Dirigir una organización con conciencia sistémica, declara Cándido Mercedes, es entender la ética, la justicia y el trato justo en la gestión del talento humano y llevar a cabo planes salariales estratégicos, con remuneraciones por desempeño y concretizar vías expeditas para el logro de incentivos económicos.

El modelado de competencia hoy en día, no puede  ser sino evitar, en primer lugar, ser cegados por los logros y en consecuencia, la inercia en la organización que petrifica todo el espíritu  de  creatividad  e innovación  de que  es  capaz  una  institución, se trabe.

El valor oculto  de la excelencia organizacional ha  de convertirse como en una especie  de  resonancia  expansiva al interior  de toda la organización, para  rendir siempre un poco mas  de lo esperado,  de parte  de  cada uno  de los colaboradores. Por lo tanto, el ritmo y síndrome  de la rigidez organizacional,  deben constituirse en un paradigma  del pasado, en una rémora que hoy nos fosiliza, osifica y anquilosa, para no  dejarnos  ver el bosque en toda su dimensión.

La trampa  del éxito, basados en los logros, sin tomar  en cuenta todas las perspectivas del entorno, en función  de los nuevos  desafíos, del contexto dinámico que caracteriza  al mundo empresarial u organizacional,  es no visualizarnos con una conciencia sistémica. Es no entender que no  estamos solo; que no  basta  ser el líder en el mercado interno, sin mirar  en el horizonte  los competidores que pueden entrar y sin comprender las barreras  de salidas y las  barreras  de entradas, en  reflexiones  estratégicas  permanentes. La cultura  de la equifinalidad cobra cuerpo, en  esta tesitura.

Los esfuerzos cognitivos son necesarios;’ empero,  se requiere de algo mas. Ese más no puede ser otro que, comprender la  gestión  de nuestro impacto en los  demás. Se precisa, pues, de internalizar como  nuestro  radio emocional, nuestro volumen  de inteligencia social  se proyecta  hacia una  autoconciencia colectiva. Vale decir, hoy ameritamos  de un liderazgo inspirador, que  tenga la capacidad  de aglutinar intereses diversos, en el logro de un objetivo común.

Cándido Mercedes es Sociologo. Experto en Gerencia. Especialidad en Gestion del Talento Humano; Desarrollo Organizacional y Gerencia Social y Sociologia Organizacional. Consultor e Instructor Organizacional. Catedratico Universitario. Director Maestrias de Administracion y de Recursos Humanos, de La UCE.

Conciencia Sistémica del Libro de la Quinta Disciplina
Uno de los procesos fundamentales de los sistemas inteligentes es la abstracción de la realidad y se traduce en el fenómeno denominado conciencia del sistema, es decir, el reflejo objetivo de la realidad en sus tres niveles básicos; nivel global, nivel afectivo y nivel cognitivo.

El tema de la conciencia es un concepto muy controversial, si empezamos por definir uno de los principios básicos del conocimiento científico, es decir el concepto absoluto o punto de partida a partir del cual deberíamos construir el edificio del conocimiento científico, nos encontramos frente al dilema: asumir la conciencia como el elemento sustancial a partir del cual se estructura la realidad objetiva según el viejo estilo «pienso y luego existo», o la conciencia es una propiedad de la materia sistémicamente organizada cuyo objetivo es la autorregulación y autocontrol de los procesos de transformación de la misma.

Estamos pues frente a un problema de toma de posición respecto a que rumbo seguir teniendo ante nosotros estos dos caminos. Los seguidores del primer camino sostienen: «Para la mejor comprensión del tema en cuestión, miremos la actitud de un artesano, quien toma un pedazo de madera, lo reparte en tres o más trozos, nótese que su mente es única, como único es el pedazo de madera; el artesano al dividir el madero en trozos distintos, ya está concibiendo en su mente humana, varias ideas, que serán ejecutables y ejecutadas individualmente sobre cada uno de los trozos. Puede el mismo artesano, utilizando su misma mente y su misma destreza, idearse varias creaciones que al ser ejecutadas, les aplica su conciencia de distinta manera, es decir, cuando el artesano golpea el madero con su primer cincelazo, la figura ya está en la conciencia del artesano, y por ello podríamos decir, «ya existe». Es la clásica manera de sostener que la conciencia es lo primero y es el valor supremo de toda creación. Es el camino del idealismo puro.

