El cuello (del latín Collum) es el área de transición entre el cráneo —por arriba—, el tronco y las extremidades superiores —por debajo—. Funciona como un conducto para las estructuras que circulan entre ellos, además de contener estructuras especializadas tales como la laringe, la tráquea, el esófago y las glándula tiroides y paratiroides. Para facilitar la flexibilidad y potenciar la eficacia de los órganos sensoriales que se encuentran en la cabeza, el cuello presenta una estructura relativamente delgada.

Las estructuras contenidas en el cuello (tanto en el hombre como en el animal) son vulnerables a heridas de diversa índole, ya que el cuello no les ofrece protección ósea —con excepción de la médula espinal, la que está contenida dentro del canal cervical—. La irrigación sanguínea está dada principalmente por las arterias carótidas y el drenaje venoso por las venas yugulares —externa, interna y anterior—.

Algunas lesiones en el cuello son subsanadas con el uso de un collarín.

En Busca de una Interpretación Psicológica.
Dice Lise Bourbeau en su libro «Obedece a Tu Cuerpo, Amate»:
El cuello es una parte muy importante del cuerpo que une la cabeza al resto del organismo y, en el sentido metafísico, el cuerpo espiritual con el material. El dolor de cuello se manifiesta cuando la persona mueve la cabeza en cierta dirección. Si la rigidez es intensa, véase torticolis.
Como el cuello es una de las partes flexibles del cuerpo, todo problema en él denota inflexibilidad en la persona que lo padece. Esta persona no quiere hacer frente a una situación porque no la puede controlar como quisiera. Tiene miedo de ver o de escuchar lo que pasa a su espalda, del mismo modo en que la rigidez en su cuello le impide girar la cabeza hacia atrás. Hace como que la situación no le molesta, pero en realidad siente muchas emociones.
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La presencia de este padecimiento te indica que la razón por la cual no quieres hacer frente a la situación no es buena para ti. Esta actitud mental te lleva a ponerte rígido y no te ayuda a encontrar una solución. Si tienes miedo de lo que pueda pasar a tus espaldas, date cuenta de que este temor es producto de tu imaginación y no de la realidad. Te sugiero que hables con la persona o personas involucradas y las expreses al mismo tiempo lo que crees y lo que temes.

Para más datos, observa si la rigidez de tu cuello te impide mover la cabeza para decir sí o no. Si te es difícil moverla para decir sí, la razón por la cual te impides decírselo a alguien o a una situación dada no es válida. Descubre el temor que te impide decir sí. Te sugiero que después verifiques con la persona relacionada si tu temor está justificado realmente. En resumen, si el dolor te impide decir sí, tu cuerpo te dice que lo mejor para ti es decir sí. Te dice que tu terquedad, tu inflexibilidad, te perjudica mucho más de lo que te ayuda en la situación que vives. Si lo que se te dificulta es decir no, sigue el mismo procedimiento.

El cuello es la parte del cuerpo que soporta la cabeza. Este nexo entre el cuerpo y la mente es también el puente que permite a la vida manifestarse, es la expresión viva, el que autoriza el movimiento más fundamental. Representa la flexibilidad, la adaptabilidad y la dirección anticipada. Es multi – direccional y amplia mi visión exterior del universo. Lo puedo ver todo alrededor mío y, gracias a la flexibilidad de mi cuello, puedo mirar una situación bajo todos los ángulos (delante, atrás…). Mi punto de vista se vuelve más objetivo. Un cuello en buena salud me permite tomar las mejores decisiones. Todo lo que da la vida pasa por el cuello: el aire, el agua, los alimentos, las circulaciones sanguínea y nerviosa. Une la cabeza con el cuerpo y permite la libre expresión de sí, la palabra viva (voz) y el amor. El cuello separa pues lo abstracto de lo concreto, lo material de lo espiritual. Es importante mantener mi cuello en buena salud porque me permite ver lo que me rodea con una menta abierta, dejando de lado cualquier forma de obstinación y estrechez mental (cuello rígido). Ya que la garganta se sitúa en el nivel del cuello, si tengo dificultad en tragar mis emociones, si las “reprimo”, esto puede crear una tensión en el nivel de mi cuello en donde se halla el centro de energía de la comunicación. Al corresponder el cuello a la concepción, también representa mi sentimiento de pertenencia, mi derecho de estar en esta tierra, dándome así un sentimiento de seguridad y de plenitud.

Tortìcolis
La tortícolis es un síndrome, agudo o crónico, caracterizado por una inclinación de la cabeza sobre el cuello, que ocasiona una postura defectuosa, involuntaria, permanente o intermitente y, en general, dolorosa. Véase dolor en el cuello, agregando que es interesante señalar que en la descripción médica se dice que la tortícolis ocasiona una postura viciosa (esta palabra aquí significa tener una mala inclinación). Es posible que la persona que sufre de tortícolis se sienta prisionera en un círculo vicioso, es decir, en una situación en la cual se siente encerrada. Le resulta difícil vivir su momento presente.
Si el dolor le impide decir “no» con la cabeza, ello significa que esta persona desea profundamente decirle “no» a alguien o a algo, pero no se lo permite. Si el dolor le impide decir “SÍ”, quisiera decirle “SÍ” a una persona o a una situación. La persona que padece tortícolis adoptó una mala inclinación y debe rectificar, generalmente, corrigiendo.

El tortícolis demuestra, entre otras cosas, que vivo inseguridad. Tengo resistencias en ver todas las facetas de situaciones que estoy viviendo. Mis músculos del cuello se contraen, mi cuello se pone rígido y no consigo girar la cabeza. Mi inflexibilidad me impide apreciar la ayuda que desean traerme y que ayudaría a hacer evolucionar las cosas que me parecen difíciles. Prefiero mantener la cabeza derecha y asociar mi mal a un “enfriamiento”. Tengo interés en tomar consciencia de que esta frialdad más bien afectó mi corazón, provocando así un bloqueo de energía. Puedo también intentar huir de una situación incómoda que me pide afirmarme y tomar posición. También es importante que me pare para constatar en cuál dirección rechazo mirar o cuál es la cosa que me obstino en mirar, decir o hacer y que me “beneficia”… Si aceptase abrirme a un nuevo modo de ver las cosas o a nuevas ideas, mi vida sería quizás muy mejorada y mi torticolis desaparecería. ¿Quizás haya una persona, una cosa o una situación que quisiera y que, al mismo tiempo, no quisiera mirar a causa de mi timidez, mi vergüenza o mi sentido moral que es muy fuerte? Si la rigidez impide que mi cabeza gire de izquierda a derecha, puedo preguntarme si sé a quién o a qué me niego a decir “no”. Si al contrario, tengo dificultad para decir sí con mi cabeza, es quizás porque rechazo de entrada nuevas ideas. Mi cuerpo me dice de aceptar ver y apreciar el instante presente y reconocer todas las nuevas cosas que forman parte de mi vida.

Compilado por: Ana Gonzalez 05/09/2016  13:45pm
Fuente: Obedece a Tu Cuerpo, Amate – Escrito por Lise Bourbeau. Wikipedia