público y mantiendo una actitud provocativa más allá de la intimidad.

Al tratarse de una noción algo abstracta, resultaba muy complicado explicarle a un niño qué era la decencia e instruirlo al respecto. Los psicólogos afirmaban que debía enseñarse en todo momento a partir del ejemplo propio, tanto en conversaciones como en los gestos, las actitudes y haciendo incapié en la vestimenta. Naturalmente se trabajaba en la difusión de este valor, ya que se consideraba que los pequeños, no tenían conciencia sobre las consecuencias de un comportamiento indecente.
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En la Actualidad

Con los años la naturaleza racional de las personas fue cambiando y lo que antes era central hoy pasó a segundo plano. Nos despedimos de las etiquetas y de muchas normas, que hoy ya ni se respetan en las escuelas públicas.

Así es como (a mi manera de ver) decencia, pasó de significar honor, recato, pudor, pureza, respeto, compostura, reverencia, honestidad, decoro, aseo y vergüenza a: integridad, virtud, ética, honorabilidad, respetabilidad, nobleza, dignidad, honra, estimación e impecabilidad.

Parte de la complejidad de este concepto reside en el contexto y las circunstancias; por ejemplo, la acción de robar no siempre se mira con los mismos ojos, ya que si bien se considera indecente quien toma el dinero ajeno por mera codicia, quien lo hace para dar de comer a su familia recibe un juicio compasivo. No todos comparten esta visión, y existen límites para la doble interpretación: matar en defensa propia es aceptable, pero abusarse sexualmente de alguien o torturarlo durante meses en un cuarto oscuro, no.

Así y todo, la decencia es uno de los valores centrales para darnos a respetar que desarrollamos en nuestros entrenamientos de nivel básico, con el fin de edificar conductas resilientes.
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¿Qué significa tener un trabajo decente hoy en día?

¿Qué tipo de decencia reclaman los empleados por parte de las organizaciones y viceversa? Veamos la siguiente conversación sobre un restaurant que busca de camarero…

En periodos en los que la tasa de paro o desempleo es elevada, la principal aspiración es conservar el trabajo, lo que implica que se acepten condiciones de trabajo que no son siempre satisfactorias, ya sea en forma de salarios bajos, horarios extendidos o medios escasos.

Conseguir un trabajo decente se convierte en una aspiración común en tiempos de incertidumbre, y las instituciones, conscientes de que los empleos precarios son perjudiciales para los trabajadores y la productividad abogan por mejorar esta situación. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha establecido que la promoción del trabajo decente para todos es uno de los objetivos de desarrollo sostenible adoptado por 193 países en las Naciones Unidas en 2015, pero sus intenciones no se ven ratificadas por la realidad.

Además, como ocurre habitualmente con los conceptos, es mucho más fácil establecerlos que dotarlos de contenido y materializarlos. El estudio What makes for decent work?, realizado por Oxfam y la Universidad del Oeste de Escocia en colaboración con la Universidad de Warwick, ha intentado definir qué es el “trabajo decente” analizando su significado para 1.500 personas empleadas en sectores con bajos salarios, como la asistencia social, la hostelería o la limpieza. La investigación se realizó en Escocia entre octubre de 2015 y febrero de 2016.

Cinco factores clave

Los resultados reflejan el elevado grado de consenso en lo que se refiere a la definición del concepto. De los 26 factores identificados como importantes para el trabajo decente, hubo cinco que los entrevistados señalaron especialmente.

El primero de ellos es recibir un salario que sea suficiente para cubrir necesidades básicas, como la alimentación, la vivienda y los gastos derivados (calefacción, luz, agua, etc.) pero también para poder participar en la sociedad, afirmación que se refiere a disponer de los ingresos necesarios para poder comer ocasionalmente fuera de casa o ahorrar para cuando los tiempos sean peores. Una de las trabajadoras preguntadas para el estudio lo definía así: “Puedo pagar mis gastos, pero de pronto tienes que comprar el abono transporte y ya no te llega. Mi prima cumple 40 años a finales de este mes, y para mí es un problema, porque es un gasto extra que no sé cómo voy a poder cubrir”.

La seguridad es el segundo aspecto más valorado a la hora de definir un trabajo decente. Los empleos en los que la relación laboral se establece a través de contratos diarios sucesivamente renovados, o que requieren trabajadores discontinuos, más frecuentes desde la crisis, provocan que el descontento entre los empleados sea cada vez mayor.

El tercero, ligado con el anterior, es la aspiración de contar con vacaciones pagadas y con bajas por enfermedad. “En mi anterior empleo nunca me pagaban las vacaciones. El contrato que tenía permitía que me llamaran para trabajar solo cuando les hacía falta, con lo que no tenía vacaciones”, explica una madre soltera entrevistada para el estudio. Una empleada en un call center describe algo similar: “Llevo trabajando tres días de Navidad seguidos. Siempre éramos las mismas personas las elegidas para estar en el puesto de trabajo esos días”.

El cuarto aspecto que más se valora es la seguridad y la toxicidad. No se trata solo de que existan medidas suficientes de protección si el empleo incluye riesgos físicos, sino que se tienen muy en cuenta los aspectos psicosociales. Las experiencias negativas de los trabajadores entrevistados, respecto de empleos en los que abunda el maltrato y las malas condiciones de trabajo son frecuentes. Vea el ejemplo: “La semana pasada hubo tormentas, había goteras en el techo y el agua caía en los ordenadores, generando graves problemas. Lo que hicieron fue simplemente desenchufarlos y poner un cubo para recoger el agua”.

La última de las preferencias subraya la necesidad de sentirse apoyados por la empresa, lo cual incluye aspectos como que el jefe sea agradecido cuando se realiza un buen trabajo, que comprenda sus necesidades personales, tanto en el puesto de trabajo como en la vida privada, que emane respeto, que sepa reconocer el esfuerzo y que sepa comunicar lo que precisa. Pero esto no es frecuente: “A veces ha ocurrido que después de hacer mi jornada, voy a casa un par de horas y regreso para trabajar otras tres porque no hay suficiente personal. Y nadie ha apreciado eso. Estaría bien que alguien se acercase y diera las gracias”.

Los resultados del estudio

Se conformaron a través de entrevistas, encuestas y de grupos de discusión, muestran cómo algunas claves se repiten con demasiada frecuencia. Cuando se aspira a un trabajo decente es porque no se tiene, y muchas de las personas que participaron en la investigación carecían de él.

Ninguno de los factores que priorizaron los encuestados en sus respuestas, avisa el estudio, constituye una exigencia excesiva, sino que todos ellos entran dentro de lo razonable. Y esto es algo, concluye, que debería cambiarse. La seguridad, los objetivos y las recompensas que genera el trabajo es algo que se ha cambiado en las últimas décadas, pero no siempre a mejor.

Compilado por el Dr Fabián Sorrentino de las siguientes Fuentes: Wikipedia, Etimologías de Chile, Definiciones DE y Diario la Vanguardia.