Para efectos del presente ensayo definiré la conciencia como una propiedad de la materia organizada sistémicamente que le permite reflejar el mundo exterior, que acompañado de censores intrínsecos de reconocimiento y medida de la intensidad de los estímulos y de actuadores que les permite responder ante dichos estímulos, son capaces de controlar la respuesta a dichos estímulos de una forma predeterminada a través de mecanismos de control y selección de las diversas alternativas frente a los estímulos externos en forma rápida, manteniendo su estructura y funciones principales.

5ta
Este nivel de conciencia que denominaremos reflejo condicionado presente en los sistemas inteligentes primarios, al evolucionar toma cuerpo en los organismos vivos orientándolos a estructuraciones cada vez más independientes del entorno, desarrollando sistemas internos de autocontrol y autorregulación de los procesos internos y externos, tomando su más alto grado de evolución en la conciencia del ser humano.

En los sistemas inteligentes superiores, la conciencia se presenta no solo como reflejo condicionado, sino que además, surgen nuevos elementos como son la evolución de los sistemas de censores y la motricidad que traen como resultado el desarrollo del lenguaje, y sobre esta base, la construcción del pensamiento. El pensamiento abstracto y lógico, vinculado al lenguaje, no sólo permite reflejar el perfil externo, sensorial, de los objetos y fenómenos, sino, además, comprender su alcance, sus funciones y su esencia y trasmitir mediante símbolos o acciones que se reflejan mas sutilmente en los cambios generados en el medio ambiente.

La conciencia es un subsistema central principal de los sistemas inteligentes. En los sistemas espontáneos, la transformación es el resultado del desequilibrio energético orientado a estados de equilibrios estables de menor nivel energético interno. En los sistemas inteligentes la transformación se presenta como un requerimiento de generación de energía interna para mantener el equilibrio del sistema en movimiento de crecimiento interno en sistemas primarios y además de traslación en sistemas mas evolucionados.

Esta característica de los sistemas inteligentes hace que desarrollen mecanismos de producción de su propia energía interna a través del consumo de insumos del exterior en un proceso de transformación llamado metabolismo. Este proceso implica desarrollar el siguiente procedimiento explicado en el gráfico:

En este procedimiento, la conciencia aparece como una fuente de realimentación del sistema que permite reflejar el o los objetos de interés y controlar la motricidad para ubicar el objeto de interés, posesionarse del mismo y luego aprovisionarse del mismo para generar la energía interna necesaria que le demanda los procesos internos y externos.

En este procedimiento además, surge como resultado de la interacción del medio interno y externo, el proceso de aprehensión o desarrollo del conocimiento como conector entre la conciencia y la realidad que permite mejorar la eficiencia del procedimiento.

El desarrollo del conocimiento es un proceso dialéctico. En los sistemas inteligentes, la primera etapa del conocimiento es el autoreflejo o auto conocimiento, conocimiento de los sistemas internos para el desarrollo de la inteligencia censo motora y el desarrollo de la capacidad de respuesta de todos los subsistemas frente a los requerimientos del subsistema central. Esta primera etapa se caracteriza básicamente por el método prueba-error.

Fig. 05: Procedimiento de aprehensión de recursos

El auto conocimiento es sustancial para poder determinar el grado de autonomía del sistema inteligente. Su desarrollo dialéctico se basa en la interacción permanente entre el medio interno y el medio externo del sistema y en la capacidad de negación y antonegación de supuestos o resultados de dicha interacción que son como hemos señalado en su oportunidad propiedades intrísicas de los fenómenos materiales.

El proceso inicial del desarrollo del conocimiento es la identificación de las elementos internos, sus funciones (aprehensión de su campo de dominio interno), relación con los requerimientos del sistema central (objetivos vitales del sistema), y este a su vez, combina el reflejo de los elementos del entorno o ámbito de desplazamiento que impulsa al sistema central a desarrollar acciones en concordancia con las aptitudes o capacidad de manejo y control de los demás subsistemas.

