Ser daltoniano, es ver el mundo sin sus colores, grisáceo e indiferenciado. Puede suceder que sólo sean colores precisos los que no pueda ver. Entonces me puedo preguntar en cual situación de mi vida conocí un inmenso estrés y que hacía referencia a este color o a estos colores que no puedo discernir.

Por ejemplo, si no puedo ver el rojo, quizás de joven estuve a punto de morir porque un tren rojo se dirigía contra mí.

Ahora asociado a un alto nivel de estrés y simbolizando la muerte que me espera, inconscientemente ya no quisiera ver el rojo. Si no puedo distinguir ningún color, se puede aplicar el mismo principio. También un día, puedo haber decidido no “soñar en colores” para evitar estar decepcionado.

Ya que nuestros sueños de hoy crean la realidad de mañana, voy a dejar de ver los colores en mi vida diaria. A partir de ahora voy a decidir los colores, dejar sitio a mi imaginación. Imagino el rosa, el verde, el azul. Como un artista, decido la mezcla de colores. Me impregno de esta unidad que me ofrece el mundo. Dejo libre curso a mi fantasía, expreso mi alegría de vivir de mil y un modos.