La palabra refrán tiene un origen etimológico francés. Proviene de “refrain” que hace referencia a un estribillo o a una repetición de frases dentro de una canción. Otro nombre con los que los conoce es proverbio, una palabra originada en el latín probervium, de “pro” que se proyecta hacia delante y verbum = palabra, al ser transmitidos de modo oral en sus inicios. Sin embargo, los proverbios, no son tan generales, sino que son típicos de cada pueblo, por eso hay proverbios árabes, japoneses, hindúes, etcétera.

Los refranes son producto del saber y la picardía popular, y algunos pueden resultar contradictorios, por ejemplo “a quien madruga, es Dios quien le ayuda” y “No por madrugar demasiado, el amanecer llega más temprano”. Es que al ser fiel reflejo de las experiencias cotidianas, como ellas, cada uno las vivencia, de modo particular.

Son breves, de autoría y fecha creativa incierta, salvo que hagan referencia a un determinado contexto histórico, político o social, y de ello pueda deducirse. Son parábolas de las que puede extraerse, en general, alguna enseñanza moral o práctica.

Ejemplos: cuando alguien termina una relación sentimental, y se lo quiere consolar, aconsejándolo de que busque un nuevo amor para olvidar el anterior se le suele decir: “A rey muerto, rey puesto” o “un clavo se saca con otro clavo”. Cuando alguien recibe un obsequio que no es de su agrado, acostumbra decírsele: “a un caballo que viene regalado, no hay que examinarle los dientes”.

Aunque muchos consten en la actualidad por escrito real o virtual, su método tradicional de transmisión ha sido oral, por lo cual con el paso del tiempo y la pasividad alcanzada, se fueron modificando y adaptando a otras situaciones.

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