Aquí es importante apreciar la interrelación entre el proceso de reflejo, aprehensión y la praxis, presentes en todas las etapas del proceso de desarrollo del conocimiento, que logran un proceso de perfeccionamiento gradual en concordancia con el grado de autonomía que va adquiriendo el sistema durante su proceso de formación y crecimiento.

Los fenómenos materiales son reflejados en la conciencia en forma de imágenes, ideas o conceptos y se convierte en elementos subjetivos, luego, estas imágenes, ideas o conceptos son gravadas formando un banco de información que posteriormente son comparadas o procesadas para dirigir un cambio de estado o desplazamiento del sistema.

La segunda etapa del desarrollo del conocimiento es la etapa afectiva; es decir, el proceso de valoración de los elementos del sistema (autoestima) y de los elementos del entorno. Esta etapa se define como la etapa del reflejo del grado de importancia que tienen tanto los elementos del sistema, el sistema y el entorno con relación a los objetivos vitales del sistema. En esta etapa, el sistema define, a través del proceso d valoración del entorno, objetivos que trascienden a su estado vital, trasladándose a la diferenciación de los objetivos de adaptabilidad, socialización y capacidad de transformación conciente del medio interno y externo.

La tercera etapa es el desarrollo del conocimiento de la capacidad perceptiva, es decir, la capacidad de distinguir formas, características, propiedades, etc. y la causalidad perceptiva relacionadas con la actividad sensomotoras.

La inteligencia es una propiedad de los sistemas que se asienta sobre el desarrollo y la complejización de la conciencia, la misma que surge como consecuencia de su propiedad de reversibilidad de sus estructuras internas y externas del sistema con el objetivo de mantener una interacción eficiente con el entorno, perfeccionando su adaptabilidad y conservación de la especie a través de la transformación conciente de sus estructuras internas y externas.

Estructura de la conciencia sistémica
La estructura de la conciencia sistémica se asienta sobre tres niveles: el nivel global, el nivel afectivo y el nivel cognitivo.

En el nivel global, la conciencia refleja el horizonte de los fenómenos, su procedencia, su estado actual dentro de un entorno lo mas amplio posible y su proyección futura. En este nivel, la conciencia se estructura como una concepción global del mundo hasta donde su capacidad cognitiva lo permite observar y descifrar el contenido de la realidad.

En el nivel afectivo, la conciencia identifica los objetos de interés y asigna orden de prioridades. Ubica al sistema en el entorno global y produce la selectividad de movimientos racionalizando las opciones de interrelación con el entorno.

En el nivel cognitivo, la conciencia identifica los objetos en si y refleja su constitución y propiedades y la posibilidad de su reproducción.

En el grafico (fig. 5) observamos la interrelación entre los tres niveles de la conciencia enlazados con un ciclo permanente de realimentación a través del proceso de intercambio energético y la prueba de la realidad. La conciencia sistémica se soporta sobre estas dos fuentes de realimentación que traen como resultado la formación de la conciencia global en la que se forja la concepción del mundo en su estado concreto y posible.

En los sistemas inteligentes, el nivel de desarrollo alcanzado por la conciencia global es la que marcará el grado de inteligencia del sistema debido a que la conciencia global controla los grados de libertad del sistema.

Fig. 06: Estructura de la conciencia sistémica.

Estructura sistémica
Considerando que la estructura sistémica es el espacio físico y la cadena física generada por las funciones y las interrelaciones de los elementos del sistema. Si estos es así ¿Cómo podríamos definir una estructura sistémica inteligente?

El proceso de abstracción es básicamente un proceso complejo que requiere de operaciones igualmente complejas y de actividades altamente especializadas y de flujo continuo, por lo tanto, la estructura sistémica inteligente, es una estructura integrada de alta sensibilidad enlazada por una red global que permita a los elementos del sistema estar al mismo tiempo en todas las partes del sistema. La integración de los elementos de un sistema inteligente es en tiempo real, propiedad que permite a dichos sistemas responder de manera inmediata a los impulsos del entorno.

La estructura sistémica inteligente depende fundamentalmente de los diferentes procesos que desarrolla el sistema para cumplir con sus objetivos.

Organización sistémica
La organización es la distribución de funciones de los elementos del sistema en subsistemas de acuerdo a requerimientos de los procesos fundamentales que desarrolla el sistema. En los sistemas inteligentes se distinguen dos procesos fundamentales: el proceso de autorregulación y autocontrol a cargo de la conciencia sistémica y el proceso metabólico a cargo de los sistemas de transformación de los insumos requeridos por el sistema en la energía suficiente para su desarrollo e interacción con el medio.

El proceso de autorregulación y autocontrol esta conformado por sistemas integrados que permiten desarrollar las funciones de abstracción de la realidad, la función sensomotriz y la función de autocontrol o administración de los recursos del sistema.

La función de autocontrol, autocontrol y autorestructuración están a cargo del subsistema central denominado el cerebro del sistema y que para tal fin es la responsable de estructurar la conciencia sistémica.

La función sensomotriz o de percepción y motricidad esta a cargo del sistema nervioso central su función principal es dotarle al sistema la sensibilidad necesaria para percibir las influencias internas y externas, trasmitir dicha información al subsistema central y al mismo tiempo generar los movimientos necesarios de respuesta inmediata frente a dichas influencias.

El proceso metabólico requiere del desarrollo de sistemas que garanticen el flujo permanente de los insumos que requiere el sistema para la generación de la energía necesaria para su desarrollo y reproducción; pero además requiere de sistemas de transformación de dichos insumos que garantice la realimentación energética permanente del sistema. Todo esto se traduce en tres funciones básicas: la función logística, la función operativa y la función reproductiva.

En un sistema inteligentes estas funciones están presentes a lo largo y ancho del sistema a través de las unidades fundamentales del sistema llamada células, estas a su vez forman grupos especializados por actividades afines conformando órganos interdependientes e interconectados entre si y con el sistema de autorregulación y autocontrol a través del un sistema nervioso central que conforma la red integral de comunicación del sistema.

Inteligencia y vida
«La vida se revela como un fenómeno químico en escala microscópica y molecular, y la materia que la sustenta es idéntica con el resto de la materia que llena el Universo. De tal modo la vida se nos muestra como un hecho de complejización, tanto de estructuras como de funciones que derivan o asientan sobre ellas, y la característica distintiva especial, la materia de ser fenomenológica de una y otra está, precisamente, en características disímiles provenientes de funciones que asientan en niveles distintos de estructuración, y de circuitos funcionales cuyas actividades se regulan mutuamente y poseen, además, sistemas propios de autorregulación.

Esta complejización no es una finalidad en si misma; por el contrario, revela cambios sucesivos: la interrelación entre el circuito interno y circuito externo, individuo y medio, establecen condiciones que cambia, sucesiva y alternadamente»

De este modo, la vida es el resultado de un proceso de transformación y organización constante de la materia. La vida se manifiesta como él más alto grado de organización sistémica orientada al autocontrol, la autorregulación de los procesos de transformación y de intercambio de insumos y productos con el medio y la autogeneración de su soporte estructural, logra convertir la transformación espontánea de la materia en una transformación consciente y equilibrada.

La vida surge como un fenómeno del carácter sistémico de la organización de la materia, es decir es el producto de la interacción permanente de elementos organizados sistémicamente que tiene como fin la preservación y conservación de su estado organizacional basado en el equilibrio entre su medio interno y externo.

La vida surge además como un proceso contradictorio de la evolución espontánea de la materia, la espontaneidad implica el incremento permanente de la entropía del universo, es decir el mayor grado de caos y desorden universal que implica la destrucción permanente de las estructuras organizacionales de la materia y su consecuente imposibilidad de evolución. La entropía es consecuencia de la interacción y cambio permanente que experimenta la materia como forma natural de su existencia, es parte de su razón de ser y de existir.

En contraposición a la tendencia general hacia el caos y desorden material manifestada en el incremento de la entropía del universo, en dirección opuesta y también natural la materia desarrolla niveles organizacionales (sistemas cada vez más complejos con le objetivo de reducir el incremento entrópico con una negentropía constante. La entropía y la negentropía son las dos fuerzas fundamentales que marcan la tendencia evolutiva permanente de la materia.

Dentro de este marco la vida surge como una respuesta a la necesidad de mantener y conservar los niveles evolutivos de la materia, esto solo es posible reduciendo el desorden, es decir, estableciendo niveles entrópicos negativos o negentropías para lograr niveles de equilibrios relativos y de estabilidad relativa de los procesos evolutivos de la materia.

La vida implica entonces un proceso constante de autorregulación y autocontrol y que en su etapa superior de evolución presenta la conciencia como elemento integrador de dicha autorregulación y autocontrol con la autogeneración estructural para dar el salto entre el metabolismo puro y la transformación conciente del entorno. De este modo, la vida se constituye como un fenómeno de supervivencia y transformación dirigida del medio interno y externo del individuo.

La complejización de los sistemas vivientes trae como consecuencia el surgimiento de la conciencia; es decir, la capacidad de reflejar objetivamente el medio interno y externo en su estado real y en las posibilidades de su desarrollo. La evolución de la conciencia trae aparejado la función cerebral de interrelación entre la mecanización del control y regulación interna, los actos o experiencias grabadas en la mente que ocupan el subconsciente y los actos o hechos presentes que forman parte de la estructura conciente, denominado pensamiento.

«El pensamiento cobra realidad, deja de ser virtual en el hombre como en los animales superiores, por su estructuras que introduce entre las cosas y el conocimiento de las mismas. La mediatez señala una duración intercalada entre estímulo y respuesta, y el acto mediato significa, por consiguiente, elaboración de nuevas estructuras funcionales cuyo significado ya no es la defensa o conservación de la vida, no representa una finalidad biológica como el reflejo, sino realiza formas lógicas implícitas o explícitas de la cultura y trasmitidas por el lenguaje.

Existe, por tanto, una autorregulación que se traduce por reelaboración de estímulos, reestructuración del dato, en las que intervienen condiciones biológicas como base, y culturales que definen dirección, sentido y contenido de dicha autorregulación. El pensamiento se engendra en el acto y se expresa modificando las consecuencias de éste;…»

El pensamiento surge de la complejización de los niveles de reflejo de la realidad objetiva en su proceso de transformación permanente. El proceso de reflejo (aprehensión) «coloca» imágenes en la mente y esta a su vez los almacena en la memoria; pero el cerebro, a lo largo de su proceso de evolución no solo es capaz de reflejar imágenes estáticas, sino además, imágenes dinámicas. Para poder reflejar el mundo dinámico, el cerebro ha desarrollado su capacidad de codificar los fenómenos en constante movimiento y transformación, configurándose de este modo la estructura del pensamiento. El pensamiento evoluciona al compás de la complejización de las interrelaciones individuales, pasando por mantener las interrelaciones de supervivencia, el conocimiento de sí mismo y del entorno, y las posibilidades de transformación de las estructuras y procesos internos y externos.

Mientras que el pensamiento relaciona los reflejos (imágenes, sonidos o símbolos grabados en la mente) y luego conceptualiza a través del lenguaje, la inteligencia regula la interrelación del ser con el entorno. El pensamiento conceptualiza la acción, la inteligencia define alternativas y optimiza los procesos de interacción internos y externos.

El proceso de optimización lleva en forma implícita la capacidad del ser de interrelacionar variables, reflejar las posibilidades y modificar estructuras internas y externas con la finalidad de regular y mantener el equilibrio en un proceso de transformación permanente. De este modo, la inteligencia surge indesligablemente de los procesos vitales denominados autocontrol, autorregulación y auto reestructuración con la finalidad de conducir los procesos de transformación consciente del medio interno y externo y de garantizar la continuidad de los niveles evolutivos de los procesos materiales en el tiempo.

LEYES GENERALES APLICADOS A LOS SISTEMAS INTELIGENTES
La materia es una categoría filosófica para designar la realidad objetiva existente independientemente de la conciencia, es única y universal.

Objetividad, Unidad y Universalidad de la materia
Categoría filosófica para designar el modo fundamental y único de existencia de la materia. La Dialéctica toma aquí un valor de carácter universal al igual que la materia desligándose de su carácter cognitivo-metodológico-subjetivo.

Objetividad, Unidad y Universalidad de la Dialéctica
Categoría filosófica para designar el modo fundamental y único de estructuración y organización de la materia. Igualmente, los sistemas toman aquí un carácter universal, desligado de su carácter cognitivo- metodológico-subjetivo.

Unidad, Objetividad y Universalidad de los Sistemas
La conciencia es el estado abstracto de la materia y surge como resultado de su complejización estructural y organizacional con el objetivo de orientar la transformación del entorno generando negentropías. La conciencia es única y universal así como la materia que lo soporta.

Unidad, Objetividad y Universalidad de la conciencia.
Los procesos determinan la estructura y organización de los sistemas inteligentes. Los procesos son el flujo permanente de operaciones sobre los recursos del sistema que realizan las células inteligentes del sistema agrupados en subsistemas con la finalidad de cumplir con sus objetivos estratégicos.

MODELO TEÓRICO PARA EL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA SISTÉMICA.
Este modelo parte de la necesidad de desarrollar una concepción del mundo eólica y científica a través de la toma de posesión respecto del camino filosófico ha seguir, que como se observa en el esquema, el camino de filosófico del materialismo dialéctico se constituye en la única vía para tal fin.

El materialismo dialéctico se sustenta sobre tres categorías filosóficas fundamentales: materia y conciencia, el modo dialéctico de existencia de la materia y el modo sistémico de estructuración y organización. El desarrollo de estas tres categorías filosóficas desencadena la formación de un concepto integral y objetivo de los sistemas.

Fig. 07: direccionalidad de la concepción del mundo

Como podemos observar, los sistemas por un lado son un modo fundamental de estructuración y organización de la materia, que a través del desarrollo del conocimiento científico logra sus niveles de abstracción en la conciencia formando el concepto de sistemas y que es materia además del estudio de la Teoría general de los Sistemas.

Los sistemas son hoy en día parte fundamental de la concepción científica del mundo y esta a su vez constituye el soporte fundamental del pensamiento sistémico, indispensable para poder entender y descifrar la complejización estructural de los fenómenos materiales.

Cabe resaltar que el pensamiento sistémico solo puede desarrollarse a través de esta vía, siendo totalmente inconcebible el desarrollo del pensamiento sistémico desde una posición idealista, metafísica y unilateral.

MODELO TEÓRICO PARA EL DESARROLLO DE LAS ORGANIZACIONES INTELIGENTES 

Fig. 08: Direccionalidad del desarrollo organizacional.

Este modelo que observamos en el siguiente esquema diferencia claramente las dos corrientes en el desarrollo organizacional desde el punto de vista filosófico.

Por un lado, la idea absoluta convertida en materia, se convierte en el sustento básico del conocimiento metafísico que genera a su vez una concepción idealista del mundo predominante en los sistemas anacrónicos. El predominio del idealismo hace que las funciones de los elementos del sistema estén generalmente disociados de la estructura del sistema y que los procesos que realizan los sistemas estén fragmentados, fenómeno que se manifiesta en la disfunción estructural-funcional de dichos sistemas fomentando en forma permanente crisis de adaptabilidad y de incapacidad de fomentar cambios cualitativos en su estructura.

En el lado opuesto observamos, que la metería, que existe en forma universal, dialéctica y sistémicamente se refleja en la conciencia sistémica a través del desarrollo del reflejo (conocimiento). Este proceso que ya hemos descrito anteriormente permite abstraer la realidad objetiva y convertirla en una herramienta poderosa que permite a los sistemas inteligentes no solo orientar su interrelación con el entorno desarrollando mecanismos de supervivencia, sino que además le permite desarrollar sistemas de autocontrol y autorregulación en clara diferenciación de los sistemas espontáneos.

El desarrollo organizacional, es decir la construcción de organizaciones inteligentes debe estar sustentado sobre la base de esta configuración estructural, mas allá de entender que solo es un problema de mentalización de las personas para alcanzar estados de rendimiento satisfactorio cundo estos poco o casi nada llegan a comprender la relevancia estructural de los sistemas inteligentes sobre la conducta de sus elementos.

MODELO ESTRUCTURAL DE UNA ORGANIZACIÓN INTELIGENTE
En el cuadro anterior observamos el diseño de la estructura y las funciones de la conciencia sistémica en una organización inteligente, partiendo del principio de que las funciones son las que determinan la estructura, entonces empezamos con definir las funciones básicas de la conciencia sistémica como ente de autorregulación y autocontrol del sistema.

Las funciones globales de autorregulación y autocontrol se manifiestan a través de 3 operaciones fundamentales tales como el direccionamiento, la optimización a través de selección de alternativas y toma de decisiones, y la motilidad; son el resultado de los niveles de soporte de la conciencia global: la conciencia cognitiva y la conciencia afectiva interactuantes en forma permanente.

A través de la conciencia cognitiva el sistema debe desarrollar las 4 funciones fundamentales del sistema: la administración de la información, la adaptación de la información a situaciones concretas, el desarrollo del conocimiento y la sistematización.

La administración de la información es la función encargada de planificar, organizar, dirigir y controlar el flujo de información interna y externa a través de la administración de una base de datos, el manejo eficiente de la autopista de la información mediante una red integrada en tiempo real. La administración del flujo de información captura toda la información de de la autopista informática al mismo tiempo que registra los eventos internos con el objetivo afinar la direccionalidad del sistema.

La función de adaptación de la información a situaciones concretas, es decir a los requerimientos específicos del sistema, ordena y clasifica la información orientándolo hacia objetivos específicos buscando su nivel óptimo de aplicabilidad.

La función del conocimiento se encarga de sintetizar la aplicabilidad de la información a situaciones concretas y desarrollar las pautas que hacen falta para mejorar continuamente la eficiencia de la aplicación de la información a los objetivos específicos del sistema.

La función de sistematización se encarga de la elaboración de los paquetes tecnológicos completos que permitan estandarizar los procesos que garanticen el flujo continuo de operaciones de valor agregado del sistema.

A través de la conciencia cognitiva, la conciencia sistémica controla el flujo logístico del sistema bajo 4 funciones siguientes: la función de valoración que establece una escala de valores entre los elementos con que interactúa el sistema en función de su grado de influencia y el volumen de recursos que intercambian; la función de priorización que se encarga de establecer niveles de estratificación entre los elementos que interactúan con el sistema; la función de fidelización que se encarga del establecimiento de relaciones de largo plazo con los elementos que interactúan con el sistema según el cuadro de valoración y de priorización; y por último, la función conductual que define el comportamiento del sistema que se materializa a través de la cultura organizacional.

Cabe resaltar que todas las funciones señaladas están estrictamente orientadas hacia los procesos, ya que los tipos de procesos que realiza el sistema son los que finalmente van a determinar las funciones que deben desarrollar los elementos del sistema agrupados en subsistemas, generando de este modo la estructura final del sistema, es decir, la cadena física y/o el espacio físico que delimita al sistema de su entorno.

El sistema por su naturaleza propia desarrolla un intercambio energético permanente con el entorno que se manifiesta en el consumo permanente de insumos en el desarrollo de los procesos y la entrega de productos al exterior. Este intercambio es posible debido a que el sistema es capaz de mantener un flujo permanente de información, un flujo permanente de operaciones de valor agregado, un flujo permanente de operaciones de mantenimiento y un flujo logístico también permanente, consecuentes con la filosofía del JIT (justo a tiempo).

De lo señalado anteriormente se puede concluir que la estructura de una organización inteligente se caracteriza por se una estructura totalmente plana cubierta por equipos multidisciplinarios asignados al cumplimiento de las funciones del sistema: la función global encargada de la planificación y gestión estratégica, la función cognitiva encargada del desarrollo del conocimiento y la gestión de la información, la función afectiva encargada de regular el flujo logístico, la función de mantenimiento encargada del flujo de operaciones de mantenimiento y la función de operaciones de valor agregado encargada de los procesos del sistemas. La estructura sería la siguiente:

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